Foto David Pirachicán. 2018

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A diario, un número significativo de mujeres jóvenes acuden al skatepark de la sexta con cincuenta en la ciudad de Bogotá a practicar un deporte que históricamente se ha constituido para hombres pero que en la actualidad y gracias al crecimiento e incidencia en la participación de mujeres en escenarios deportivos y calles, estas han logrado constituir nuevas dinámicas de interacción en espacios donde por diferentes factores esencialmente culturales la mujer no podía practicar un deporte sobre ruedas que le implica movilizarse fuera de su espacio naturalmente concebido para ellas como el “hogar” o de lo poco “femenino” que se ve para una dama estar saltando sobre una tabla, cayéndose y enmugrándose.

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Este escrito hace parte de un ejercicio prematuro de observación e interacción sobre geografía de género el cual busca identificar la participación de la mujer en escenarios deportivos públicos y las implicaciones de asumir la construcción de una vida en proceso de desarticulación con los modelos tradicionales impositivos y sexistas.

Alejandra, Andrea  y Camila: tres mujeres entre los 19 y 25 años respondieron unas preguntas y hablaron sobre algunas de sus experiencias en los skateparks y calles de la ciudad.

¿Qué percepciones identificas de las personas en los diferentes espacios de tu vida pública y privada sobre el deporte que practicas?

Alejandra: en la universidad y el trabajo encuentro opiniones y actitudes más abiertas y comprensibles y digamos que en mi casa o con mi familia encuentro juzgamientos que se tornan incómodos pero que con el tiempo ya los encuentro graciosos, me han preguntado si fumo marihuana o que si soy lesbiana, cuestionan mi rendimiento académico en la u y me preguntan: ¿cómo se va a poner una falda con esas piernas todas moradas y raspadas?

Yo creo que las percepciones son diferentes según la formación de vida de las personas, creo que falta sensibilidad y respeto, por ejemplo en la calle me morbosean resto los ciclistas, taxistas, buseteros, en fin. Al principio el achante es fuerte, luego comienzas a enfrentar en la vida real esas cosas que nunca nos enseñaron a afrontar a las mujeres y que gracias a este deporte he podido aprender y asumir para romper estigmas.

En la geografía de género es importante indagar líneas de investigación que denotan las desigualdades y relaciones de poder en espacios determinados como los skeatepark donde hay mayor presencia de hombres, bajo esta dinámica se formuló la siguiente pregunta: ¿En el tiempo que llevas practicando este deporte, han evidenciado algún tipo de violencia y/o discriminación de hombres hacia mujeres?

Andrea: son dos meses los que llevo practicando el skate y sí, hay más hombres que mujeres pero contrario a otros lugares me he sentido acogida por los manes, los amigos de mi novio que fue quien me metió en este cuento se preocupan cuando me caigo y en la mayoría de veces me enseñan lo que más pueden y saben.

Y he visto parches de nenas muy tesas con mucho nivel, las patrocinan marcas al igual que los manes y en lo que entiendo hasta ahora las llevan de viaje a eventos donde pueden mostrar el nivel.

Es en la calle cuando voy en tabla o a pie que siento más violencia de hombres con sus piropos aberrantes y de mujeres que se burlan por mi forma de vestir, la doble moral.

Respecto a las redes la geografía de género busca en estas analizar a nivel social la solidaridad y resistencias que se establecen como iniciativas o colectividades que inciden en la resolución de problemáticas en espacios dominados por algún género.

¿Haces parte de alguna iniciativa colectiva con hombres y/o mujeres que practican skate?

Camila: curiosamente hoy me reuní con mis parceras para rodar y adelantar detalles para el lanzamiento de una marca de ropa y accesorios en la que hemos venido camellando, aprovechamos el conocimiento de las diferentes carreras que estudiamos esperamos tener buena acogida, todo ha sido con las uñas porque la universidad requiere de mucho tiempo. Queremos transmitir un mensaje positivo con esta idea y poder sostenernos para nuestras cositas, ser algo independientes.