El feminicidio ha sido utilizado como herramienta para la dominación masculina por siglos, ¿cuándo se detendrá la violencia?
En las sociedades patriarcales como la colombiana, los asesinatos de mujeres a manos de hombres es frecuente. El feminicidio se ha definido como una muestra de la desigualdad, marginalidad y riesgo en que se encuentran las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Se puede diferenciar de un asesinato de manera muy sencilla, la mujer ha sido asesinada en relación a su condición de género.
La cosificación, posesión, celos, odio, placer, erotismo, se manifiestan en violencia en un intento de controlar y subordinar a las mujeres y el hombre feminicida representa una gran fuerza en el sistema patriarcal por esta misma razón. Es más, el feminicidio se ha establecido como medio para mantener la dominación masculina. Pero bien sabemos que, en este caso, el fin no justifica los medios.
Existen diversas clasificaciones de un feminicidio pero, en últimas, el enfoque principal será sobre el feminicidio íntimo, aquel asesinato cometido por un hombre con quien la víctima tenía o había tenido un vínculo íntimo, pero también por un hombre que fue rechazado para entablar tal vínculo. Este tipo de feminicidios son más comunes de lo que parecen. De hecho, según la campaña de El Tiempo, No es Hora de Callar, de 178 feminicidios documentados entre enero y septiembre del 2020, el 5% representaron un agresor conocido o un amigo.
Esta extrema violencia que coarta el ejercicio de derechos de las mujeres y las priva de la vida puede verse, con claridad, en el caso del feminicidio de Ana María Castro.
Entre enero y diciembre del año 2020 se presentaron 630 feminicidios en Colombia. Entre ellos, está el caso de Castro, una joven de 21 años, quien fue lanzada violentamente de un auto sobre la calle 80 con carrera 69, el día 5 de marzo del año 2020.
Cuando ocurren crímenes como el caso del feminicidio de Ana María Castro, se suele caer en el tipo de justificaciones que llueven sobre Paul Naranjo, principal implicado del crimen. Alrededor de los medios de comunicación emergen frases señalando a los celos de Naranjo como el verdadero culpable de la situación, emoción que lo habría “obligado” a bajar a Mateo Reyes, amigo de Castro, del carro para luego lanzar a la joven del auto sobre la calle 80.
Este tipo de excusas, como los celos o el alcohol, exteriorizan la culpa del verdadero responsable y determinan al hecho como un evento pasajero, un lapso de juicio que no volverá a ocurrir. También pueden ser peligrosas, pues fomentan una cultura de omisión y de hacer la vista gorda ante este tipo de violencias. Actos de dominio, control y subordinación ejercidos por Naranjo contra Castro durante el tiempo que estaban en el vehículo, como también los estereotipos de género que Naranjo expresó sobre cómo debe comportarse una mujer, son, sencillamente, la base del por que este crimen puede clasificarse como un feminicidio.
Naranjo fue citado a comparecer ante las autoridades el 22 de enero, por el cargo de feminicidio agravado, pero no se presentó inmediatamente. De hecho, había estado evadiendo a la justicia y sólo decidió entregarse hasta el 8 de febrero, casi un año después de que haya ocurrido el delito. Ayer, 10 de febrero, se reanudó su audiencia de imputación de cargos. John Cadena, la defensa de Naranjo ha asegurado que los hechos investigados no están en un mismo rango jurídico de un feminicidio y, por ende, pidió cambiar la imputación a una de homicidio culposo. El cual no le fue otorgado, debido a la plausibilidad de las pruebas presentadas.
A pesar de que, en este momento, Naranjo se encuentra detenido por la justicia en prevención a una fuga, ya que ha presentado patrones de no presentarse a comparecer ante las autoridades, esta desigual estructura de poder basada en género no termina con su condena. Es esencial que la justicia colombiana luche en contra de la violencia sistemática y generalizada que se produce a nivel interpersonal diariamente hacia las mujeres y rechace con fervor este tipo de actos. Deberán generarse políticas en sanción a estas prácticas, para que el feminicidio no continúe siendo la base del éxito de perduración del sistema patriarcal pero, sobre todo, que deje de ser el primer pensamiento de la mañana de toda aquella mujer que teme cada día por su vida .