‍“Historias cruzadas con timidez a través de rostros que nunca se han visto

pero que conocen el dolor de un grito, un insulto, un golpe…

un lento latido cuando llega la muerte…cuando llega la fatalidad…

Una historia que parece familiar, un murmullo que parece no acabar ...

Un otoño que caduca cada vez que sus manos imponen inviernos

Cada vez que un cuerpo recorre la idea de dormir en un cementerio…

Historias cruzadas, cada vez que en un feminicidio se reconoce a

La hija, la madre, la amante, la amiga, la vecina, la conocida de ….

Resulta extraño caminar en la neblina aun cuando hay primavera

Resulta extraño negar con vehemencia la violencia de un acto violento...

Y más extraño atribuirle al amor las historias cruzadas que acaban en muerte”

¿Cuántas veces hemos escuchado sobre la historia de amor que se convierte en historia de TERROR?, ¿Cuántas veces se ha repetido la misma historia que trasiega entre los demonios de la violencia y la inexcusable impunidad? ¿Cuántas historias conocemos personales, familiares, cercanas e incluso no tan cercanas que han terminado en un feminicidio?

Son un sin número de historias de violencias con desarrollos y desenlaces fatales, que afectan a las mujeres sin importar la condición económica, educativa o cultural, desafortunadamente en la mayoría de los casos terminan en FEMINICIDIOS.  Estas historias son frecuentes en una sociedad que se acostumbró tanto a la violencia que naturalizó estos hechos, para algunos, son “situaciones normales del diario vivir” de una sociedad signada por la muerte.

A veces pareciera, que la mayoría de novelas que se transmiten en la televisión colombiana no son producto de la ficción, sino que son basadas en la realidad de cientos de mujeres que han sufrido de violencias a lo largo de su vida, en diferentes escenarios. Múltiples son las historias que se publican en los medios de comunicación y que dan cuenta de una violencia continuada y desgarradora:

• “Consternación en Caucasia Antioquia por asesinato de niña de 16 años” (el tiempo, 7/11/2018)
• “Mujer fue asesinada por su esposo en Santa Rosa de Osos “(el tiempo, 24/10/2018)
• “La Fiscalía citó a declarar a mi hermana 12 días después de su muerte” (Semana, 18/04/2018)
• “Así fue el salvaje crimen contra una mujer de la defensa civil” (Semana, 21/03/2017)
• “Niña asesinada en Fundación fue víctima de abuso sexual” (El colombiano, 04/10/2018)
• “Mujer finge su muerte para evitar ser asesinada por su pareja” (El colombiano, 29/06/2018)

Como estas son miles las historias con protagonistas reales, algunas han sobrevivido a las violencias, otras han encontrado un desenlace fatal. En el ámbito privado, las relaciones de pareja que muchas veces inician como un idilio se transforman en una tragedia; muchas son las alertas, el demonio de los celos, la necesidad de dominación y control, los ataques a la autoestima de las mujeres, los gritos, los insultos, las ofensas, los golpes, …EL MIEDO.

Muchos son también los justificantes de estas violencias, atravesados por la sociedad patriarcal “el mal llamado amor en estas situaciones”, la presión social, la ausencia de autonomía económica, la existencia de hijos e hijas, el miedo a la soledad, la creencia en el cambio, entre otros, que parece se han transmitido de generación en generación, perpetuando la historia de sometimiento de las mujeres a condiciones de violencia física, psicológica, sexual o económica.

En el ámbito público, las mujeres son objeto de todo tipo de violencias que van desde el acoso callejero hasta los feminicidios socio políticos. Se entrecruzan historias de odio, discriminación, desigualdad, instrumentalización de la mujer, guerra, tortura, trata de personas, esclavitud, todo por el hecho de ser mujer. Estas violencias se pueden presentar en tres escenarios: El social, el político y el de conflicto armado.

Las historias cruzadas de “amores” feminicidios y otros demonios son tan graves y frecuentes que podría afirmarse que la gran mayoría de las mujeres hemos sufrido de algún tipo de violencia en algún momento de nuestras vidas sea en el ámbito público o en el ámbito privado, muchas veces son tan naturalizadas que pasan imperceptibles ante los ojos de una sociedad que a veces como en las novelas las acepta sea en nombre del “amor” o de la “guerra”.

Estas historias no desconocen la existencia de la violencia contra los hombres como en ocasiones se escucha en algunos escenarios, sino que prende las alarmas de una violencia continua, histórica y desenfrenada. Las violencias contra mujeres y hombres son igualmente reprochables y no tienen ningún tipo de justificación. No obstante, en el caso de las mujeres son historias de larga data, frecuentes y sostenidas en el tiempo.

Es importante empezar a vivir y construir historias cruzadas de amor, respeto y cuidado por aquel o aquella que llamamos “el otro” o “la otra” entrecruzar historias en la que hombres y mujeres rechacemos todo acto de violencia, discriminación, desigualdad y exclusión; y empezar a escribir historias basadas en el respeto a la vida, la dignidad y la libertad.

Para cambiar la historia…busca ayuda, ¡NO CALLES!