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En los años 70 en una pequeña finca del departamento de Boyacá, Colombia, una mujer entregada a su familia, viuda a los 30 años de edad, con cuatro hijos, destacada en el municipio de Saboyá por la lucha de la causa de la comunidad, continúa su labor de cabeza de familia tras la pérdida de su compañero de vida. Una labor que enriquece el proceso del concepto de formación familiar y el reflejo en el entorno para liderar espacios de reconocimiento y defensa de la comunidad campesina y el papel de la mujer.

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Aún con la pérdida de su esposo tras la ola de violencia de la época, ella decide empoderarse de su núcleo familiar con la fortaleza que siempre la caracterizó; se hizo cargo de las labores de la finca, el ordeño cuando apenas salía el sol, la gestión de la producción de los cultivos durante las primeras horas del día y de la misma manera estar muy al tanto de sus hijos, quienes estaban pequeños. En efecto, la fortaleza de la mujer le permitió continuar con los procesos de liderazgo en su comunidad, siempre aprovechaba todos los entornos del trabajo para relacionarlos con el reconocimiento del papel de la mujer en el agro. 

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La familia había estado vinculada desde un buen tiempo en los temas relacionados con la política, pero ella quería específicamente generar el reconocimiento del papel de la mujer con las voces y experiencias de la comunidad. Para el desarrollo del crecimiento y reconocimiento, ella abría las puertas de su hogar para permitir reuniones con el fin de generar confianza en la comunidad y de esa forma conocer más a fondo las necesidades en común; poco a poco fue tomando un mayor liderazgo y empoderamiento de la causa social, aprovechando su capacidad de relación y escucha lograba que los grandes políticos de la época tuvieran contacto directo con la comunidad, gran avance para la inclusión de las necesidades de la región en los proyectos políticos. 

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La abuela, no es simplemente un personaje reconocido por su papel de liderazgo, su reconocimiento va más allá, va encaminado al proceso arduo que le permitió obtener el título de lideresa en la región; el trabajo social que ella siempre priorizó para su comunidad, las ayudas tangibles y psicológicas que brindó con el interés inquebrantable de escuchar, informar y capacitar a su comunidad, no solo para apoyar la causa política del momento sino, para cambiar el pensamiento de estar sometido exclusivamente a lo que se ofrezca desde el Gobierno Nacional, su prioridad siempre fue el desarrollo y crecimiento autónomo bajo la unión de la comunidad, generando reconocimiento de su papel como mujer campesina por medio de proyectos reales y sostenibles. 

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Las acciones de liderazgo de la abuela dan muestra que las mujeres son autoras del desarrollo económico del país y del mundo. Las experiencias de las mujeres rurales son muy importantes para el territorio porque son las encargadas de guiar y demostrar el deber ser de la participación, las políticas públicas y los aprendizajes como agentes clave sobre la justicia de género en el Gobierno Nacional para lograr conseguir los cambios sociales, económicos, culturales y ambientales. 

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Basado en una historia real; aprobado por su nieto Jhojan Sanchez para escribir sobre ella.