Hace apenas cinco meses escribía sobre la sumisión química mediante la introducción de alguna sustancia en la bebida de una mujer, hoy la situación se repite, pero en esta ocasión mediante el pinchazo en alguna parte del cuerpo con el mismo fin: lograr que la víctima pierda de conciencia para abusar de ella o robarle.
El primer caso en España se dio a conocer en mayo, cuando una chica entró en contacto con Ágora-consultora que ofrece información de género, educación e igualdad- y presentó un informa hospitalario en el que se reconoce haber sido inyectada con burundanga. Como ya sucedió con el otro método, y tras el primer caso, han sido cientos de chicas las que ya han denunciado la misma situación en varios locales nocturnos y festivales del territorio.
En esta ocasión desde que se dieron a conocer los primeros casos, la multitud comenzó a exigir un protocolo organizado para actuar ante este abuso. Así, por ejemplo, los departamentos de Igualdad, Feminismo, Salud e interior de Cataluña han ajustado el protocolo de actuación para llevar a cabo una estrategia ante estos sucesos.
En un inicio el protocolo destaca la importancia de que en caso de que una mujer crea que fue pinchada, se le atienda de inmediato y no se quede sola porque entre los síntomas está la pérdida de conciencia, mareos, vómitos o pérdida de la sensibilidad en extremidades. Además de no regresar directamente a casa, sino acudir a un centro sanitario acompañada.
Una vez en el centro, el protocolo activado es el de “Pinchazo accidental” y se pone en valor administrar o no profilaxis posexposición antes de que pasen 72 horas, por la posibilidad de que la aguja haya sido usada y poder contraer VIH. También se debe realizar un análisis toxicológico a la joven, y en caso de sospecha de agresión, se debe activar el protocolo apropiado para esos casos. Sin embargo, el pasado julio una joven dio alarma de ser pinchada y el Hospital Clínic de Barcelona no consideró oportuno la toma de muestras para estudiar el caso.
España no es el único país donde las mujeres están siendo violentadas mediante este método. En Francia, desde julio de 2021, cuando las discotecas volvieron a abrir, unos 300 casos fueron denunciados, aunque el primer suceso se dio en Reino Unido. Lo que deja claro que la violencia hacia las mujeres no es un hecho aislado.
Vemos, cómo una vez más, la libertad de las mujeres es coartada y son ellas las que tienen que cargar con el peso de ser drogadas involuntariamente, obviando toda responsabilidad del agresor, que logra, además, instaurar el miedo en la población femenina coartando su autonomía.