¿Cómo puede la IA ser realmente útil para las personas?

December 15, 2024
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La inteligencia artificial (IA) está en todas partes. Te lo pintan como si fuera la solución a todos tus problemas, pero vamos a ser claros: no todo lo que brilla es oro, y mucho de lo que se vende como IA no sirve más que para hacer memes. Dicho esto, cuando se usa bien, esta tecnología puede hacer maravillas. Pero ojo, tiene que resolver cosas que de verdad importan, no sólo entretenernos.

Si no sirve para algo serio, que ni lo saquen

Lo primero de todo es que la IA tiene que usarse para solucionar problemas reales, no para tonterías. Imagínate: en medicina, ya hay programas que revisan miles de radiografías en minutos y detectan cosas que a un médico se le podrían pasar. Eso sí que es salvar vidas, no andar haciendo bots que te recomiendan qué ver en Netflix, como si no pudieras elegir tú solo.

En agricultura, por ejemplo, están usando IA para saber cuándo plantar, cuándo regar y hasta cómo evitar plagas. Si eso no es útil, ¿entonces qué? Pero claro, también tienes los que inventan filtros para que tus selfies parezcan hechas por Picasso. 

La IA tiene que ser sencilla, no un rompecabezas

Otro tema es que si una herramienta de IA necesita que te saques un doctorado para usarla, no sirve. Tiene que ser fácil, algo que tu abuela pueda entender sin mandarte 20 mensajes de WhatsApp preguntando cómo funciona. Un buen ejemplo es Google Translate. Estás de viaje, apuntas la cámara al menú de un restaurante y, ¡boom!, te dice si vas a pedir pescado o, sin saberlo, cerebro de mono. Eso es lo que hace que la IA sea útil de verdad: no te complica la vida, sino que la hace más llevadera.

Trabajar juntos, no sustituir a la gente

Siempre sale la conversación de que la IA va a dejar a medio mundo sin trabajo. Pues mira, no es tan así. Más que quitar empleos, lo que hace es cambiar cómo trabajamos. Por ejemplo, si eres diseñador gráfico, la IA puede ayudarte a hacer un boceto rápido, pero la idea final sigue siendo tuya. Es como tener un asistente que hace lo pesado mientras tú haces lo creativo. Incluso habrá IAs que te digan: gana dinero real jugando en casinos, pero no todo lo hará el robot, sino que tendrás que estar atento a las novedades y noticias para poder ganar dinero de verdad.

En educación, igual. La IA no va a reemplazar a los profesores (porque, seamos honestos, nadie quiere que un robot te dé clase), pero sí puede ayudar a personalizar la enseñanza. Si un chaval no entiende algo, la IA puede identificarlo y ofrecerle ejercicios a medida. Eso sí que es echar una mano.

Ojo con la ética, que no todo vale

Pero no todo es color de rosa. Hay que tener cuidado con cómo se usa esta tecnología, porque si la dejas sin supervisión, puede hacer cosas que no son tan buenas. Por ejemplo, los algoritmos que deciden si te dan o no un préstamo. Si están mal programados, pueden discriminar a la gente.

Además, hay empresas que usan la IA solo para venderte más cosas que no necesitas. ¿Te suena eso de estar hablando de zapatillas y, de repente, Instagram te muestra anuncios de Nike? Pues eso. La IA tiene que servir para mejorar nuestras vidas, no para convertirnos en objetivos de marketing.

IA, pero con cabeza

La IA puede ser un cambio brutal si se usa bien. Desde detectar enfermedades hasta mejorar la educación o ayudarnos a trabajar más rápido, tiene muchísimo potencial. Pero hay que usarla con cabeza.

Si empiezan a enfocar solo en vender más gadgets o en hacer cosas que nadie ha pedido, será otro invento más que no lleva a nada. Así que, cada vez que veas algo de IA, pregúntate: ¿esto me va a ayudar de verdad o es otro truco para sacarme la pasta? Si no aporta nada, mejor dejarlo en el cajón de las ideas que nunca debieron salir.

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La inteligencia artificial (IA) está en todas partes. Te lo pintan como si fuera la solución a todos tus problemas, pero vamos a ser claros: no todo lo que brilla es oro, y mucho de lo que se vende como IA no sirve más que para hacer memes. Dicho esto, cuando se usa bien, esta tecnología puede hacer maravillas. Pero ojo, tiene que resolver cosas que de verdad importan, no sólo entretenernos.

Si no sirve para algo serio, que ni lo saquen

Lo primero de todo es que la IA tiene que usarse para solucionar problemas reales, no para tonterías. Imagínate: en medicina, ya hay programas que revisan miles de radiografías en minutos y detectan cosas que a un médico se le podrían pasar. Eso sí que es salvar vidas, no andar haciendo bots que te recomiendan qué ver en Netflix, como si no pudieras elegir tú solo.

En agricultura, por ejemplo, están usando IA para saber cuándo plantar, cuándo regar y hasta cómo evitar plagas. Si eso no es útil, ¿entonces qué? Pero claro, también tienes los que inventan filtros para que tus selfies parezcan hechas por Picasso. 

La IA tiene que ser sencilla, no un rompecabezas

Otro tema es que si una herramienta de IA necesita que te saques un doctorado para usarla, no sirve. Tiene que ser fácil, algo que tu abuela pueda entender sin mandarte 20 mensajes de WhatsApp preguntando cómo funciona. Un buen ejemplo es Google Translate. Estás de viaje, apuntas la cámara al menú de un restaurante y, ¡boom!, te dice si vas a pedir pescado o, sin saberlo, cerebro de mono. Eso es lo que hace que la IA sea útil de verdad: no te complica la vida, sino que la hace más llevadera.

Trabajar juntos, no sustituir a la gente

Siempre sale la conversación de que la IA va a dejar a medio mundo sin trabajo. Pues mira, no es tan así. Más que quitar empleos, lo que hace es cambiar cómo trabajamos. Por ejemplo, si eres diseñador gráfico, la IA puede ayudarte a hacer un boceto rápido, pero la idea final sigue siendo tuya. Es como tener un asistente que hace lo pesado mientras tú haces lo creativo. Incluso habrá IAs que te digan: gana dinero real jugando en casinos, pero no todo lo hará el robot, sino que tendrás que estar atento a las novedades y noticias para poder ganar dinero de verdad.

En educación, igual. La IA no va a reemplazar a los profesores (porque, seamos honestos, nadie quiere que un robot te dé clase), pero sí puede ayudar a personalizar la enseñanza. Si un chaval no entiende algo, la IA puede identificarlo y ofrecerle ejercicios a medida. Eso sí que es echar una mano.

Ojo con la ética, que no todo vale

Pero no todo es color de rosa. Hay que tener cuidado con cómo se usa esta tecnología, porque si la dejas sin supervisión, puede hacer cosas que no son tan buenas. Por ejemplo, los algoritmos que deciden si te dan o no un préstamo. Si están mal programados, pueden discriminar a la gente.

Además, hay empresas que usan la IA solo para venderte más cosas que no necesitas. ¿Te suena eso de estar hablando de zapatillas y, de repente, Instagram te muestra anuncios de Nike? Pues eso. La IA tiene que servir para mejorar nuestras vidas, no para convertirnos en objetivos de marketing.

IA, pero con cabeza

La IA puede ser un cambio brutal si se usa bien. Desde detectar enfermedades hasta mejorar la educación o ayudarnos a trabajar más rápido, tiene muchísimo potencial. Pero hay que usarla con cabeza.

Si empiezan a enfocar solo en vender más gadgets o en hacer cosas que nadie ha pedido, será otro invento más que no lleva a nada. Así que, cada vez que veas algo de IA, pregúntate: ¿esto me va a ayudar de verdad o es otro truco para sacarme la pasta? Si no aporta nada, mejor dejarlo en el cajón de las ideas que nunca debieron salir.

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