No items found.
Markus Spiske
“Rodaron cabezas de mármolY fue
todo un escándalo
Por estatuas cercenadas
Comunidades indígenas
Fueron estigmatizadas
Rodaron cabezas humanas
Y nadie en absoluto dijo nada
Fue más grave el cemento
Que la sangre derramada”


Cabezas de mármol rodando en las ciudades; cabecillas de conquistadores, colonizadores, dictadores y políticos corruptos; monumentos que permanecían inmóviles cual ídolos de barro; efigies colonialistas que fueron derribadas como resultado de una deuda histórica para reivindicar la cultura indígena vulnerada y esclavizada a través de los tiempos. Sin embargo, tal hazaña decolonialista fue todo un escándalo; de forma arbitraria se produjeron capturas y amenazas contra personas de la comunidad Misak. Estos y otros pueblos indígenas son objeto de una persecución sin tregua como si hubieran cometido crímenes de lesa humanidad, cuando realmente son las víctimas.


Es absurdo en verdad, mientras rodaban cabezas huecas de barro, eran cercenados cuerpos y cabezas humanas que aparecían en matorrales y plazas públicas; cabezas de líderes sociales, jóvenes y mujeres. Entre tanta obtusidad parece que es más grave el figurín caído que las vidas humanas amputadas y más implacable la persecución contra las comunidades indígenas que contra los asesinos de motosierra que acechan a los pueblos étnicos y a la población más vulnerable.


¿Cuántas cabezas tienen que rodar? ¿Acaso es más grave cercenar a Belalcázar que a uno de nuestros jóvenes? ¿Acaso es más escandaloso derribar un monumento que una vida humana? ¿Acaso es normal encontrar cuerpos decapitados y seguir como si nada? ¿Acaso la justicia existe para las estatuas, pero no para las personas mutiladas? Es inadmisible ofrecer recompensas por la decapitación de un ídolo de barro, como si ello fuera más urgente que capturar asesinos reales que caminan como si nada por los campos y ciudades; por ejemplo, los decapitadores del Bajo Cauca Antioqueño, que desde el año 2019, han sembrado terror con esta infame táctica, en municipios como Zaragoza o la vereda El Toro.


Que sociedad tan barbárica, caminamos entre cabezas rodantes y cuerpos desmembrados, tan sólo en el año 2021 se han encontrado varios casos de cercenamiento; la cabeza del líder social Miguel Barrientos Uribe, fue arrojada en el centro poblado de Ochalí en Medellín; en un colegio de Kennedy, también se encontró la cabeza de una mujer dentro de una bolsa de basura; y más recientemente en el Callejón El Delirio en Tuluá, fue hallada la cabeza de quien fue reconocido por sus familiares como el Joven Santiago Ochoa. Todas estas amputaciones son parte del patrón histórico de masacres en el territorio nacional.


Somos una sociedad decapitada, donde reina el irracionalismo y la justicia parece mutilada. ¿Cómo es posible que aparezcan personas cercenadas y aquí no pase nada? Nos mutilan día a día, nos mutilan los sueños, las libertades, los derechos, las necesidades, las condiciones dignas, la paz  y  la expresión social. ¡Que NO nos mutilen la esperanza!


Galería

No items found.
Markus Spiske
“Rodaron cabezas de mármolY fue
todo un escándalo
Por estatuas cercenadas
Comunidades indígenas
Fueron estigmatizadas
Rodaron cabezas humanas
Y nadie en absoluto dijo nada
Fue más grave el cemento
Que la sangre derramada”


Cabezas de mármol rodando en las ciudades; cabecillas de conquistadores, colonizadores, dictadores y políticos corruptos; monumentos que permanecían inmóviles cual ídolos de barro; efigies colonialistas que fueron derribadas como resultado de una deuda histórica para reivindicar la cultura indígena vulnerada y esclavizada a través de los tiempos. Sin embargo, tal hazaña decolonialista fue todo un escándalo; de forma arbitraria se produjeron capturas y amenazas contra personas de la comunidad Misak. Estos y otros pueblos indígenas son objeto de una persecución sin tregua como si hubieran cometido crímenes de lesa humanidad, cuando realmente son las víctimas.


Es absurdo en verdad, mientras rodaban cabezas huecas de barro, eran cercenados cuerpos y cabezas humanas que aparecían en matorrales y plazas públicas; cabezas de líderes sociales, jóvenes y mujeres. Entre tanta obtusidad parece que es más grave el figurín caído que las vidas humanas amputadas y más implacable la persecución contra las comunidades indígenas que contra los asesinos de motosierra que acechan a los pueblos étnicos y a la población más vulnerable.


¿Cuántas cabezas tienen que rodar? ¿Acaso es más grave cercenar a Belalcázar que a uno de nuestros jóvenes? ¿Acaso es más escandaloso derribar un monumento que una vida humana? ¿Acaso es normal encontrar cuerpos decapitados y seguir como si nada? ¿Acaso la justicia existe para las estatuas, pero no para las personas mutiladas? Es inadmisible ofrecer recompensas por la decapitación de un ídolo de barro, como si ello fuera más urgente que capturar asesinos reales que caminan como si nada por los campos y ciudades; por ejemplo, los decapitadores del Bajo Cauca Antioqueño, que desde el año 2019, han sembrado terror con esta infame táctica, en municipios como Zaragoza o la vereda El Toro.


Que sociedad tan barbárica, caminamos entre cabezas rodantes y cuerpos desmembrados, tan sólo en el año 2021 se han encontrado varios casos de cercenamiento; la cabeza del líder social Miguel Barrientos Uribe, fue arrojada en el centro poblado de Ochalí en Medellín; en un colegio de Kennedy, también se encontró la cabeza de una mujer dentro de una bolsa de basura; y más recientemente en el Callejón El Delirio en Tuluá, fue hallada la cabeza de quien fue reconocido por sus familiares como el Joven Santiago Ochoa. Todas estas amputaciones son parte del patrón histórico de masacres en el territorio nacional.


Somos una sociedad decapitada, donde reina el irracionalismo y la justicia parece mutilada. ¿Cómo es posible que aparezcan personas cercenadas y aquí no pase nada? Nos mutilan día a día, nos mutilan los sueños, las libertades, los derechos, las necesidades, las condiciones dignas, la paz  y  la expresión social. ¡Que NO nos mutilen la esperanza!


Prohibida su reproducción parcial o total, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su autor y Revista Level.

COPYRIGHT © RevistaLevel.com.co

Arriba