¿Qué pasa por tu alma?
¿Qué corre por tus venas?
¿Qué sientes cuando matas?
¿Qué hay en tu conciencia?
¿Te gobierna la guerra?
¿Te gobierna la tierra?
¿Quién es el que te ordena?
LOS CRÍMENES DEL SEÑOR MATANZA
Nadie se escapa de la matanza, ni las mujeres, ni los hombres, ni las niñas, ni los niños, ni la población indígena, campesina, afro, ni la urbana. Tampoco se escapan los líderes y lideresas, ecologistas, periodistas, docentes, excombatientes, ni siquiera las y los indiferentes. Cada día que pasa se regocija el Señor Matanza, se para sobre la cima de una montaña de huesos, y parece que nadie lo alcanza.
Todos y nadie saben de quién se trata, a él no le importa, simplemente avanza, no respeta la vida, no se conmueve con nada, su deseo de sangre es cada vez más fuerte, atrapa en sus redes a los más inocentes. En Cali y Nariño, sus últimas víctimas suman en dos días un total de trece (13), desafortunadamente niños y jóvenes tuvieron que enfrentar la muerte.
El Señor Matanza, es culpable de los cientos de masacres en Colombia, los cerca de mil lideres y lideresas asesinados y asesinadas en la transición del conflicto al posconflicto, la muerte violenta de más de cien excombatientes, el exterminio de la población indígena, reclutamientos ilegales de niños y niñas, crímenes de odio, desplazamientos y desapariciones forzadas, violencia contra las mujeres, feminicidios y amenazas a todo lo que represente PAZ.
Pero ¿Qué es lo que pasa? ¿Quién es el Señor Matanza? ¿Por qué hace lo que hace? ¿A quién obedece? ¿Cuáles son sus intereses? Parece que la justicia no se hace estos interrogantes y simplemente ignora el olor a muerte. Parece que no importa mientras no te afecte, parece que la indignación a veces no aparece. El Señor Matanza es la suma de todos los miedos, es el rostro del fanatismo endémico, es hijo del patriarcado, misógino, racista, homofóbico y sumamente violento.
Y es que el Señor Matanza, es quién está detrás de los genocidios sociales, lo saben los familiares de los líderes y lideresas, lo saben los vecinos y las vecinas, lo saben las madres de los “falsos positivos”, incluso lo sabe el más desprevenido o desprevenida. Y aunque es un secreto a voces, pocos y pocas se atreven a mencionar su nombre es parte de la cultura de la muerte. Esa cultura en la que el Estado negligente se vuelve cómplice y la sociedad indiferente se convierte en su celestina.
EL FIN DEL SEÑOR MATANZA
¿Cuándo llegará tu fin Señor Matanza? ¿Cuándo llegará el reinado de la Vida? ¿Cuándo pararán los ríos de sangre? ¿Cuándo te alcanzará la verdadera justicia? Ojalá pronto llegue tu caída y la de tu ejército de depredación, ojalá tu vasto imperio de muerte se derrumbe ante tus ojos y por fin caiga sobre ti el peso de tu conciencia.
Ojalá termine tu violencia, cese tu magnificencia y cada día menos te sigan y más te aborrezcan. Tus crímenes serán castigados, aunque te proclames el amo de la vida y de la muerte, no eres más que un simple esclavo de ciertos intereses, un títere del poder, un peligroso cabo suelto de quienes mueven los hilos invisibles. Y cuando ya no sirvas para los fines de los violentos, llegará sin duda tu caída.
Entiende, la sensibilidad social y la empatía son el principio de tu fin, los actos de amor y solidaridad, la valentía de quienes te denuncian, la resistencia social, la movilización de los colectivos de víctimas, el empoderamiento femenino y la esperanza en una paz posible, sin duda menguan tu poder.
Señor Matanza, creaste un imperio basado en el miedo, acostumbrado a los osarios, olvidaste que la vida es sagrada, que todavía existe bondad, que la esperanza es lo último que se pierde y que un día la sociedad no soportará más la cultura de la muerte. Un día veremos tu fin Señor Matanza. Un día, las y los inocentes se levantarán contra ti y no habrá un rincón en el que te puedas esconder.
Y llegará el día en que las madres, los padres, las abuelas y abuelos, los hijos, las hijas de todas tus víctimas y las personas de paz no tendrán más muertos que llorar, ni más sueños que enterrar. Parará el intenso llanto del corazón y la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición, cobrarán un sentido.
¡LA VIDA ES SAGRADA, NO MÁS CULTURA DE LA MUERTE!