En este análisis se entreteje un acercamiento a la complejidad social del contexto que viven las mujeres y que suponen la composición de una agenda integral, aunada al reconocimiento de quienes han y siguen luchando por hacer de los derechos una realidad, para una vida libre de violencia.
En esencia, se pretende generar una reflexión sobre la urgente necesidad de hacer o apropiarnos de una agenda en el que las mujeres estemos contenidas, presentes y como decisoras, no al margen. Al respecto se conjugan los diversos elementos culturales, que como en cada época describen y dan voz a los pensamientos colectivos, como la música que toca con los ritmos y letras las mentes y la crítica.
Saberse mujer en un país profundamente desigual invita a la acción y a la indiferencia a las dos por igual, porque acercarse es sufrir y negarlo es morir, en ambas situaciones la violencia no desaparece, solo se habla o se calla. Las mujeres transitamos entre lo posible y lo imposible, lo permitido y lo prohibido, la heterosexualidad y la diversidad. Y en este devenir, la agenda política de las mujeres es urgente y necesaria para ser un medio para el Estado que permita las condiciones que contengan en la medida de lo posible la remontada escalada de violencias, representa por lo tanto, una esperanza de hacer frente a la indiferencia.
En este sentido, la agenda política de las mujeres representa la oportunidad de dar voz y sentido a las decisiones que históricamente han sido centralizadas en la visión masculina al ser los detentores del poder, una agenda política seria contribuiría en visibilizar las condiciones actuales y dar paso a los cambios para las siguientes generaciones.
Hoy mismo se discute en lo público diversos temas que parecieran en forma corresponder a las mujeres, pero en fondo están hablando de las profundas desigualdades sociales y estructurales que mantienen la condición de ciudadanía de segunda para nosotras, que se agudiza cuando se individualiza la condición de cada una, por ello, los feminismos y teorías de género han tenido entre sus virtudes enmarcar la interseccionalidad como un análisis imprescindible y que en las agendas parlamentarias y de gobierno se ha buscado sea transversal.
Ser y pertenecer a un estado que vigila constantemente la conducta de las mujeres en razón de las virtudes religiosas, marcadas por una sociedad que se quedó estancada en el siglo XX, es lo que hoy tiene como consecuencia un marco legal que criminaliza el cuerpo de las mujeres, las culpa y que encima en la impartición de justicia, la impunidad es la carta de oro ante cada denuncia.
En los pasajes históricos de cada espacio hay una lucha constante de las mujeres, resistencias como células aisladas que hacen frente a las dificultades locales, están las “histéricas, locas, parias, brujas y feminazis”, entre otros adjetivos calificativos que denotan la organización de quienes constantemente están siendo solidarias ante los casos de impunidad, dolor e injusticias.
Mujeres que utilizan los espacios, alzan la voz, desgastan las suelas marchando en las calles, alzando el puño, la pancarta y la esperanza, empuñan en su vientre nuevas generaciones con la posibilidad de afirmar que cada una tiene el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, desafían el mundo gritando ¡ni una más!, añorando que sea ni una menos, hacen temblar la tierra, las emociones y sentires cuando reafirmamos que ¡vivas nos queremos!
Mujeres que gastan la tinta, los dedos y los sueños, escribiendo criticando y reflexionando sobre la violencia, que escuchan a Bebe, Ana Tijoux, Mercedes Sosa e incluso a Jenny Rivera que, con un solo reclamo, dar voz a lo que se siente. Por ello, la agenda política tiene vida en las calles, en la música, en el arte y se espera, se añora y desea que se tome con seriedad en las tribunas, cortes y políticas, que superen el discurso los aplausos y las fotos, para convertirse en una realidad.
Hoy la complejidad social coloca a la agenda como una posibilidad para romper con la inercia, que ponga a la política como instrumento que reconozca la dignidad, vida y lucha de las mujeres migrantes, indígenas, afro descendientes, con discapacidad o en condición de reclusión, que atienda los múltiples casos de violencias, que fomente y garantice el respeto a las niñas, su proyecto de vida y libre desarrollo, pero que además, procure el desarrollo económico, político, social y cultural de todas sin estereotipos ni discriminación por clase, raza o identidad sexual, o sea cual fuere el hecho.
De la agenda política de las mujeres no se espera mucho ¡se espera todo!, porque ser mujer en México es estar en constante resistencia, se tenga o no conciencia, pero cuando se es consciente la lucha es doble.
Por ello, cuando hacemos énfasis en una agenda política para las mujeres se busca que los ejes sean claros, precisos y viables, que se convierta en acciones que motiven mejores condiciones de vida, que sean discurso y hecho, fondo, forma y política pública, legislación responsable y participación ciudadana.
En este tenor, los ejes y líneas de acción contendrían enunciada en cada línea las necesidades más urgentes a las que se hace referencia, atendiendo a las mujeres que han sido desaparecidas, violadas, ignoradas, mutiladas, silenciadas, conteniendo las miradas, opiniones, experiencia y vivencia. Nada desde el escritorio funcionará, es imperativo la pluralidad y voluntad para su diseño, implementación, seguimiento y evaluación.
¡No hay más!, porque nos están quitando todo, a medida que se da un paso hacia la igualdad sustantiva, la realidad nos retrocede dos más, cuando se aplica una acción de carácter temporal la resistencia y expresiones machistas son las primeras en aparecer, acompañadas de violencia y agresiones.
A manera de conclusión, la agenda política para las mujeres en Hidalgo, representa la oportunidad de sabernos representadas y que existimos, considerando dos elementos importantes que en palabras de Marcela Lagarde, serían dejar de ser seres para los demás y sabernos humanas.