Recomendaciones Para Entrevistar a Víctimas de Violencia Sexual

December 27, 2021
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Víctima es quien sufre un daño, sin embargo, en el contexto sexual este no sólo es físico, el sujeto puede ser sometido a un daño psicológico, el cual es incluso más persistente que el anterior, por ello es importante conocer cada uno para poder brindar una atención personalizada y efectiva en la asesoría especializada, ya que tienen distintas modalidades, así como formas de abordaje.

La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de México, recoge un tipo muy específico, descrito como violencia sexual, siendo este “cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que, por tanto, atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer (principalmente), al denigrarla y concebirla como objeto.”

Dentro de la violencia sexual tenemos dos figuras muy recurrentes recogidas en la misma Ley además de la violación:

  • Hostigamiento sexual: “Es el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva.”
  • Acoso sexual: “Es una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.”

Como se puede observar, ambos se presentan en los mismos ambientes pero con la diferencia de las posiciones jerárquicas, es decir un sometimiento latente ya implícito como desventaja.

Dejando estas bases y la amplitud de posibilidades en las cuales se puede vivir violencia sexual, ¿cómo la abordamos para poder ayudar a la víctima?.


La conciencia sobre el impacto psíquico que el padecimiento del delito produce a la víctima, así como la constancia de los efectos perjudiciales que el paso por el sistema de justicia penal tiene en ella, han constituido un revulsivo que ha impulsado el surgir de prestadores especializados en servicios victimales. 

La labor del asesor es contribuir a llevar a cabo satisfactoriamente la asistencia victimal, siendo esta el conjunto integrado de mecanismos, procedimientos, programas, medidas y recursos de orden político, económico, social, cultural, entre otros, a cargo del Estado.

Para ello, la Dra. Villacampa Estiarte, define el estándar mínimo que deben cumplir todos los prestadores de servicios en contacto con las víctimas:

  • Ser fácilmente accesibles.
  • Deber de facilitar a la víctima apoyo emocional, social y material gratuito antes, durante y tras la investigación policial y proceso penal.
  • Ser plenamente capaces para tratar los problemas padecidos por las víctimas a las que asisten.
  • Facilitar a las víctimas información sobre sus derechos y los servicios disponibles.
  • Derivar a las víctimas a otros servicios cuando sea necesario.
  • Respetar la confidencialidad.

Es importante remarcar que, el especialista en víctimas no se improvisa, quien trabaja con ellas debe capacitarse para ello. Aún quien tiene aptitudes para la comunicación, habilidades para la escucha activa, observación detallada, capacidad para reducir la tensión emocional, paciencia, tolerancia a la frustración, disposición abierta para aceptar diferentes estilos de vida y otras similares, debe capacitarse con la ayuda de profesionales de las áreas de victimología, criminología, psicología, trabajo social, sociología, y medicina, con el fin de incorporar una variedad de técnicas, destrezas, habilidades e información adquiridas y desarrolladas por quienes tienen experiencia debido a trabajos anteriores.


PRIMER CONTACTO CON VÍCTIMAS

Un punto importante durante una investigación, es cómo debe abordarse por primera vez a la víctima de un incidente sexual; este procedimiento dependerá, primeramente de lo traumático que pudo haber representado el suceso. Para que un investigador aumente su capacidad de comprensión sobre las declaraciones, debe considerar las siguientes recomendaciones:

  • En su primer contacto, observar y sólo escuchar sin interrumpir. En este punto, el entrevistador debe estar consciente de los efectos fisiológicos que causa el estrés después de haber participado en algún hecho sexual de mucha tensión como: haber sido amagado por un arma de fuego, secuestrado, asaltado, violado, haber sufrido un intento de asesinato, o cualquier incidente que generó adrenalina y un alto consumo de glucosa en el cuerpo. Estos síntomas se observan físicamente por la palidez en su rostro, movimientos de temblor en manos y rodillas. En ocasiones es mejor esperar a que el sujeto se estabilice física y emocionalmente, dándole de tomar agua. En algunos casos es mejor dejarlos reposar un rato, para reiniciar posteriormente la entrevista.
  • Con las notas tomadas de la primera entrevista, en una segunda vuelta (en caso de haberse pausado), se puede interrumpir y pedir clarificación si existe confusión en lo que se aportó en un principio.
  • Durante la narración,es muy importante evitar hacer suposiciones o conjeturas sobre lo que quiere dar a entender la víctima o el testigo.
  • Permanecer atento y abierto ante cualquier observación y solicitud de los involucrados.
  • Ser siempre paciente y cortés, manteniendo las distancias de protocolo especialmente con el sexo opuesto.


J.T. Dillon en su libro The Practice of Questioning clasifica las preguntas y sugiere el siguiente protocolo para entrevistar testigos, el cuál puede ser adaptado y aplicado como base para las víctimas de violencia sexual:

  1. Preguntas abiertas. Son utilizadas al iniciar la entrevista, y algunas pueden ser contestadas en un formato cerrado de respuesta, Sí o No. En un principio, no debe abordarse directamente el incidente sexual que se investiga. El diseño de las preguntas abiertas es para contestarlas con facilidad. Ejemplos: ¿Cuál es su nombre? ¿Dónde vive actualmente? ¿Usted es familiar de la víctima?. En esta primera etapa se pueden recoger los datos de identificación de la víctima si no se cuenta ya con ellos.
  2. Narrativa abierta. En una segunda etapa, el investigador señala el incidente y pregunta a la víctima qué recuerda sobre lo ocurrido. El entrevistado debe contestar con sus propias palabras y el investigador sólo escuchar sin interrumpir.
  3. Preguntas directas. Al terminar el orden narrativo, el investigador busca aclaraciones pasando de lo general a lo específico, y de lo conocido a lo desconocido, evitando siempre utilizar durante sus preguntas palabras duras como: violación, mutilación, desangrado, desgarro, etc.
  4. Preguntas cruzadas. El entrevistador en una tercera etapa, analiza la información recabada y verifica algunas respuestas contra otras contestaciones que puedan presentar ambigüedad o contradicción. A la víctima se le solicita de nuevo que responda a las preguntas de las cuales se tenga duda, no se debe confundir esto con la confrontación, al hablar de temas sexuales se le da el beneficio de la duda a quien dice sufrirlos, esta etapa no pretende contradecir o negar, sólo verificar que sea coherente lo recabado o seguir investigando. 
  5. Preguntas de confirmación. Terminados los cuestionamientos y antes de terminar la entrevista, el investigador elabora un plan de preguntas confirmatorias para cerrar la sesión; ejemplos: ¿Es correcto lo siguiente…? ¿Existe algo más al respecto?.

Para terminar la sesión, Dillon sugiere por experiencia personal, que el entrevistador debe guardar silencio, y dejar un espacio para escuchar mensajes secundarios. Usualmente las víctimas involucradas bajan su guardia y externan comentarios y mensajes subliminales valiosos, adicionales, como una liberación emocional, cuando perciben que la entrevista de protocolo ha terminado.

No es recomendable que repetitivamente se le tomen entrevistas a una víctima de este tipo de violencia para evitar la “revictimización”, aunque una segunda entrevista puede ser necesaria y justificable cuando exista la duda. La "reentrevista" se requiere cuando se presenta lo siguiente:

  • Llenar lagunas en la secuencia de los hechos en la declaración o por resultados de otras fuentes de indagatoria.
  • Buscar las causas que han creado conflictos sobre testimonios distintos.


VÍCTIMAS MENORES DE EDAD

Durante una entrevista con un menor de edad, una de las primeras recomendaciones es nunca hablarles desde una posición superior; es decir, de arriba hacia abajo. Los niños son tímidos y se cierran cuando se asustan, mirar para arriba a su entrevistador, es percibido emocionalmente como una amenaza. Al entrevistarlos personalmente, es aconsejable colocarse a su altura, sentándolos en la mesa junto con el entrevistador o hablándoles viéndolos directamente a los ojos en una posición de cuclillas.

Utilizar un lenguaje sencillo y apropiado a su nivel cognitivo ayuda a comunicarse mejor, muchos psicólogos especializados utilizan marionetas fingiendo la voz, para llamar la atención, romper su timidez y ganarse su confianza a través de un amigo ficticio o tomar la propia personalidad del niño, así como ejemplificar lo ocurrido de manera abstracta. 

Al entablar una plática directamente, se debe buscar provocar empatía en el menor entrevistado, hablando sobre un tema o personaje infantil de moda, o simplemente charlar sobre sus actividades de la escuela o comentar programas de televisión, deportes o filmes cinematográficos del momento.

Al platicar con un infante, por regla general se debe tratar de hacerlo preferentemente a solas para evitar la contaminación de sus mentores o personas que influyan emocionalmente en sus mensajes. En caso contrario, cuando el niño se resiste en hablar, llore o caiga en pánico e insista estar con sus padres o cuidadores para eliminar sus miedos, debe sentarse de preferencia en el regazo de uno de estos familiares que se tenga certeza de no haber participado en el acto de agresión sexual, pero se debe observar sus ojos en todas las preguntas. Es común que el estrés en lo que represente un temor o angustia, se exteriorice mirando y buscando la aprobación de sus tutores.

Durante la entrevista cuando se comenten los hechos, no se debe guiar la narración hacia un sentido (especialmente el sexual), es preferible dejar que el menor marque las pautas de su testimonio. Uno de los problemas mayores con que se encuentra el entrevistador de menores de edad, es descifrar si el niño está fantaseando o manipulando sus propias narraciones. Para corroborar esto, intencionalmente se colocan trampas en sus dichos, para que él lo corrija, y nos aseguremos que se conduce con verdad.

En una investigación de violencia sexual en la que un menor se vea involucrado, el especialista, regularmente un psicólogo, puede documentar la entrevista para evitar exponer nuevamente al niño, niña o adolescente a pasar por una segunda investigación y procurar mayores afectaciones psicológicas durante la investigación judicial. Esto estará determinado por la normativa procesal de cada país, para asegurar la validez de la información recabada como prueba.


Por último, cabe señalar un fenómeno llamado “disociación ideoafectiva”, se puede observar cuando la víctima de un hecho traumático puede verbalizar (declarar) con toda la calma y aparentes detalles sobre lo ocurrido, esto no debe se confundido con fortaleza o que está mintiendo; puede presentar este mecanismo de defensa para evitar que su psique se quebrante, a pesar de la calma visible que pueda presentar durante la declaración justo después de la agresión sexual, debe tener seguimiento y atención para evitar secuelas.


Referencias:

  • González. P., J. F. & Coyotzi R., A.. (2021). El dictamen criminológico. LexAnaya, México.
  • ASIS Internacional. (2013). Manual del investigador profesional.
  • Hermida, S. L. (2008). Manual de Victimología. Salamanca: CISE Universidad de Salamanca.
  • Sumalla, J. T. (2010). Víctimas Olvidadas. Valencia: Tirant lo blanch.

Recomendaciones Para Entrevistar a Víctimas de Violencia Sexual

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December 15, 2021

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Víctima es quien sufre un daño, sin embargo, en el contexto sexual este no sólo es físico, el sujeto puede ser sometido a un daño psicológico, el cual es incluso más persistente que el anterior, por ello es importante conocer cada uno para poder brindar una atención personalizada y efectiva en la asesoría especializada, ya que tienen distintas modalidades, así como formas de abordaje.

La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de México, recoge un tipo muy específico, descrito como violencia sexual, siendo este “cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que, por tanto, atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer (principalmente), al denigrarla y concebirla como objeto.”

Dentro de la violencia sexual tenemos dos figuras muy recurrentes recogidas en la misma Ley además de la violación:

  • Hostigamiento sexual: “Es el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva.”
  • Acoso sexual: “Es una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.”

Como se puede observar, ambos se presentan en los mismos ambientes pero con la diferencia de las posiciones jerárquicas, es decir un sometimiento latente ya implícito como desventaja.

Dejando estas bases y la amplitud de posibilidades en las cuales se puede vivir violencia sexual, ¿cómo la abordamos para poder ayudar a la víctima?.


La conciencia sobre el impacto psíquico que el padecimiento del delito produce a la víctima, así como la constancia de los efectos perjudiciales que el paso por el sistema de justicia penal tiene en ella, han constituido un revulsivo que ha impulsado el surgir de prestadores especializados en servicios victimales. 

La labor del asesor es contribuir a llevar a cabo satisfactoriamente la asistencia victimal, siendo esta el conjunto integrado de mecanismos, procedimientos, programas, medidas y recursos de orden político, económico, social, cultural, entre otros, a cargo del Estado.

Para ello, la Dra. Villacampa Estiarte, define el estándar mínimo que deben cumplir todos los prestadores de servicios en contacto con las víctimas:

  • Ser fácilmente accesibles.
  • Deber de facilitar a la víctima apoyo emocional, social y material gratuito antes, durante y tras la investigación policial y proceso penal.
  • Ser plenamente capaces para tratar los problemas padecidos por las víctimas a las que asisten.
  • Facilitar a las víctimas información sobre sus derechos y los servicios disponibles.
  • Derivar a las víctimas a otros servicios cuando sea necesario.
  • Respetar la confidencialidad.

Es importante remarcar que, el especialista en víctimas no se improvisa, quien trabaja con ellas debe capacitarse para ello. Aún quien tiene aptitudes para la comunicación, habilidades para la escucha activa, observación detallada, capacidad para reducir la tensión emocional, paciencia, tolerancia a la frustración, disposición abierta para aceptar diferentes estilos de vida y otras similares, debe capacitarse con la ayuda de profesionales de las áreas de victimología, criminología, psicología, trabajo social, sociología, y medicina, con el fin de incorporar una variedad de técnicas, destrezas, habilidades e información adquiridas y desarrolladas por quienes tienen experiencia debido a trabajos anteriores.


PRIMER CONTACTO CON VÍCTIMAS

Un punto importante durante una investigación, es cómo debe abordarse por primera vez a la víctima de un incidente sexual; este procedimiento dependerá, primeramente de lo traumático que pudo haber representado el suceso. Para que un investigador aumente su capacidad de comprensión sobre las declaraciones, debe considerar las siguientes recomendaciones:

  • En su primer contacto, observar y sólo escuchar sin interrumpir. En este punto, el entrevistador debe estar consciente de los efectos fisiológicos que causa el estrés después de haber participado en algún hecho sexual de mucha tensión como: haber sido amagado por un arma de fuego, secuestrado, asaltado, violado, haber sufrido un intento de asesinato, o cualquier incidente que generó adrenalina y un alto consumo de glucosa en el cuerpo. Estos síntomas se observan físicamente por la palidez en su rostro, movimientos de temblor en manos y rodillas. En ocasiones es mejor esperar a que el sujeto se estabilice física y emocionalmente, dándole de tomar agua. En algunos casos es mejor dejarlos reposar un rato, para reiniciar posteriormente la entrevista.
  • Con las notas tomadas de la primera entrevista, en una segunda vuelta (en caso de haberse pausado), se puede interrumpir y pedir clarificación si existe confusión en lo que se aportó en un principio.
  • Durante la narración,es muy importante evitar hacer suposiciones o conjeturas sobre lo que quiere dar a entender la víctima o el testigo.
  • Permanecer atento y abierto ante cualquier observación y solicitud de los involucrados.
  • Ser siempre paciente y cortés, manteniendo las distancias de protocolo especialmente con el sexo opuesto.


J.T. Dillon en su libro The Practice of Questioning clasifica las preguntas y sugiere el siguiente protocolo para entrevistar testigos, el cuál puede ser adaptado y aplicado como base para las víctimas de violencia sexual:

  1. Preguntas abiertas. Son utilizadas al iniciar la entrevista, y algunas pueden ser contestadas en un formato cerrado de respuesta, Sí o No. En un principio, no debe abordarse directamente el incidente sexual que se investiga. El diseño de las preguntas abiertas es para contestarlas con facilidad. Ejemplos: ¿Cuál es su nombre? ¿Dónde vive actualmente? ¿Usted es familiar de la víctima?. En esta primera etapa se pueden recoger los datos de identificación de la víctima si no se cuenta ya con ellos.
  2. Narrativa abierta. En una segunda etapa, el investigador señala el incidente y pregunta a la víctima qué recuerda sobre lo ocurrido. El entrevistado debe contestar con sus propias palabras y el investigador sólo escuchar sin interrumpir.
  3. Preguntas directas. Al terminar el orden narrativo, el investigador busca aclaraciones pasando de lo general a lo específico, y de lo conocido a lo desconocido, evitando siempre utilizar durante sus preguntas palabras duras como: violación, mutilación, desangrado, desgarro, etc.
  4. Preguntas cruzadas. El entrevistador en una tercera etapa, analiza la información recabada y verifica algunas respuestas contra otras contestaciones que puedan presentar ambigüedad o contradicción. A la víctima se le solicita de nuevo que responda a las preguntas de las cuales se tenga duda, no se debe confundir esto con la confrontación, al hablar de temas sexuales se le da el beneficio de la duda a quien dice sufrirlos, esta etapa no pretende contradecir o negar, sólo verificar que sea coherente lo recabado o seguir investigando. 
  5. Preguntas de confirmación. Terminados los cuestionamientos y antes de terminar la entrevista, el investigador elabora un plan de preguntas confirmatorias para cerrar la sesión; ejemplos: ¿Es correcto lo siguiente…? ¿Existe algo más al respecto?.

Para terminar la sesión, Dillon sugiere por experiencia personal, que el entrevistador debe guardar silencio, y dejar un espacio para escuchar mensajes secundarios. Usualmente las víctimas involucradas bajan su guardia y externan comentarios y mensajes subliminales valiosos, adicionales, como una liberación emocional, cuando perciben que la entrevista de protocolo ha terminado.

No es recomendable que repetitivamente se le tomen entrevistas a una víctima de este tipo de violencia para evitar la “revictimización”, aunque una segunda entrevista puede ser necesaria y justificable cuando exista la duda. La "reentrevista" se requiere cuando se presenta lo siguiente:

  • Llenar lagunas en la secuencia de los hechos en la declaración o por resultados de otras fuentes de indagatoria.
  • Buscar las causas que han creado conflictos sobre testimonios distintos.


VÍCTIMAS MENORES DE EDAD

Durante una entrevista con un menor de edad, una de las primeras recomendaciones es nunca hablarles desde una posición superior; es decir, de arriba hacia abajo. Los niños son tímidos y se cierran cuando se asustan, mirar para arriba a su entrevistador, es percibido emocionalmente como una amenaza. Al entrevistarlos personalmente, es aconsejable colocarse a su altura, sentándolos en la mesa junto con el entrevistador o hablándoles viéndolos directamente a los ojos en una posición de cuclillas.

Utilizar un lenguaje sencillo y apropiado a su nivel cognitivo ayuda a comunicarse mejor, muchos psicólogos especializados utilizan marionetas fingiendo la voz, para llamar la atención, romper su timidez y ganarse su confianza a través de un amigo ficticio o tomar la propia personalidad del niño, así como ejemplificar lo ocurrido de manera abstracta. 

Al entablar una plática directamente, se debe buscar provocar empatía en el menor entrevistado, hablando sobre un tema o personaje infantil de moda, o simplemente charlar sobre sus actividades de la escuela o comentar programas de televisión, deportes o filmes cinematográficos del momento.

Al platicar con un infante, por regla general se debe tratar de hacerlo preferentemente a solas para evitar la contaminación de sus mentores o personas que influyan emocionalmente en sus mensajes. En caso contrario, cuando el niño se resiste en hablar, llore o caiga en pánico e insista estar con sus padres o cuidadores para eliminar sus miedos, debe sentarse de preferencia en el regazo de uno de estos familiares que se tenga certeza de no haber participado en el acto de agresión sexual, pero se debe observar sus ojos en todas las preguntas. Es común que el estrés en lo que represente un temor o angustia, se exteriorice mirando y buscando la aprobación de sus tutores.

Durante la entrevista cuando se comenten los hechos, no se debe guiar la narración hacia un sentido (especialmente el sexual), es preferible dejar que el menor marque las pautas de su testimonio. Uno de los problemas mayores con que se encuentra el entrevistador de menores de edad, es descifrar si el niño está fantaseando o manipulando sus propias narraciones. Para corroborar esto, intencionalmente se colocan trampas en sus dichos, para que él lo corrija, y nos aseguremos que se conduce con verdad.

En una investigación de violencia sexual en la que un menor se vea involucrado, el especialista, regularmente un psicólogo, puede documentar la entrevista para evitar exponer nuevamente al niño, niña o adolescente a pasar por una segunda investigación y procurar mayores afectaciones psicológicas durante la investigación judicial. Esto estará determinado por la normativa procesal de cada país, para asegurar la validez de la información recabada como prueba.


Por último, cabe señalar un fenómeno llamado “disociación ideoafectiva”, se puede observar cuando la víctima de un hecho traumático puede verbalizar (declarar) con toda la calma y aparentes detalles sobre lo ocurrido, esto no debe se confundido con fortaleza o que está mintiendo; puede presentar este mecanismo de defensa para evitar que su psique se quebrante, a pesar de la calma visible que pueda presentar durante la declaración justo después de la agresión sexual, debe tener seguimiento y atención para evitar secuelas.


Referencias:

  • González. P., J. F. & Coyotzi R., A.. (2021). El dictamen criminológico. LexAnaya, México.
  • ASIS Internacional. (2013). Manual del investigador profesional.
  • Hermida, S. L. (2008). Manual de Victimología. Salamanca: CISE Universidad de Salamanca.
  • Sumalla, J. T. (2010). Víctimas Olvidadas. Valencia: Tirant lo blanch.

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