En algunos países del continente, no es claro aún qué se piensa hacer con el hacinamiento, la sobrepoblación en las cárceles y centros de reclutamiento conforme a la propagación del virus que afecta a la sociedad ya que es evidente la falta de servicios de salud y escasez de insumos para la protección tanto de los reclusos como del personal penitenciario.
Algunos países como Colombia han expedido decretos (Decreto 546 de 2020) en donde sustentan la posible salida de la cárcel pero con detención domiciliaria de algunos presos con ciertas condiciones. Específicamente se evaluará la situación de personas mayores de 60 años, personas enfermas, mujeres embarazadas o con hijos menores de tres años. En un principio la medida será de seis meses, pero se podrá prolongar dependiendo del comportamiento del virus y contexto de cada ciudad.
No serán beneficiadas personas vinculadas con delitos de lesa humanidad, delitos cometidos contra niños, niñas y adolescentes (especialmente sexuales), delitos de corrupción, terrorismo, narcotráfico, entre otros, y personas que se hayan acogido a la justicia transicional.
Actualmente, la situación de sobrepoblación penitenciaria en la mayoría de países en América Latina es dramática. Según el World Prison Brief del Institute for Crime & Justice Policy la mayoría de países como se observa en la siguiente gráfica tienen como mínimo el 90 por ciento de sobrepoblación penitenciaria, lo que indica que casi ningún país tiene la suficiente capacidad de mantener en buenas condiciones a los reclusos, violando así sus Derechos Humanos por falta de atención en salud y facilitando la propagación de un virus al estar hacinados sin una mínima opción de distanciamiento o aislamientos entre ellos.
Continuando con algunos países que implementan medidas, en Bolivia se habrá salida para mujeres con hijos y hombres mayores, pero ningún caso de violación a menores ni feminicidas. En Perú, el gobierno comunicó que aproximadamente se indultará a unos tres mil internos.
Por otro lado, un caso insólito y desgarrador ocurrió recientemente en El Salvador. El presidente Nayib Bukele decretó un encierro absoluto de las cárceles, mezclando pandilleros de bando rivales en un mismo espacio y autorizó que ante cualquier percance era permitido disparar. Un claro ejemplo de violación indiscriminada a los Derechos Humanos y sobrepinendo en mayor peligro la salud de todos los presos.
Ahora, si el problema en sí es la sobrepoblación penitenciaria, ¿qué sucede al momento de que un virus (Covid-19) sea letalmente peligroso por su forma de propagación tan fácil y rápida? Seguramente las consecuencias serán alarmantes.
El investigador argentino Gustavo Fondevila, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), de México sostuvo en el portal DW que en muchas cárceles las personas duermen pegadas a las otras. “No hay posibilidad de distancia social, lavarse las manos seguido es impracticable. En Honduras, enfermedades como la sarna, que se cura con una simple pomada, tienen a medio centro infectado”.
El Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2019, elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en México, indica que en 63 por ciento de los centros de reclusión federales y estatales las condiciones materiales, de equipamiento e higiene de los dormitorios son totalmente deficientes.
Debido a que los mismos reclusos se dan cuenta de sus deplorables condiciones; se han desatado varios motines en el continente. Por ejemplo, en el Sur de California, Estados Unidos, en semanas recientes un grupo de inmigrantes en el centro Otay Mesa iniciaron huelgas de hambre en señal de protesta por las malas condiciones y los tribunales han ordenado la liberación de algunos detenidos.
En Bogotá, varios disturbios en dos cárceles, dejaron 23 muertos y más de 80 heridos entre reclusos y personal. En Argentina, 5 prisioneros murieron y 11 guardias quedaron lesionados por varios incidentes en la semana pasada. En el penal Miguel Castro Castro en Perú, 9 reclusos resultaron muertos y 67 heridos. Incluso, un intento de fuga en la cárcel de Los Llanos, en Venezuela, dejó casi 50 muertos y decenas de heridos.
Las medidas de lograr ir descongestionando los centros de reclusión y cárceles de los países latinoamericanos no resolverán el problema de sobrepoblación ni mucho menos evitar el contagio. El siguiente gráfico muestra la situación de casos entre reclusos, personal administrativo y guardias con corte al 11 de mayo de 2020 en algunas cárceles de Colombia.
Fuente: El Espectador
Es evidente que en la cárcel de Villavicencio, se desbordó el problema porque donde hay 1.700 internos y 300 guardias, hay 856 infectados por el virus Covid-19. Esperemos que las medidas locales, gubernamentales y nacionales logren aplanar un poco el contagio y hayan soluciones más efectivas. La cárcel de Leticia, Amazonas, también reporta contagios en la mitad de los reclusos.
Colombia es similar a otros en la región al implementar normas que busquen bajar los niveles de sobrepoblación pero no será suficente, ya que al violar Derechos Humanos con las medidas precarias de sanidad, se está dando paso a la propagación de un virus que no se detiene y al final los infectados serán miles sin posibilidad de asilamiento.