Triste e indignante es la noticia que se recibe a diario de que lideresas y líderes sociales por defender su territorio, sus derechos y criticar el mal gobierno son desaparecidos, torturados y asesinados, ¿por quién? ¿quiénes son los culpables de esta masacre?; más de 1.000 líderes sociales han sido asesinados desde el 2016, más de 500 han recibido amenazas, se han reportado cerca de 800 violaciones a los derechos humanos y aun no se ha realizado ninguna acción contundente por parte del gobierno y del estado para frenar y esclarecer los hechos que suceden alrededor de esta situación.
¿Por qué mencionar la ineficiencia del gobierno y el estado en esto? En lo que vamos del 2020 en 55 masacres han sido asesinadas 218 personas y se afirma que el 2019 fue uno de los años más violentos contra los defensores de los derechos humanos. Se supone que el poder que tiene el gobierno en el territorio debe ser en pro del cuidado de la población y garantizar una vida de calidad y en las mejores condiciones, pero, el poder es ante todo derecho de apropiación, y aunque Foucault (1998) lo mencionaba como un acto del pasado, podemos evidenciar que esto sucede todavía, “es un derecho de apropiación de las cosas, del tiempo, de los cuerpos y finalmente de la VIDA; que culmina en el privilegio de apoderarse de esta última para suprimirla” (p.126).
Se han tomado el derecho de decidir sobre la vida de aquellos y aquellas que la defienden, por el simple hecho de no aceptar la imposición de creencias y formas de organización que se establecen como norma, “se debe a que el poder reside y se ejerce en el nivel de la vida, de la especie, de la raza y de los fenómenos masivos de población” (Foucault, 1998, p.128).
El estado ha sido responsable claramente de algunos de estos asesinatos, por ejemplo, lo sucedido hace algunos días en Bogotá luego del abuso policial que se evidenció con el abogado Javier Ordoñez y la masacre que se generó luego de la indignación de las personas que salieron a manifestar en contra de este abuso, 13 jóvenes más fueron asesinados, también podemos recordar lo sucedido con campesinos de Tumaco los cuales recibieron impactos de bala por parte de la fuerza pública, la que se supone, tiene como función defender a la comunidad en vez de atacarla, esta responsabilidad no ha sido aceptada, así como tampoco se ha reconocido el funcionamiento de autodefensas o paramilitares, grupos ilegales que se han ido apoderando del territorio que ha dejado la guerrilla de las FARC luego de firmar el acuerdo de paz.
Como lo menciona el Líder social Leyner Palacios, las autodefensas y el clan del golfo no funcionan sin que el estado no tenga conocimiento, es decir, estos grupos se ubican en zonas por 4 o 5 meses y nunca se presenta un enfrentamiento con las fuerzas militares, aunque se denuncia por parte de la comunidad la presencia de estas personas en su territorio, policías y militares no realizan ninguna acción, “estamos súper convencidos que esto es una estrategia conjunta de articulación y de control entre militares y Autodefensas Gaitanistas de Colombia”.
Al no reconocer el funcionamiento de estos grupos ilegales, el estado y el gobierno están legitimando el asesinato de estos defensores y defensoras de las comunidades. Y es que el poder que tienen no es solo de asesinar y permitir que esto suceda, sino también, se enfocan en dos sentidos, por un lado hay poder sobre la vida al centrarse en el cuerpo como máquina, querer adiestrar e integrar a la población en sistemas de control eficaces, aquí podemos mencionar, por ejemplo, la educación técnica y el querer reproducir solo mano de obra barata para cumplir con objetivos económicos específicos, o el déficit en la educación pública que forma un pensamiento crítico el cual torna difícil la dominación de aquellas personas que participan de estos espacios, su objetivo finalmente, en este sentido, será eliminar las instituciones públicas para controlar los conocimientos y formas de pensar.
El segundo plano se presenta en el control de los nacimientos y mortalidad, el nivel de salud y duración de la vida, lo que se reconoce como biopolítica de la población. En este sentido, podemos pensar que, si no se logra un control efectivo sobre la disciplina de toda la población, se ejerce el poder sobre la vida, se asesina y se esconde la responsabilidad, se limita el acceso a un sistema de salud de calidad, la disciplina se relaciona directamente con la función de invadir la vida enteramente, controlar los intereses de educación, la organización de la población y los recursos y autonomía de los territorios (Foucault, 1998).
Teniendo en cuenta lo anterior, la regulación de la población corresponde también a la relación entre recursos y habitantes, allí encontramos la disputa por el territorio, donde se presentan denuncias ligadas a la explotación de los recursos naturales en nuestro país, otra de las causas por las cuales se amenaza la vida, el control de los cultivos y utilización de químicos para la producción afecta la vida de las personas campesinas y agricultoras, es el poder de controlar el cuerpo y su salud.
Pero allí no es el único campo donde funciona el poder sobre la vida, entra otro tema que es la sexualidad, el poder de querer controlarla, el asesinato de población LGBTI. La persecución a la sexualidad se da, según Foucault (1998), desde el siglo XIX, donde “en la unión del cuerpo y la población, el sexo se convirtió en blanco central para un poder organizado alrededor de la gestión de la vida” (p.137), se quiere ejercer el poder a través de la sexualidad, quieren controlar cada uno de los aspectos de nuestras vidas.
En los últimos años, por ejemplo, fueron asesinadas 549 personas LGBTI, además, Colombia Diversa indica que las amenazas vienen en aumento: 32 en 2013, 47 en 2015, 49 en 2016 y 66 en 2017. De estas 217, 75 habrían sido perpetradas por grupos armados, sobre todo paramilitares; los estudios que se realizaron para sacar estas cifras indican que en muchos casos los que cometen estos crímenes hacen parte de bandas que piensan necesaria la “limpieza” de los territorios de personas que consideran peligrosas para el orden social, “se mata legítimamente a quienes significan para los demás una especie de peligro biológico” (Foucault, 1998, p. 128).
En el acuerdo de paz firmado con las FARC se reconoce a la población LGBTI como víctimas de la conflagración interna y por esto se exige al gobierno actuar frente a esta situación específica, la mayoría de asesinatos se da por el prejuicio que se tiene frente a la identidad de género de las personas, el salirse de la norma heterosexual, que se ha afianzado en la sociedad, es un riesgo para la vida, como lo menciona Stoler, la regulación o violencia corporal o biológica no fue un accidente, hace parte del accionar del estado frente a la disciplina y control de las personas, la biopolítica ayuda a involucrar la vida y la muerte, pero ¿qué tipo de vida? ¿cómo se entendería la muerte?
Lo anterior son interrogantes que nos permiten reflexionar frente a la forma como vivimos y el valor que le damos a la muerte, como Miller (2015) lo menciona, recientemente no se da un interés por la buena vida sino por la cantidad de vida, claramente con las reflexiones anteriores, podemos pensar que el gobierno NO brinda una buena vida, el interés propio e individual que se desarrolla con el capitalismo finalmente es un deseo de aquellos que se han tomado el poder desde hace muchos años en el país, el deseo de producción masiva a costa de químicos y sustancias que afectan la vida de la población, además de su economía y tranquilidad, es un ejemplo de esto.
El control de los cuerpos y la sexualidad también es una situación reciente por ser un tema de la arena publica, el debate sobre ideología de género tiene que ver con esto, es una manipulación de los significados, por ejemplo, el tergiversar el significado de género y condenar a las personas que salen del modelo heterosexual como un peligro para la sociedad.
Pero frente a este poder hay quienes luchan, es importante rescatar el poder que han tomado las comunidades para defender su vida como un derecho, es la apuesta de las luchas políticas, la exigencia de una vida digna sin estar sometidos a controles territoriales, corporales y sexuales, el derecho a vivir plenamente en su territorio con sus recursos, su expresión, sus cuerpos y autonomía.
Que no silencien a los que alzan su voz por defender la vida, el territorio y la libertad, porque finalmente son los que defienden intereses colectivos por el bienestar de toda la comunidad, son aquellos que sin miedo dicen lo que sienten y piensan, debemos eliminar el derecho que creen tener para callar y dominar, pues defendemos la libertad desde diferentes aristas, ante todo la critica sin restricción alguna.
¡Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio!
REFERENCIAS
Foucault, Michel. (1998) [1976]. “Derecho de muerte y de poder sobre la vida” en: Historia de la sexualidad. Madrid: Siglo XXI Editores, pp. 125-150
Miller, Ruth. (2015). “Biopolitics”, in the Oxford Handbook of Feminist Theory Published online January 2015. DOI:
Noticias caracol. (2017, junio 29). Durante 2016 fueron asesinadas 108 personas LGBTI en Colombia.
Revista semana. (2019, septiembre 8). Colombia, segundo país de América latina donde son asesinadas mas personas LGBTI.
Soto, Laura. (2017, octubre 22). “el fenómeno de las autodefensas es una estrategia de Estado”: Leyner Palacios. La silla vacía.