Muchos de los rostros del feminismo en Chile son nuevos, pero su lucha NO. Las mujeres que hacen parte de esta primavera y del estallido social de 2019, nacieron bajo una constituyente producto de la dictadura. Algunas abuelas, madres e hijas, son la vida que sobrevivió a la tortura sexual, los vejámenes, la violencia física y psicológica de aquellos años que parecieron siglos.
Hoy, ellas se levantan por quienes se fueron, por las que parieron sin oportunidad ni derecho, por la fuerza del vientre y de la mente, movidas por la memoria y la necesidad de superar la represión y la brutalidad, hacerse a un espacio que merecen y que reclaman con la fuerza de sus voces, de sus plantones y sus propuestas de construir la Chile de las nuevas generaciones con una Constitución de Derechos.
Como traer vida al mundo, serán nueve meses de construcción de la nueva Carta Magna a partir de junio o julio de este año, lo harán hombro a hombro, en un tablero político y electoral de paridad que les dio 77 de los 155 escaños de la Convención Constituyente.
Una de ellas es la machi Francisca Linconao, mujer mapuche que obtuvo la votación más alta para los escaños reservados a este pueblo indígena en constituyente. Su historia, es la lucha de muchas mujeres. Ha liderado la protección del bosque nativo para poner freno a la tala indiscriminada, siendo la primera mujer en ganar un juicio apelando al Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas.
Pasarán de poner el pecho en las calles, a poner el corazón y las ideas al servicio de este nuevo pacto social, sin importar la corriente ideológica, aunque no es un secreto que los independientes le dieron una lección a la derecha del país.
Buscarán espacios de memoria, su reconocimiento como sujetos de derechos, la erradicación de la violencia contra ellas, los pueblos indígenas y las poblaciones minoritarias, con una base edificada en los derechos humanos, que garantice efectivamente sus derechos civiles, sexuales y reproductivos.
La hoja de ruta marcará una vida libre, que fortalezca y promueva las redes de apoyo, políticas públicas de sanación, reparación y no revictimización, están listas para construir un país distinto, más equitativo, más igualitario, que condene efectivamente a los violadores, a los feminicidas, sin tintes de revancha, sin impunidad, con justicia y garantías de no repetición.
Harán entender a los hombres que estarán en la Convención Constituyente, que la violencia patriarcal destruye, lastima, daña y mata, que es el momento de apuestas de autonomía, libertad de decisiones sobre el cuerpo, con condiciones seguras y legales, poniendo las cosas en orden, desterrando el racismo, la xenofobia, la exclusión y la estigmatización.
Trabajarán por una mayor protección de la niñez, la salud, con mayores oportunidades de educación, y seguridad social. Una nueva Constitución que cuide el medioambiente, la naturaleza y el agua con una visión indígena ancestral, que multiplique las opciones de participación ciudadana, de forma descentralizada y democrática.
Chile avanza con fuerza de mujer.