El Rey Pigmalión busco por largo tiempo
a una mujer perfecta con la cual contraer nupcias,
rendido, decidió esculpir una estatua que llamó Galatea,
Era una mujer tan bella que terminó enamorándose de ella,
y la deseo tanto, que aquella estatua hecha a su imagen
terminó por cobrar vida y vivió para complacer a su Rey”
Cadena perpetua de estereotipos y prejuicios; grilletes inclementes de patrones o moldes que debemos seguir; personas condenadas a perder el tiempo y la vida tratando de que otros y otras nos acepten bajo ciertos parámetros de “belleza”, comportamientos o formas de vivir. Creaciones pigmaliónicas perturbadas por la apariencia; banalidades incesantes que ocultan la verdadera esencia.
Esta es la sociedad de Pigmalión y Galatea…
La Perfecta Imperfección
Por el mundo caminan infinidad de Pigmaliones y Galateas, personas esclavizadas de la apariencia, creen que la “perfección” está en lo que consideran “belleza” y excluyen a quienes no están dentro de estos parámetros o de ciertos estilos de vida. Estas creaciones son como estatuas que viven de la admiración del otro o la otra; si no son foco de atención, se resquebrajan fácilmente; no aceptan ninguna “imperfección”, como si la belleza del mundo no fuera precisamente la perfección de la imperfección.
Todas las personas somos hermosamente imperfectas; las más bajas, estamos más cerca del prado; las más altas, más cerca del cielo; la diversidad, es el motor del mundo; el color de los ojos no nos hace ver de una forma diferente, azules o negros son el reflejo del alma; las cicatrices no son imperfecciones, son huellas de la vida; la rugosidad de la piel no es un defecto, es la impresión de cada recuerdo; las diferencias no nos separan, nos enriquecen; el color de la piel no es excluyente, es la policramia vital; en un mundo imperfecto, “la perfección” es aborrecimiento.
Estandarizar lo “perfecto” o “lo bello” puede ser horriblemente criminal, recordemos que la Galatea de Hitler fue la concepción de “los súper humanos”, su visión de una humanidad “perfecta” desencadenó el holocausto. No olvidemos la Galatea del Ku klux klan, capuchas blancas supremacistas que desataron una ola de crímenes raciales en Estados Unidos; Galateas peligrosas que fueron concebidas para perpetuar la exclusión.
Conceptos, como “belleza o perfección” son relativos, son arquetipos preconstruidos por algún Pigmalión para dominar, discriminar y propagar los prejuicios contra todo lo que se considere diferente. El racismo, eugenismo, patriarcalismo, ostracismo, supremacismo y clasismo, no son más que obras pigmaliónicas que nunca debieron cobrar vida; son creaciones de una sociedad barbárica y genocida.
Arquetipos de Dominación: No seamos Galateas
Los Pigmaliones y Galateas de la modernidad parecen figuras estancadas en el pasado; prevalecen los mitos de dominación y la creencia de mujeres perfectas; estos siguen siendo tiempos arcaicos; Pigmaliones opresores y Galateas dedicadas a servir a su creador. Las personas que se atreven a romper estos moldes son excluidas por cuenta de las creaciones pigmaliónicas. Pigmalión, no acepta la irreverencia; cosifica lo femenino. Además, tiene la creencia de que la vida ideal es el matrimonio y la descendencia de una mujer perfecta, de una que sólo lo obedezca, que sea su musa, su estatua y su creación.
No, no seamos Galateas, las mujeres somos perfectamente imperfectas y no tenemos que encajar en los moldes sociales para que nos acepten o para evitar ser juzgadas. Es hora de romper los arquetipos de una sociedad violenta y prejuiciosa; la crítica despiadada es sólo otra forma de violencia de un mundo de apariencias; la felicidad puede ser diversa, no existe una sola forma de vivir. El mundo es variado, como lo son también los estilos de vida.
Las normas sociales no son más que imposiciones pigmaliónicas de una sociedad que encasilla a las personas y excluye a quienes no responden a modelos parametrizados de conducta. Desde que nacemos nos imponen un rol en la sociedad, un modelo ideal; a las mujeres se nos trata como frágiles y bellas estatuas creadas para concebir y para una vida servil; sólo así seremos las perfectas Galateas. De lo contrario seremos como estatuas mutiladas; Venus de Milo sin brazos, mujeres incompletas.
Por andar de Pigmaliones y Galateas, la felicidad es abandonada sin ni siquiera darse cuenta; siempre viviendo del que dirán; se renuncia al amor, por la ley del prejuicio y los estándares. Es fácil olvidarse de sí mismo o de sí misma por darle gusto a los y las demás. La libertad es desplazada por un mundo de apariencias; derroteros miserables que nos reducen a expectativas ajenas, objetos de críticas constantes; productos vacíos de la superficialidad.
Sin embargo, existen anti galateas que de manera valiente han roto los moldes preconstruidos de un dispositivo excluyente; le dicen a la sociedad pigmaliónica: ¡No, yo no soy tu Galatea!, soy libre a mi modo; soy una perfecta imperfecta; soy un anti producto del pigmalionismo, no nací y crecí para servirte; ni menos aún para vivir de apariencias”. ¡Que el mundo tenga más anti Galateas y menos Pigmaliones!
La imperfección del mundo: "Sin la imperfección, ni tú ni yo existiríamos". "El universo de Stephen Hawking"