“A veces tan absortos en nuestros pensamientos, abstraídos de nuestros propios sentimientos, absorbidos por la normalización de las “malas conductas” y la naturalización de las violencias…A veces tan desensibilizados, tan encerrados en nosotros mismos y nuestros microsistemas, tan desentendidos del dolor de lo humano y lo no humano…a veces tan superficiales…tan solos aún estando acompañados, tan crueles, tan frivolos…ESTA ES LA SOCIEDAD DEL ENSIMISMAMIENTO”
Desde hace cierto tiempo se han tejido una serie de discursos basados en el enfoque de Derechos Humanos y la Equidad de Género, como estos, existen multiplicidad de perspectivas tendientes a constituir prácticas emancipadoras orientadas por la solidaridad humana, la igualdad, la libertad y la justicia social.
Sin embargo, una mirada a la realidad deja entrever la fragilidad de estos discursos y su distancia con las prácticas cotidianas, ¿Qué pasa en la subjetividad? Es tanto el nivel de enfrascamiento en el mundo interior que resulta complicado ejercer la alteridad, ponerse en el lugar del otro o la otra y tratar de comprender esas otras formas de ver el mundo.
El ensimismado usa frases como: ¿A mí quién me da? ¿A mí quién me ayuda? ¡No es mi problema! ¡Si le pasó fue porque algo hizo!, !Desde que no me afecte todo está bien!, ¿A mí que me importa? ¡No es conmigo!,¡Que lo haga otro! ¡Primero YO!…Son frases frecuentes en escenarios públicos y privados.
Asistimos a una “sociedad”, en la que la solidaridad es la excepción y no la regla, la intolerancia es sinónimo de supervivencia, la corrupción es justificada, la trampa es festejada, las prácticas reivindicatorias son señaladas como subversivas. Es el festín del absurdo, como decía hace poco y con sabiduría un juez en el caso de odebrecht “la diferencia entre menso y manso no es una vocal”, sin embargo, para esta sociedad es lo mismo menso que manso y todo que nada.
La sociedad del ensimismamiento es la que aplaude a los cuestionables líderes políticos y sus perversas acciones, naturaliza la violencia contra las mujeres, criminaliza al estudiante, desdibuja el valor de las protestas sociales, celebra el clientelismo, no cuestiona el orden instituido, no apoya la lucha contra la corrupción, se burla de las luchas feministas y además reproduce prácticas patriarcales, es la que NO REFLEXIONA SOBRE “EL NOSOTROS” PORQUE SOLO VIVE EN FUNCIÓN DEL “YO” DEL “MÍ MISMO”
En la sociedad del ensimismamiento, el engranaje colectivo se fractura ante dispositivos individuales y egocéntricos que no propenden por un bien común sino por un bien personal. En el mejor de los casos, el máximo límite empático se encuentra sólo en su microcircuito “el yo y sus cercanos (individuo - familia) dejando de lado el macro sistema basado en el “TODOS y TODAS” y el bienestar general.
En este modelo de sociedad fraccionado e irreflexivo los discursos de los Derechos Humanos y la Equidad de Género, pasan imperceptibles se pierden en la cotidianeidad de la abstracción, lo que se evidencia en actos que a simple vista son tan simples pero tan dicientes como no ceder el puesto a un adulto o adulta mayor en el transporte público, convertir al amor en costumbre y apariencia, reemplazar las relaciones afectivas y personales por relaciones virtuales, culpabilizar a las víctimas de las violencias basadas en género, señalar a quien es diferente, justificar el maltrato a la pareja.
Cómo las descritas, son muchas las pistas de la sociedad del ensimismamiento caracterizada por pensar en sí mismo y no en el otro, la otra - el “todos y todas”, este fenómeno ha causado incluso muertes, es el caso de Maribel Forero, la mujer que murió al parecer empujada en Transmilenio, la única persona que la auxilió recuerda que en la estación habían 1.000 o 2.000 personas pero ninguna hizo nada por ayudarla. Es muy triste pero es real, el nivel de ensimismamiento desensibiliza de tal forma que inhibe el sentido básico del socorro y lo reemplaza por el morbo de captar el hecho en una fotografía o video.
A gran escala esta condición ha permitido la asunción de gobiernos que prefieren la guerra a la paz, tergiversan las acciones pacíficas, permiten el asesinato de líderes y lideresas sociales negando la sistematicidad de estos crímenes, desconocen el dolor de las víctimas del conflicto armado, desvirtúan la protesta social, instrumentalizan la participación, utilizan las campañas negras y defienden con vehemencia la “ideología neoliberal”
El aislamiento del entorno, ha permitido viabilizar discursos de odio y discriminación, que, además, son aceptados como algo natural y frecuente, se trata de un nivel de encapsulamiento tan crítico que desconoce el lugar del otro o la otra, ignora el dolor humano y no humano, pisotea vidas y dignidades sin importar nada más que el Yo y el microcircuito. Y, además desaprovecha oportunidades históricas para el cambio político por la incapacidad de ver y sentir más allá de sí mismo.
El ensimismamiento ha provocado tragedias políticas resultado,entre otros, de no practicar esa obligación social y constitucional que es la corresponsabilidad del conglomerado, en las decisiones políticas y en las problemáticas que nos afectan. Este fenómeno, solo encuentra puntos de fuga cuando como consecuencia de su egocentrismo, el ensimismado ve afectado su “YO” en ese momento apela al ser social.
No esperemos a vernos afectados o afectadas por nuestros propios actos, para romper el ensimismamiento, es necesario el ejercicio de la ciudadanía de alta intensidad y la práctica de valores como la solidaridad, el respeto, la honestidad, la justicia y la empatía, estos, hacen que cobre sentido el discurso de los Derechos Humanos y la Equidad de Género en una sociedad en la que URGE transformar las relaciones hostiles en relaciones pacíficas. El ensimismamiento es el virus del siglo XXI, y su única cura es la cohesión social.
“PARA ROMPER EL ENSIMISMAMIENTO ES NECESARIO PENSAR EN LOS Y LAS DEMÁS COMO EN NOSOTRAS Y NOSOTROS MISMOS, ESTE ES EL VERDADERO SENTIDO DE LOS DISCURSOS POR LA EQUIDAD DE GÉNERO Y LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ, LA SOLIDARIDAD Y EL RESPETO DEBEN SER LA REGLA Y NO LA EXCEPCIÓN”