“Cuando se rapta la razón
Se raptan ideas, pensamientos
Lógicas, reflexiones y recuerdos
Cuando se secuestra el corazón
Se secuestran sentimientos,
Emociones, amores y momentos
Cuando se rapta la razón y
Se secuestra el corazón…”

En la sociedad del secuestro, se secuestran niños, niñas, mujeres, hombres y mascotas; se secuestran las formas de vida para aniquilar la esperanza del hoy y del mañana; con cada secuestro, se rapta la razón y se secuestra el corazón. Hasta parece, que, a veces, se secuestra la capacidad del asombro; la solidaridad con las víctimas; la sensibilidad social y la empatía.

Que triste sociedad donde se raptan los sueños de los niños y niñas que terminan en campos de guerra; se raptan los cuerpos de mujeres que terminan en templos de esclavitud y explotación sexual; se rapta la fortaleza de los hombres que terminan menoscabados en su dignidad; se rapta la inocencia de las mascotas que son tratadas como objetos de intercambio por un maldito puñado de sucios pesos.

Que indolente sociedad donde se raptan las voces de líderes y lideresas; se raptan las manos labriegas del campesinado; se raptan los rostros de la justicia social; se raptan los pasos del cambio; se rapta la iniciativa de la protesta social; se raptan los territorios ancestrales; se rapta la valentía y hasta la capacidad de amar.

Cuando se rapta la razón y se secuestra el corazón, se rapta el aire que cuidan vigías ambientales; se rapta el agua protegida por las comunidades indígenas; se rapta el cielo que custodian las aves; se rapta la tierra de los grupos étnicos; se rapta la paz de las personas firmantes; se rapta el ecosistema de la fauna y flora.

Sociedad de secuestradores que planean sus raptos, ¿A quién? ¿dónde? ¿cómo? ¿cuánto? Maquinaciones crueles de quienes creen que la vida solo vale unos cuántos centavos. ¡Estas personas sí que tienen secuestrada la razón y el corazón! o acaso ¿qué tienen en su interior? Para secuestrar a una madre y su hija, a un inocente campesino, a una tierna mascota, a una persona trabajadora, a una joven promesa…para el secuestrador cualquiera puede ser su presa.

Desafortunada sociedad de raptos, ojalá, llegue un tiempo en que lo único que se secuestre sea la indiferencia, la intolerancia, la impunidad, la corrupción, el odio, la guerra, la violencia, la pobreza de espíritu y la falta de sentido crítico.

¡Qué paren los secuestros de personas y mascotas!