“Homofobia interiorizada” es un término que implica darse cuenta que, siendo homosexual hasta qué punto se tiene una homofobia con uno mismo, una violencia simbólica y real, muchas veces con nuestro comportamiento sexual, en nuestra actitud, incluso cuando a veces sentimos un rechazo hacia otros homosexuales, porque en algún punto no nos gusta su forma de vestir, su forma de expresarse o su forma de ser.
Casi todos los integrantes de la comunidad LGBT han tenido contacto con ejemplos de esta conducta, en mayor o menor grado; ejemplos de ello son al “salir del clóset” y expresar públicamente su orientación sexual, pero rechazando características específicas estereotipadas de otras personas en la misma situación; el rechazo de manera sutil o a veces incluso violento, comúnmente se presenta hacia los valores o costumbres, así como movimientos pro derechos homosexuales, sin mencionar las caravanas del “Pride”, manifestaciones y marchas periódicas con objetivos de mejores condiciones políticas para esta población.
Ante estos ejemplos, es común encontrarse actitudes negativas y rechazo, culminando en opiniones polarizadas, incluso dentro de la misma comunidad. Siendo comunes comentarios despectivos como: “qué necesidad de que estos mariquitas hagan alboroto”; “sí, soy gay o bisexual, pero ellos no me representan”; “sólo buscan llamar la atención, hay formas de conseguir la garantía de derechos sin hacer circo”; “no entiendo el gusto de andar desnudo en las calles, no respetan su propio cuerpo, es un insulto para los demás”; “por su culpa, hacen quedar a toda la comunidad como lujuriosos y promiscuos”; “hacen parecer que el mundo gay sólo es alcohol, drogas y sexo ”.
Si estas expresiones resuenan con familiaridad en el lector, ya sea por afinidad a las ideas o por haberlas dicho en algún momento, es un signo que puede tratarse de una homofobia interiorizada.
Sin duda, todos tenemos derecho a opinar y a formar un criterio propio sobre qué nos gusta o no, y con qué decidimos identificarnos en uno u otro momento de nuestra vida. El colectivo tiene también sus errores y carencias, es sano y necesario encontrarlas; pero cuando juzgamos de manera hostil por la forma de manifestar su alegría, su orgullo o su dignidad, a mujeres y hombres homosexuales, bisexuales, trans y demás, hablamos de un problema latente de homofobia que necesita autoanálisis; simplemente cada persona tiene su particular forma de expresión y están en toda su libertad de compartirla mientras no dañen de manera real la esfera jurídica y la integridad de terceros.
Respecto a la exhibición de “colores y plumas”, no se debe olvidar que, aquellos que lo hicieron en sus inicios, son quienes se llevaron la parte dura, golpes y hostilidades de la represión para gozar del reconocimiento de libertades y derechos actuales. Esto es parte inherente de la historia del “orgullo”. Es necesario reflexionar antes de apuntar a alguien con el dedo.
No conocemos la historia personal de hombres y mujeres homosexuales o bisexuales, lo que les costó reconocerse y expresarse de esa forma, mostrando su identidad de manera pública, como sea que decidan hacerlo.
ACTUAR COMO JUEZ Y PARTE
Al inicio se estableció el argumento de que casi todos hemos tenido contacto con estas actitudes homofóbicas, ¿pero a qué se deben? ¿por qué el pertenecer a la comunidad LGBT no implica estar exento de ello?.
La homofobia es una construcción social que fomenta el miedo, disgusto y/o rechazo por la homosexualidad; por las prácticas, comportamientos, actitudes, relaciones y apariencia ligadas a ella; así como por las relaciones que se configuran a su alrededor y de las personas que la practican. Ésta se enseña a los infantes, por lo que ellos aprenden a producirla y reproducirla durante el proceso de homofobización.(Laguna, 2013)
La población LGBT, aprendemos y reproducimos esas prácticas, debido a que los procesos de reconocimiento y aceptación de la homosexualidad y bisexualidad son posteriores a los procesos de generización, por lo que es común reproducir homofobia y sus políticas.
Es decir, se nos enseña a rechazar estos comportamientos, antes de reconocernos e identificarnos como gays o bisexuales.
DISCRIMINACIÓN Y RASGOS DE MISOGINIA
Estos comportamientos discriminatorios hacia quienes llaman con intenciones despectivas “jotos” o “maricas”, ya sea haciendo referencia a hombres con características femeninas, debido a la forma de expresarse al hablar, vestir o posar, además de ser una delimitación homofóbica, también se vincula a la misoginia, pues no sólo se denigra a los varones que buscan asemejarse a las mujeres, sino también a las mismas mujeres al considerarlas como un modelo no viable a seguir.
De ejemplos de estas expresiones están llenas las redes sociales, los bares, las calles, y las mismas conversaciones en las reuniones familiares.
La manera de criticar a los hombres gay extremadamente femeninos, es a través de rechazar su manera de ser y de expresarse, así como al desvincularse de esa manera de de experimentar la gaycidad por medio de rechazar sus ademanes, su manera de hablar y al considerar que es incomprensible su forma de ser, pues se desliga de los beneficios que otorga el hecho de ser un varón.(Laguna-Maqueda, 2014)
Curiosamente, en ocasiones, una misma persona puede rechazar a los “jotos” y en otras situaciones, dependiendo el contexto, reconocerse como uno de ellos.
Respecto a otras formas de discriminación, resaltan el acceso a los recursos económicos y capacidad adquisitiva, la frecuente exaltación de la juventud, el tamaño del pene o de la belleza que hace que los varones interioricen los ideales de belleza y los comparen con su persona, con lo que el sujeto reconoce su diferencia y se autoexcluye o bien se pasa horas en el gimnasio para revertir o transformar lo que la naturaleza les otorgó.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El objetivo de este artículo no es señalar a quienes se comportan de esta forma, pues como se ha expuesto, la gran mayoría nos hemos visto en la situación de ser juez y parte en lo que se refiere a comportamientos de exclusión de personas homosexuales y bisexuales.
Pocas son las personas que se permiten reconocer su propia homofobia; el identificar cómo se produce y reproduce, es el primer paso para combatirla y erradicarla del individuo y la colectividad.
Es necesario mostrar respeto a la lucha de cada uno y la forma en que decide expresarse, tan masculina o femenina como desee. Y si alguien que se encuentra “fuera del armario”, siente una fuerte aversión por los “colores y plumas” de los demás, entonces tenemos que preguntarnos qué está sucediendo, y tener que trabajar con nuestros prejuicios, por ejemplo, si nos avergonzamos de tomar la mano de nuestra pareja en la calle, dar un beso en un lugar público, o asumir un atuendo que nos es incómodo para guardar apariencias, siguiendo los estereotipos de género.
La homofobia interiorizada puede estar latente en gran parte de la población LGBT, tristemente, es parte del proceso de aprendizaje inicial del sujeto. Cuestionarla e identificarla es necesario, dejando de lado la cuestión política homosexual, para tener un desarrollo integral y satisfactorio, velando por nuestra propia salud mental y autoestima.
Referencias:
Laguna-Maqueda, O.(2014) Actuar como juez y parte, identificando la homofobia de y entre varones gay. Universidad de Guadalajara.
Laguna, O. (2013). Vivir a contracorriente. arreglos parentales de varones gay en la Ciudad de México.