KENOPSIA: Pueblo Fantasma, Tiempo Perdido y Apuntes de Paz

July 30, 2020
Columna
por:
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“Algo muy grave va a suceder en este pueblo
Se siente el mar del tiempo perdido y del olvido
Un éxodo kenopsiano, un cementerio de sueños 
Cuerpos vacíos y fantasmas deambulando por ahí
En medio de atormentadoras visiones distópicas 
La añorada paz fue vilmente abandonada”

KENOPSIA: ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO 


Una caminante despistada se pregunta: ¿Dónde están los niños, las niñas? ¿Dónde están los hombres y mujeres? ¿Dónde están los animales? ¿Dónde está la vida? Ella, se detiene en un viejo paraje y pronto descubre un secreto aterrador, en aquellas calles donde ya no camina casi nadie, donde solo sopla el viento, fueron asesinadas 61 personas y violadas un número indeterminado de mujeres por cuenta de 450 paramilitares que incursionaron en el pueblo, lo que ocasionó el desplazamiento de cientos de familias.

En el Salado, sus habitantes presintieron lo que Gabriel García Márquez plasmó en uno de sus cuentos: ¡Algo muy grave va a suceder en este pueblo!, esta historia de realismo mágico que caracteriza al escritor colombiano cuenta el riesgo de un rumor que ocasionó el abandono del pueblo. Ese fue el gran pecado del Estado, creer que lo que estaba por pasar en el Salado no era más que un rumor o peor aún desentenderse de la situación. Tristemente, el lugar se convirtió en un pueblo fantasma luego del ataque paramilitar en el año 2000.

Kenopsia, sintió la caminante, entendió que las risas de las y los habitantes fueron cambiadas por dolorosos recuerdos, el sonido de la naturaleza fue impregnado por el ruido de fúsiles, la vida fue apabullada por la sensación de muerte; el olvido institucional se siente en cada rincón, en este pueblo fantasma hasta el aire se resiente de lo que allí pasó. 

Mientras ella caminaba, se encontró con un grupo de mujeres que después de muchos años de la tragedia regresaron al Salado para marchar por la dignidad de las víctimas de violencia sexual. Una de las lideresas conocida como Neyda, le contó a la caminante: “Solo nos acompañaba el silencio del miedo y el canto de los pájaros”. Algunas de las personas que regresaron tienen la esperanza de construir paz.

La viajera conmovida abandona el Salado pensando: Ojalá que cuando las y los habitantes de algún otro lugar vuelvan a advertir ¡Algo muy grave va a suceder en este pueblo! El Estado no crea que es un cuento de García Márquez. Al igual que el Salado, hay muchos pueblos fantasmas por culpa de la Guerra en ellos se siente la peor de las Kenopsias.


KENOPSIA: EL MAR DEL TIEMPO PERDIDO 

Intento hallar la explicación de la Kenopsia, miro dentro de mí, miro fuera de mí, y siento esa inquietante sensación de soledad dejada por la guerra. Tiempos perdidos en la locura de la violencia, almas que deambulan por ahí con recuerdos transformados en un gran vacío.  El vacío que deja la pérdida de un ser querido, la desaparición de un familiar, la violación y el feminicidio de una amiga, una hermana, una madre, la masacre de una población, el asesinato sistemático de un líder o lideresa.

Esta visión kenopsiana me recuerda otro cuento de García Márquez, “El mar del tiempo perdido” un relato sobre la muerte y el olvido, representado en fragmentos como este: 

“Poco a poco fueron dejando el mar de las catástrofes comunes, y entraron en el mar de los muertos. Había tantos, que Tobías no creyó haber visto nunca tanta gente en el mundo. Flotaban inmóviles, bocarriba, a diferentes niveles, y todos tenían la expresión de los seres olvidados”.

Estás líneas estremecedoras que retumban en el alma y cortan la respiración, son más que un producto de la imaginación de Gabo, son la cruda realidad de muchas de nuestras comunidades, el mar del tiempo perdido se parece a la tragedia que esconden las aguas de Hidroituango, allí, en la profundidad flotan tal vez miles de muertos, que al igual que en el cuento del premio nobel de literatura tienen la expresión de seres del olvido, víctimas de las masacres del Norte Antioqueño que involucran a las guerrillas y paramilitares. Así como el Río Cauca existen en Colombia muchos otros mares del tiempo perdido.

KENOPSIA: APUNTES SOBRE LA PAZ

Gabo, pronunció diez apuntes sobre la paz que fueron recogidos en un decálogo, sus letras nos invitan a reflexionar sobre la Kenopsia sufrida luego de la esperanza y desesperanza en los acuerdos de paz.  Algunos y algunas nos preguntamos ¿Por qué la paz se quedó sola? ¿Porqué la abandonamos tan rápido? Ahora anda deambulando por ahí a su suerte buscando una sociedad que la sepa acoger.

En el apunte cinco del escritor colombiano, denominado “La esperanza de la paz” se lee: “Me siento más tranquilo creyendo que se puede hacer la paz, que creyendo que no se puede hacer. Porque no me explico cómo estaría mi alma si pensara que no se va a hacer”. Solo de imaginar la total pérdida de esperanza en la paz, se siente una kenopsia abrumadora, duele profundamente el alma.

No puede ser que la guerra desplace el sentido de la paz, no puede ser que el odio este por encima del amor, no puede ser que la violencia se naturalice, no puede ser que la discriminación se instale en los discursos y las prácticas, no puede ser que tengamos que soportar la kenopsia que arrasa con la vida de pueblos, etnias, niños, niñas, mujeres y hombres que soñaron y sueñan con una paz posible. ¡No puede ser!


Recomendación: Aquí puede encontrar el decálogo de Gabo sobre la Paz:

Nota: (Esta columna se basa en cuentos y apuntes del escritor colombiano y Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, que, además trabajó por la paz, en lo que él denominó “diplomacia extraoficial”. Su realismo mágico vivirá por siempre.)


REFERENCIAS


Periódico el Tiempo

Centro Gabo


KENOPSIA: Pueblo Fantasma, Tiempo Perdido y Apuntes de Paz

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Se siente el mar del tiempo perdido y del olvido
Un éxodo kenopsiano, un cementerio de sueños 
Cuerpos vacíos y fantasmas deambulando por ahí
En medio de atormentadoras visiones distópicas 
La añorada paz fue vilmente abandonada”

KENOPSIA: ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO 


Una caminante despistada se pregunta: ¿Dónde están los niños, las niñas? ¿Dónde están los hombres y mujeres? ¿Dónde están los animales? ¿Dónde está la vida? Ella, se detiene en un viejo paraje y pronto descubre un secreto aterrador, en aquellas calles donde ya no camina casi nadie, donde solo sopla el viento, fueron asesinadas 61 personas y violadas un número indeterminado de mujeres por cuenta de 450 paramilitares que incursionaron en el pueblo, lo que ocasionó el desplazamiento de cientos de familias.

En el Salado, sus habitantes presintieron lo que Gabriel García Márquez plasmó en uno de sus cuentos: ¡Algo muy grave va a suceder en este pueblo!, esta historia de realismo mágico que caracteriza al escritor colombiano cuenta el riesgo de un rumor que ocasionó el abandono del pueblo. Ese fue el gran pecado del Estado, creer que lo que estaba por pasar en el Salado no era más que un rumor o peor aún desentenderse de la situación. Tristemente, el lugar se convirtió en un pueblo fantasma luego del ataque paramilitar en el año 2000.

Kenopsia, sintió la caminante, entendió que las risas de las y los habitantes fueron cambiadas por dolorosos recuerdos, el sonido de la naturaleza fue impregnado por el ruido de fúsiles, la vida fue apabullada por la sensación de muerte; el olvido institucional se siente en cada rincón, en este pueblo fantasma hasta el aire se resiente de lo que allí pasó. 

Mientras ella caminaba, se encontró con un grupo de mujeres que después de muchos años de la tragedia regresaron al Salado para marchar por la dignidad de las víctimas de violencia sexual. Una de las lideresas conocida como Neyda, le contó a la caminante: “Solo nos acompañaba el silencio del miedo y el canto de los pájaros”. Algunas de las personas que regresaron tienen la esperanza de construir paz.

La viajera conmovida abandona el Salado pensando: Ojalá que cuando las y los habitantes de algún otro lugar vuelvan a advertir ¡Algo muy grave va a suceder en este pueblo! El Estado no crea que es un cuento de García Márquez. Al igual que el Salado, hay muchos pueblos fantasmas por culpa de la Guerra en ellos se siente la peor de las Kenopsias.


KENOPSIA: EL MAR DEL TIEMPO PERDIDO 

Intento hallar la explicación de la Kenopsia, miro dentro de mí, miro fuera de mí, y siento esa inquietante sensación de soledad dejada por la guerra. Tiempos perdidos en la locura de la violencia, almas que deambulan por ahí con recuerdos transformados en un gran vacío.  El vacío que deja la pérdida de un ser querido, la desaparición de un familiar, la violación y el feminicidio de una amiga, una hermana, una madre, la masacre de una población, el asesinato sistemático de un líder o lideresa.

Esta visión kenopsiana me recuerda otro cuento de García Márquez, “El mar del tiempo perdido” un relato sobre la muerte y el olvido, representado en fragmentos como este: 

“Poco a poco fueron dejando el mar de las catástrofes comunes, y entraron en el mar de los muertos. Había tantos, que Tobías no creyó haber visto nunca tanta gente en el mundo. Flotaban inmóviles, bocarriba, a diferentes niveles, y todos tenían la expresión de los seres olvidados”.

Estás líneas estremecedoras que retumban en el alma y cortan la respiración, son más que un producto de la imaginación de Gabo, son la cruda realidad de muchas de nuestras comunidades, el mar del tiempo perdido se parece a la tragedia que esconden las aguas de Hidroituango, allí, en la profundidad flotan tal vez miles de muertos, que al igual que en el cuento del premio nobel de literatura tienen la expresión de seres del olvido, víctimas de las masacres del Norte Antioqueño que involucran a las guerrillas y paramilitares. Así como el Río Cauca existen en Colombia muchos otros mares del tiempo perdido.

KENOPSIA: APUNTES SOBRE LA PAZ

Gabo, pronunció diez apuntes sobre la paz que fueron recogidos en un decálogo, sus letras nos invitan a reflexionar sobre la Kenopsia sufrida luego de la esperanza y desesperanza en los acuerdos de paz.  Algunos y algunas nos preguntamos ¿Por qué la paz se quedó sola? ¿Porqué la abandonamos tan rápido? Ahora anda deambulando por ahí a su suerte buscando una sociedad que la sepa acoger.

En el apunte cinco del escritor colombiano, denominado “La esperanza de la paz” se lee: “Me siento más tranquilo creyendo que se puede hacer la paz, que creyendo que no se puede hacer. Porque no me explico cómo estaría mi alma si pensara que no se va a hacer”. Solo de imaginar la total pérdida de esperanza en la paz, se siente una kenopsia abrumadora, duele profundamente el alma.

No puede ser que la guerra desplace el sentido de la paz, no puede ser que el odio este por encima del amor, no puede ser que la violencia se naturalice, no puede ser que la discriminación se instale en los discursos y las prácticas, no puede ser que tengamos que soportar la kenopsia que arrasa con la vida de pueblos, etnias, niños, niñas, mujeres y hombres que soñaron y sueñan con una paz posible. ¡No puede ser!


Recomendación: Aquí puede encontrar el decálogo de Gabo sobre la Paz:

Nota: (Esta columna se basa en cuentos y apuntes del escritor colombiano y Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, que, además trabajó por la paz, en lo que él denominó “diplomacia extraoficial”. Su realismo mágico vivirá por siempre.)


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