El discurso de Barack Obama es sin duda un texto perfecto para ejemplificar cada una de las partes de un discurso retórico que en principio debe proponer ideas durante toda la composición de este, pero además debe contar con una estructura ordenada, natural y conveniente para la persuasión que pretende el mismo.
En este memorable discurso que Obama dio Grant Park de Chicago cuando asumió la presidencia de la República de EEUU hace más de 10 años podemos apreciar un exordio o parte inicial del discurso que logra de inmediato capturar a la audiencia, pues le lanza una interrogante referida a su situación como ciudadano estadounidense y genera empatía frente a un ciudadano norteamericano que venía siendo golpeado por crisis económica, atentados terroristas, desempleo e incesante desesperanza. Los conecta y atrae su atención ofreciéndoles la esperanza de un cambio y motivando al ciudadano que será capaz de cambiar su situación. Pero, no solo eso, además hace un exordio que genera criterio inclusivo pues menciona a todos aquellos grupos manifiesta y constantemente dejados de lado, postergados y considerados minorías.
“Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules.
Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América”.
La narración en un discurso retórico debe contener esencialmente tres virtudes: la brevedad, la claridad y, principalmente, la verosimilitud. Obama aplica una narración que con efectividad causa un impacto emocional en la audiencia, lo motiva, lo estimula, le narra hechos muy claros y rápidamente identificables de la realidad reciente (del momento político anterior al discurso) donde los lleva imaginariamente a ubicarse y les enseña que determinados sucesos acontecidos de relevancia negativa para el país y sus ciudadanos pueden revertirse. Donde además transparenta su recorrido, sus pocas posibilidades de llegar hasta la presidencia de los EEUU y agradece a cada uno de quienes colaboraron con él, resaltando características significativas de ellos que lo acercan a personas comunes de la nación americana; personas con sueños e ideales y que reflejan a quienes aspiran forjar destino de su país.
La argumentación que postula Obama en su discurso retórico acude principalmente a la situación económica y el debilitamiento social, de desesperanza del pueblo americano. Apela a todo aquello que les propone hacer como Nación frente a una depresión financiera y emotiva, por el contrario, inyecta dinamismo y fortaleza, pero expone que la salida a la crisis debe ocuparse no solo de devolverle prosperidad a los más poderosos, sino a la fuerza motora que la sostiene: el más desfavorecido. Pero tampoco enfrenta a una contra otra, más bien reviste de favorecimiento a ambos sectores.
Cuando argumenta este tipo de batallas, defiende esta postura desde su propia experiencia, desde la poca financiación que tuvo para la campaña y rebate o refuta los argumentos de quienes consideran que no es posible superar o que su período no alcanzará para hacerlo. Asume esta deliberación, les dice que es posible que se equivoque, que no lo logre ni en todo su mandato; pero sentencia que nunca tuvo más convicción que el camino estaba en marcha.
“El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos”.
La peroración, parte final del discurso, va a denotar su importancia si te permite principalmente dos cosas: recapitular el inicio y el recorrido con el término del discurso planteado y, además, influir en las emociones del auditorio o la audiencia. La peroración es la última oportunidad con la que cuenta Obama para conquistar a los millones de individuos que lo escuchan y de manera rápida pero intensa afianzará su argumento logrando conmover. Obama lo logra, porque establece no un párrafo final, sino un bien pensado estribillo que hará repetir a todos, cual responsorial de un rezo, involucra a la audiencia a repetir el ‘Yes we can’, frente a situaciones que describe como sucesos o problemas que serán enfrentados y a lo que motiva a todo un auditorio a sentir el compromiso colectivo de ser parte de un Gobierno.
En este discurso, Obama apela a varias intenciones, logrando conectar con la audiencia en todas las partes de su retórica. Asimismo, utiliza figuras retóricas como la artificialidad poética que permite substraer al ciudadano que escucha en parte de la historia que el orador (Obama) narra durante su emotivo discurso.
Es quizá uno de los discursos más hermosos de un político, dirigido a quien tiene sed de afecto, de justicia, de igualdad y de progreso. Obama supo perfectamente cómo conectar con la audiencia y con las necesidades de esa audiencia. Obama conmovió porque supo exactamente qué fibras sensibles tocar en esa audiencia. Quizá porque su propia experiencia le permitió crear un discurso que cubriera las expectativas que él mismo como ciudadano norteamericano de color y con carencias, alguna vez esperó escuchar.