Cuando hablamos de prostitución pensamos en una forma de explotación sexual en la que, por lo general, los hombres compran con dinero el cuerpo de las mujeres. Sin embargo, la explotación femenina también ha adquirido otra forma vendida como una libre elección: nos encontramos ante los sugardating.
En esta práctica un hombre- conocido como sugar daddy- mayor y con alto poder adquisitivo- entra en contacto con chicas mucho más jóvenes- conocidas como sugar baby- y les ofrece todo tipo de lujos, desde complementos hasta viajes, a cambio de hacerle compañía o favores sexuales.
España es el quinto país donde más se consume este tipo de explotación sexual, con más de 400.000 personas dadas de alta en las aplicaciones destinadas a ello. Del total el 63% son jóvenes universitarias, y esto no es pura casualidad. En la prostitución las mujeres se ven obligadas a vender sus cuerpos ya que el sistema económico y social no las ampara, ni proporciona los medios para salir de la pobreza, y cuando hablamos de sugar baby no estamos lejos de esta realidad. Las jóvenes se ven forzadas a acceder a la nueva forma de esclavitud sexual al carecer de otro método para subsistir.
Seeking Arrangement, es una aplicación que se ofrece como un sistema libre donde cada chica es independiente para elegir a su sugar daddy. Hay que resaltar que esta práctica encubierta de empoderante y totalmente autónoma solo esconde relaciones abusivas, desiguales y que suponen un alto riesgo de explotación sexual. Asimismo, también promueve la desigualdad de género y la normalización de la violencia hacia las mujeres.
Entre las condiciones y términos de la aplicación se prohíbe cualquier “uso inadecuado del sitio, incluyendo la prostitución o el tráfico de personas”. Pero esta teoría solo sirve como escudo de defensa para la propia app. Cualquier práctica que implique establecer una relación mediante la compra, ya sea con artilugios caros o directamente a la persona, es una forma de coerción, y de mercantilización hasta de los propios principios del individuo.
Otro riesgo, es la dificultad para detectar la edad de las chicas que se presentan como sugar baby. Niñas de 15 años pueden registrarse en la página sin ninguna restricción y tener encuentros con varones que triplican su edad, pudiendo coartarlas para que realicen prácticas que no desean.
Se debe romper el imaginario colectivo de que esta forma de explotación sexual es totalmente libre y personal. Nos seguimos encontrando ante la misma situación de siempre: hombres con dinero compran la integridad de una chica. Para que se considere un delito también hemos de poner fin a pensamientos sociales totalmente normalizados que impulsan estos métodos de explotación. Desde las instituciones públicas también se debe intervenir para que se catalogue como abuso la compra de los cuerpos femeninos mediante este sistema y así evitar situaciones en las que una mujer o niña acabe siendo víctima de la trata o de explotación sexual.