Unicef define el matrimonio infantil como todo matrimonio formal o unión informal entre un niño menor de 18 años y un adulto u otro niño.

Cada lustro 58,4 millones de matrimonios infantiles tienen lugar de promedio, y con la pandemia por la Covid-19 2,5 millones de niñas más también serán obligadas a casarse, la gran mayoría antes de cumplir los 15 años.

Ellas son las más afectadas por esta práctica realizada en muchas partes del mundo. El sur de Asia es la región donde más matrimonios forzados se acuerdan, con casi 200.000, seguidamente está África Occidental y Central con 90.000 y América Latina y el Caribe como casi 74.000. Aunque se cree que con el tiempo esta forma de esclavitud moderna irá en aumento también en otras regiones como Asia Oriental, Europa y Asia, así como Oriente Próximo y el Mágreb.

También son las regiones más conservadoras y pobres donde más casos ocurren, como en comunidades afrodescendientes e indígenas. Desde pequeñas a las niñas se les enseña a cuidar de los varones de la casa y a realizar las tareas del hogar. Por lo que son educadas en reglas de género no equitativas.

Las razones del matrimonio forzado son dos principalmente: sociales y económicas. El honor familiar y el estatus social siguen siendo muy importantes en algunas culturas, por ello muchos padres obligan a sus hijas a casarse con familiares, personas de la misma religión o cultura para evitar que contraigan de matrimonio con personas de otras religiones o clases sociales. También es una manera de vigilar la sexualidad femenina, una de las razones por las que también se da a edades muy tempranas. Esto lleva a que muchas niñas sean obligadas a casarse con hombres que les han incluso violado previamente.

La situación económica familiar también es otro incentivo para el matrimonio forzado de su hijas o hijas. Cuando una familia se encuentra en una situación de vulnerabilidad económica, los familiares aceptan el matrimonio por la gran cantidad de dinero que reciben, y la pandemia ha supuesto un gran incentivo, ya que muchas familias se quedaron sin trabajo.

La covid-19 también llevó al cierre de colegios. Por lo que 1.600 millones de niños y niñas han visto su educación interrumpida y esto, una vez más, supone un alto riesgo de matrimonio forzado, y, como consecuencia, embarazo, por lo que la vuelta al colegio es prácticamente imposible y pierdan toda libertad y de acuerdo a Save de Children. Debemos sumarle que suele suceder en estados donde la educación a distancia no es una opción en numerosos casos.

En algunas ocasiones las niñas también buscan huir de los malos tratos sufridos en casa por parte de un progenitor, pero la realidad es muy distinta, muchas de ellas son maltratadas psicológica y físicamente por sus maridos: son obligadas a mantener relaciones sexuales, a tener embarazos no deseados, recluidas socialmente, y obligadas a abandonar la educación.

Otro dato temeroso es que nueve de los diez países con tasas de matrimonio infantil más alto se consideran estados débiles, ya sea por la situación económica, guerras, sequías, brotes de enfermedades.

Es necesario intervenir políticamente para poner fin al matrimonio infantil. Buscar los factores que lo provocan, y actuar en ellos. La vida de las niñas no puede ser trucada por matrimonios forzosos que solo las condenan a una vida de sumisión, y también se debe empoderar a las jóvenes mediante las instituciones públicas para que tomen decisiones desde su ámbito familiar al más general.

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