Desde el 2016, el flujo de migrantes de Venezuela a Colombia ha incrementando exponencialmente. La migración es un fenómeno en donde la población, en su mayoría, requiere de servicios básicos simples como acceso a la salud, educación, empleo y servicios públicos. No obstante, en la última fase de la migración del vecino país a Colombia, se ve marcada por la falta y ausencia de garantía de estos servicios y derechos a esta población, muchas veces por la incapacidad institucional del país, a pesar de los grandes avances y esfuerzos que se ha hecho, o por barreras como la falta de documentación y los altos porcentajes de irregularidad.
En las migraciones internacionales, los movimientos poblaciones de mujeres son muy significativos, no solo por el número de personas que involucran, sino también porque presentan características propias que los distinguen de los movimientos poblacionales masculinos. La perspectiva de género aplicada a los fenómenos migratorios ha sido muy útil para demostrar que las migraciones no son neutrales en cuanto al sexo, y de esta manera, entender en profundidad las migraciones femeninas. Estos estudios reflejan las desigualdades entre hombres y mujeres que intervienen en los procesos migratorios.
Respecto a la caracterización de esta población en Colombia, estudios y autoridades migratorias demuestran que actualmente existe una leve diferencia entre hombres y mujeres. En promedio y por año, ingresan 49,4% mujeres y 50,6% hombres al país. No obstante, este fenómeno ha ido cambiando, ya que en el 2016 este porcentaje era de 46,7% mujeres y 53,3% hombres. Lo que da indicio de que cada vez, las mujeres migran mucho más. Además, es importante resaltar y tener en cuenta que al hacer esta clasificación de sexo, excluye otros perfiles de migrantes como los transgénero, que no hay un porcentaje o cálculo exacto según estudios.
Por lo anterior, ACNUR realizó una encuesta en 2017, a población migrante y encontró que sí hay unos perfiles poblacionales específicos que requieren atención y protección internacional por su estado de vulnerabilidad:
- Mujeres (49% según RAMV, 2018)
- Personas LGBTI (0,075% según RAMV, 2018)
- Niños, niñas y adolescentes sin acompañamiento
Los riesgos de ser mujer y llegar a un país que no conoces y donde debes velar por tu integridad, son muchos. Por un lado, hay alerta sobre las mujeres y niñas que son expuestas al delito de trata. Un delito altamente grave que viola los Derechos Humanos. En las zonas de frontera se ha incrementado la prostitución y la explotación sexual de mujeres venezolanas, a quienes no se les garantizan las condiciones mínimas de seguridad y salubridad, y son sometidas a extensas jornadas laborales debido a las dinámicas de control de las diversas economías ilegales y otros delitos como la trata de personas con fines de explotación laboral o sexual.
Por otro lado, el número de mujeres gestantes es alto. En total desde el 2016 a abril de 2020, 18.853 mujeres gestantes han sido atendidas en el país por el ICBF. Los departamentos con mayor porcentaje de mujeres gestantes son Bogotá D.C., (21,4%), Atlántico (9,9%), La Guajira (9,8%), Magdalena (8,8%) y Cesar (5,4%). En general, son muchas mujeres gestantes que requieren servicios de salud y acompañamiento en su embarazo, sin contar, con las atenciones que sus hijos demanden una vez nazcan.
Betty Pedraza Lozano, directora de la Corporación Espacios de Mujer, una ONG en Medellín, Antioquia, resaltó que "las mujeres y niñas migrantes en condición irregular están expuestas a mayores riesgos de violencia, explotación y la trata debido a las restricciones de viaje internas y externas, dificultades en acceso a salud y falta de documentación. Lo anterior, sin contar que en muchas ocasiones, algunas mujeres deciden por su propia voluntad ejercer el trabajo sexual para poder subsistir y aún así, trabajan sin garantías sociales ni laborales.
En 2019, y según un informe de la Red Departamental de Defensores de Derechos Humanos (CORPOREDDEH), que se soporta en datos del Instituto de Medicina Legal y Policía del Área Metropolitana de Cúcuta, se estimó que para ese año, el número de mujeres víctimas de “desaparición presuntamente forzada” fue 43. Según el artículo La Trocha del portal Universocentro, las trochas más peligrosas quedan en dos sectores: las que conectan a San Antonio del Táchira con La Parada, sector de Villa del Rosario, municipio del área metropolitana de Cúcuta; y las que conectan al municipio venezolano de Ureña directamente con un barrio cucuteño llamado El Escobal. Todas las mujeres dicen que es más peligroso este último, por eso prefieren entrar a Colombia por San Antonio. “En una de las trochas de Ureña, siete hombres violaron a Gabriela”.
Los peligros y riesgos están día a día para estas mujeres y niñas, que no solo ingresas sin acompañantes, sino que están embarazadas o con más de un hijo a su cargo y deben llegar a un país a romper las adversidades y poder sobrevivir. Deben velar por su propia seguridad y la de sus seres, deben buscar ayuda y aún las políticas migratorias no tienen un enfoque de género ni abarcan cómo deberían tratar los aspectos de las mujeres, y lo que incumben a los hombres.
Por ejemplo, según un estudio de la Federación Internacional de Planificación Familia y Profamilia en 2019, la mayor necesidad insatisfecha en salud sexual y reproductiva de la población migrante es el acceso a servicios de planificación, la prevención de infecciones de transmisión sexual, educación integral para la sexualidad, prevención del embarazo adolescente y servicios de aborto seguro y de atención post-aborto.
Además, las mujeres que llegan al país, reflejan también diversidad y diferencias entre ellas. De acuerdo al Proyecto Migración Venezuela (2019), en 2019 había 536.299 mujeres venezolanas en Colombia. Al realizar una encuesta a 700 de ellas, se señaló que el 85% estaban en las zonas urbanas y 15% en zonas rurales. El 56,8% de ellas, tienen entre 19 y 59 años. De las actividades que más se dedicaban en Venezuela era ser comerciante y al cuidado del hogar, entre otros. De sus mayores razones por la que emigraron de Venezuela, son las escasez de alimentos (76,9%), búsqueda de recursos económicos (61,3%) y la inseguridad (23,5%) entre otras. De ellas, solo el 72,3% tienen permiso especial de permanencia y el 20,7% tienen ciudadanía colombiana.
Por otro lado, de acuerdo a la OIM (2020), unos de los trabajos más realizados por las mujeres migrantes, son los servicios personales, particularmente de niñas, niños, personas enfermas o dependientes y el mantenimiento de los hogares, tareas para las que muchas veces están sobrecalificadas. Estos servicios se han visto mayormente afectado con el contexto de la pandemia. Lo anterior, es efecto a la situación de precaización y desprotección social que implica una mayor exposición a la pérdida de ingresos y acceso imitado a los servicios de salud. Otro caso, son las trabajadoras del hogar donde hay un aumento de la carga de trabajo y en la mayoría de los países enfrentan la ausencia o el incumplimiento de la legislación/regulación laboral vigente en la materia y falta de valoración social de este tipo de trabajos. Por lo tanto, las trabajadoras migrantes tienen mayores niveles de vulnerabilidad que las trabajadoras locales, lo que las expone más a situaciones de discriminación y violencia.
Lo anterior, significa que las condiciones de la mayoría de mujeres que migran son variadas y las políticas y servicios que ofrecen los gobiernos deben responder a estas características. Si en la sociedad a nivel laboral y de oportunidades existe desigualdad de género, en un fenómeno migratorio, estas diferencias y desigualdades se pueden agudizar.
** Gran parte de las cifras e investigación son tomadas de un documento que realicé del Instituto Republicano Internacional para la Comisión Accidental del seguimiento a la crisis de Venezuela del Congreso de la República.
1. Ciurlo, A. (2015). La migración femenina y los cambios en las relaciones de género en las familias: el caso de las transmigrantes colombianas en Italia. OASIS, 21, 55-79. DOI