Esquelético el campo, muda la aldea;
ni un pájaro en el bosque; de cuando en cuando,
alguna golondrina que zigzaguea,
la tierra con sus alas rauda rozando.
¡Qué silencio, qué calma! ¡Ni un camposanto!
En la guerra los hombres se despedazan
y la mujer derrama copioso llanto,
pensando en las torturas que la amenazan.
De una mezquina choza sale a la puerta
y se sienta en el quicio la labradora;
su cara más que viva parece muerta...
Está leyendo el ojo, siniestro y fijo
las bajas en un diario. De pronto llora...
¡Tal vez entre esas bajas está su hijo!
(Leyendo las bajas - Emilio Bobadilla)
¡Qué silencio, qué calma! ¡Ni un camposanto! En la guerra los hombres se despedazan…
La poesía del escritor latinoamericano Emilio Bobadilla titulada: “leyendo las bajas”, parece la radiografía de los titulares de las noticias en el Cauca. Duele el alma cada vez que se leen las bajas de personas víctimas de las masacres en tierra caucana. Un campo esquelético, parece cubrir el territorio, cadáveres de hombres y mujeres nos gritan: ¡No más guerra! ¡No más muerte! ¡No más!
El Cauca se ha convertido en un camposanto para líderes, lideresas, defensores y defensoras de Derechos Humanos, triste destino de copioso llanto para las familias y la sociedad. Las masacres en el Cauca, son un crimen de lesa humanidad, contra las comunidades indígenas, la guardia indígena y la conexión ancestral con el significado de la vida.
Nada más cierto en la guerra los hombres se despedazan, no hay leyes ni moral, la sangre que se derrama, parece no importar… las cosmovisiones agonizan ante la presencia de la muerte que asoma trágicamente…en el Cauca impera el abandono, ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está? Por largo tiempo la violencia ha transgredido el alma caucana.
De una mezquina choza sale a la puerta y se sienta en el quicio la labradora; su cara más que viva parece muerta...
La joven gobernadora indígena Neehwesx Cristina Bautista asesinada en Tacueyó (Toribío) es la Rosa en el Campo Santo, el rostro femenino de la muerte en el Cauca; tal vez murió pensando ¿Por qué nos están matando? hoy los Nasa lloran por las mujeres y hombres que perdieron la vida sólo por hablar en la tierra donde impera el miedo. Dos masacres en menos de una semana, amenazas, torturas y desapariciones, hacen del Cauca una necrópolis de sueños.
Las personas que ejercen liderazgos, en territorio caucano saben que están más muertas que vivas, triste realidad de una tierra que parece sometida al olvido; los grupos armados que imperan tienen su propio Caronte o barquero de la muerte, este ser, apila cadáveres selectivamente en el Camposanto Caucano. Ojalá que este mausoleo, no se siga cubriendo de rosas, ni de almas inocentes.
Está leyendo el ojo, siniestro y fijo las bajas en un diario. De pronto llora... ¡Tal vez entre esas bajas está su hijo!
El llanto de los y las indígenas del Cauca solo es comparable con el baño de sangre en estas tierras sagradas, quien lidera la matanza, parece no tener alma…aquellas personas asesinadas tenían familias, hijas, hijos, compañeras, compañeros, madres, padres que las y los extrañan… y que tal vez un día en algún diario tuvieron que leer sus bajas.
Siniestro el hombre que empuña el arma en contra de su propia cultura, siniestro el hombre que tortura y amenaza, por sus venas tal vez sólo corre la matanza. Las y los indígenas hoy lloran a sus seres queridos, a sus amigas y amigos, a las guardianas y guardianes de saberes ancestrales. Ojalá llegue el día en que no continuemos leyendo bajas. ¡Que la Vida esté por encima de la Muerte Violenta! ¡Que no muera nunca la Esperanza!
Nota: (Esta columna se basa no sólo en los versos de Emilio Bobadilla, sino en el respeto por la cosmogonía y saberes ancestrales de quienes encontraron la muerte solo por hacer respetar el territorio y defender la libertad de los pueblos indígenas. El Cauca nos necesita: En Defensa de la Vida y de la Libertad)