El MIEDO es la estrategia de manipulación social más siniestra orquestada para ejercer control sobre las masas, tiene el propósito de reducir los esfuerzos por resistir un sistema opresor. En Colombia, esta estrategia ha sido utilizada de manera cínica para vender la falsa idea de seguridad.
Lo que sucedió entre el 21 y el 22 de noviembre es un acto de control motivado por el despertar de la población. El 21 de noviembre será una fecha inolvidable en la que los colombianos y colombianas de manera masiva por fin salieron a las calles a protestar pacíficamente por la injusticia social, la inequidad y la barbarie de la guerra, se trató de un ejemplarizante y hermoso ejercicio ciudadano.
Marchas en familia, con danzas, cantos y poesía, y con el sonido esperanzador de unas cacerolas que resonaron en toda Colombia y le gritaron al mundo sus inconformidades frente al incumplimiento de los acuerdos de paz, el asesinato de líderes y lideresas sociales, las masacres de la población indígena y las desafortunadas reformas económicas y políticas que amenazan con seguir menguando las condiciones de vida de la población.
Para muchos y muchas el 21 de noviembre será conocido como la noche de las cacerolas, la noche en que Colombia despertó, pero tristemente el 22 de noviembre será recordado como la noche de la expiación, una estrategia de pánico colectivo inducido por fuerzas invisibles que hicieron un esfuerzo desesperado por acallar y deslegitimar la protesta.
Crear problemas y después ofrecer soluciones, es una de las estrategias de manipulación política y de control social descritas por Noam Chomsky, consiste en crear un problema, como la situación de descontrol de la noche del 22 de noviembre con el fin de generar pánico, y luego ofrecer la aparente solución de la seguridad.
En momentos de tanta confusión es importante mantener la esperanza y la unión, las cacerolas deben sonar incluso con mayor fuerza; jugar con el miedo de un pueblo que ha sido tan duramente golpeado por la violencia, es jugar con el dolor de las víctimas del conflicto armado, de las familias de las personas desaparecidas, de la tierra que sigue llorando a sus muertos en el Cauca, jugar con el MIEDO, es un acto de cobardía.
Que no nos abandone la esperanza, ¡¡¡NO MÁS MIEDO¡¡¡