Soy ingeniero y la Lucha Contra el Discurso Dominante

March 31, 2020
Columna
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Robert V.Ruggiero

Existe, dentro de la cultura en la que crecimos los autores de este artículo, formas correctas e imaginarios sobre los cuales se habla de cada una las profesiones. Ya sea que hablemos de los científicos sociales y su “poca” validez dentro del mundo académico (como bien afirma la vicepresidenta de Colombia), o que hablemos de los “nerds” al pensar en los ingenieros de sistemas, hemos construido ideas preconcebidas sobre lo que una profesión es. Por tanto, al igual que en otras carreras, existen discursos sobre lo que significa ser un ingeniero, la forma de ser, cómo debemos comportarnos y, sobre todo, lo que no debemos ser. Imaginar a un ingeniero mecánico (prototipo de la ingeniería tradicional) vestido de drag queen suena a una idea que transgrede la idea misma de lo que significa ser ingeniero. Aunque entendemos que el proceso de construcción de identidad propia de las carreras es completamente natural, el problema de esta estructura fija lo resumiríamos en una pregunta ¿Qué hacer cuándo alguien no se ajusta al estándar “aceptado”?


La respuesta actual a esta pregunta es la motivación para escribir este artículo, y es porque el rechazo ante la diferencia, y en especial la diferencia sexual, ha generado en la ingeniería altos niveles de segregación y homofobia. Esta ha sido una forma de opresión que, tanto Pedro como Andrés, hemos vivido en carne propia y contra la cual hemos tenido que desarrollar formas de resistencia pasiva a través de los velos de la propia ignorancia que está en la ingeniería. Ya sea en el campo profesional o en el aula de clase, tanto mujeres como personas con diversidad de capacidades, gustos e intereses debe ocultar quién es ante sus pares solo con el fin de pertenecer. Y la experiencia misma del rechazo y la discriminación también trae por detrás otros discursos sobre formas de ser diferente.


En muchos espacios dentro de la misma cultura en la que estamos inmersos y  que nos declara como “ingenieros”, la construcción de la identidad gay se convierte en un problema. Lidiar con los ideales de que somos “pocos hombres”, que estamos errados en siquiera intentarlo, que quizá nuestro espacio es más en carreras que la misma sociedad ha asimilado con referentes de la comunidad LGBT+ como lo son enfermería, peluquería o inclusive diseño de modas, no porque dichas carreras encarnen valores negativos per se, sino que simplemente no decidimos estudiarlas por no tener un gusto afín con estas. Decidimos estudiar ingeniería porque queremos un cambio en la sociedad, y cuando hablamos de cambio queremos que cambie la sociedad, no que tengamos que cambiar nosotros.Lo que buscamos es desde la ingeniería que la sociedad entienda que somos unos seres humanos iguales a todos, con defectos y virtudes, que lo importante es que somos ingenieros como cualquier otro, y que la diversidad sexual no puede ser bajo ninguna circunstancia un elemento de discriminación o que por esta misma razón a alguien se le considere menos profesional o menos idóneo. y no por esta decisión aceptar el hecho de somos grupo de personas que toda la vida les ha tocado reclamar sus derechos.


Quisiéramos ahondar un poco sobre la diversidad sexual, posiblemente el que más ha afectado a los autores. A pesar de que en Colombia, desde el año 1981, está despenalizada la homosexualidad, ser gay, lesbiana o transexual representa un motivo de discriminación o burla, además de ser una de las comunidades más vulneradas en épocas de conflicto, como es el caso de Colombia en los últimos 50 años. En el medio educativo, los resultados del estudio de la ONG Colombia Diversa son contundentes, donde el 62% de los estudiantes LBGT+ se han sentido discriminados, rechazados en sus colegios o universidades. Y si vamos al campo laboral, de acuerdo con cifras de El Empleo solo 4 de cada 100 personas trans tienen un contrato laboral formal. Y es que ni los docentes, ni las personas de recursos humanos y mucho menos los empleadores cuentan con la formación necesaria para entender temas de género y orientación sexual y generar espacios seguros para las personas LGBT+. 


A su vez, Colombia cuenta con unos altos índices de machismo, donde se encuentra que, en un estudio hecho en la Universidad de los Andes, demuestra que el 39,2% de los hombres estudiados tienen un imaginario de  dominación y control de las mujeres, es decir, tienen una percepción de superioridad. Y dentro esta percepción de micromachismos surge la que nos enfrentamos los hombres gay, donde el hombre heterosexual sigue teniendo un rol dominante en la sociedad y pordebajeando a las personas que considera diferentes. Pero volviendo al centro de esta discusión, ¿qué pasa dentro de la ingeniería? Aunque existen muy poco estudios sobre el tema, la discriminación dentro de la ingeniería es un problema latente. Un estudio llevado a cabo a más de 600 científicos e ingenieros en el Reino Unido encontró que 1 de cada 3 personas LGBTI ha considerado retirado de su carrera o de sus trabajos por causa del ambiente laboral, con un aumento considerable para las personas trans o no binarias.


Sin embargo, el estudio que mejor da luces sobre el problema de la discriminación en ingeniería es el realizado por Erin Cech y Tom Waidzunas en 2009, que abrió el debate sobre el espacio que las escuelas de ingeniería tenía para las personas diversas. Este estudio demuestra que en las escuelas de ingeniería existe un clima hostil hacia las personas LGBT+, que se ve reflejado en una disminución en el acceso a las oportunidades que tienen los estudiantes en este medio. Esto se da como consecuencia una incongruencia entre las competencias técnicas y una identidad devaluada y estereotipada sobre lo que es ser homosexual. Además, muestra que la credibilidad de los pares y por la ingeniería misma se ve disminuida, dando la impresión de que son menos capaces. Además, estudios subsiguientes mostraron que ser heterosexual se cuenta como un privilegio y te da poder ante sus pares. Al final de cuentas, lo que importa no es ser un “ingeniero gay” sino un “ingeniero que resulta que es gay”.


La pregunta, por tanto, sobre la justicia social en ingeniería también debe tomar rostro y bandera de comunidad LGBT+ de una manera más equitativa. Aunque sea una lucha invisible, que además compartida con otros grupos sociales, se debe convertir en un motivo de reflexión constante y llevar a la acción. Como ingenieros y educadores tenemos que asegurar un respeto hacia todas la formas de expresión, todas las formas de ser y sentir, todas las formas de amar. Por tanto, todos los mecanismos para generar espacios seguros dentro de la práctica profesional de la ingeniería y la educación en ingeniería deben ser pensados, planeados y aplicados. Aunque la sociedad y la ingeniería no quieran, las personas LGBT+ existimos y lo seguiremos haciendo, y esta es nuestra forma de lucha silenciosa, poner en palabras lo que la vida nos quitó y que queremos reivindicar.  

Autores Invitados


Andrés Acero

Profesor asistente, programa de Ingeniería Industrial, Universidad Sergio Arboleda

Estudiante doctoral, facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes


Pedro Melendez

Estudiante de pregrado, programa de Ingeniería Industrial, Universidad Sergio Arboleda

Soy ingeniero y la Lucha Contra el Discurso Dominante

Columna
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March 30, 2020

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Robert V.Ruggiero

Existe, dentro de la cultura en la que crecimos los autores de este artículo, formas correctas e imaginarios sobre los cuales se habla de cada una las profesiones. Ya sea que hablemos de los científicos sociales y su “poca” validez dentro del mundo académico (como bien afirma la vicepresidenta de Colombia), o que hablemos de los “nerds” al pensar en los ingenieros de sistemas, hemos construido ideas preconcebidas sobre lo que una profesión es. Por tanto, al igual que en otras carreras, existen discursos sobre lo que significa ser un ingeniero, la forma de ser, cómo debemos comportarnos y, sobre todo, lo que no debemos ser. Imaginar a un ingeniero mecánico (prototipo de la ingeniería tradicional) vestido de drag queen suena a una idea que transgrede la idea misma de lo que significa ser ingeniero. Aunque entendemos que el proceso de construcción de identidad propia de las carreras es completamente natural, el problema de esta estructura fija lo resumiríamos en una pregunta ¿Qué hacer cuándo alguien no se ajusta al estándar “aceptado”?


La respuesta actual a esta pregunta es la motivación para escribir este artículo, y es porque el rechazo ante la diferencia, y en especial la diferencia sexual, ha generado en la ingeniería altos niveles de segregación y homofobia. Esta ha sido una forma de opresión que, tanto Pedro como Andrés, hemos vivido en carne propia y contra la cual hemos tenido que desarrollar formas de resistencia pasiva a través de los velos de la propia ignorancia que está en la ingeniería. Ya sea en el campo profesional o en el aula de clase, tanto mujeres como personas con diversidad de capacidades, gustos e intereses debe ocultar quién es ante sus pares solo con el fin de pertenecer. Y la experiencia misma del rechazo y la discriminación también trae por detrás otros discursos sobre formas de ser diferente.


En muchos espacios dentro de la misma cultura en la que estamos inmersos y  que nos declara como “ingenieros”, la construcción de la identidad gay se convierte en un problema. Lidiar con los ideales de que somos “pocos hombres”, que estamos errados en siquiera intentarlo, que quizá nuestro espacio es más en carreras que la misma sociedad ha asimilado con referentes de la comunidad LGBT+ como lo son enfermería, peluquería o inclusive diseño de modas, no porque dichas carreras encarnen valores negativos per se, sino que simplemente no decidimos estudiarlas por no tener un gusto afín con estas. Decidimos estudiar ingeniería porque queremos un cambio en la sociedad, y cuando hablamos de cambio queremos que cambie la sociedad, no que tengamos que cambiar nosotros.Lo que buscamos es desde la ingeniería que la sociedad entienda que somos unos seres humanos iguales a todos, con defectos y virtudes, que lo importante es que somos ingenieros como cualquier otro, y que la diversidad sexual no puede ser bajo ninguna circunstancia un elemento de discriminación o que por esta misma razón a alguien se le considere menos profesional o menos idóneo. y no por esta decisión aceptar el hecho de somos grupo de personas que toda la vida les ha tocado reclamar sus derechos.


Quisiéramos ahondar un poco sobre la diversidad sexual, posiblemente el que más ha afectado a los autores. A pesar de que en Colombia, desde el año 1981, está despenalizada la homosexualidad, ser gay, lesbiana o transexual representa un motivo de discriminación o burla, además de ser una de las comunidades más vulneradas en épocas de conflicto, como es el caso de Colombia en los últimos 50 años. En el medio educativo, los resultados del estudio de la ONG Colombia Diversa son contundentes, donde el 62% de los estudiantes LBGT+ se han sentido discriminados, rechazados en sus colegios o universidades. Y si vamos al campo laboral, de acuerdo con cifras de El Empleo solo 4 de cada 100 personas trans tienen un contrato laboral formal. Y es que ni los docentes, ni las personas de recursos humanos y mucho menos los empleadores cuentan con la formación necesaria para entender temas de género y orientación sexual y generar espacios seguros para las personas LGBT+. 


A su vez, Colombia cuenta con unos altos índices de machismo, donde se encuentra que, en un estudio hecho en la Universidad de los Andes, demuestra que el 39,2% de los hombres estudiados tienen un imaginario de  dominación y control de las mujeres, es decir, tienen una percepción de superioridad. Y dentro esta percepción de micromachismos surge la que nos enfrentamos los hombres gay, donde el hombre heterosexual sigue teniendo un rol dominante en la sociedad y pordebajeando a las personas que considera diferentes. Pero volviendo al centro de esta discusión, ¿qué pasa dentro de la ingeniería? Aunque existen muy poco estudios sobre el tema, la discriminación dentro de la ingeniería es un problema latente. Un estudio llevado a cabo a más de 600 científicos e ingenieros en el Reino Unido encontró que 1 de cada 3 personas LGBTI ha considerado retirado de su carrera o de sus trabajos por causa del ambiente laboral, con un aumento considerable para las personas trans o no binarias.


Sin embargo, el estudio que mejor da luces sobre el problema de la discriminación en ingeniería es el realizado por Erin Cech y Tom Waidzunas en 2009, que abrió el debate sobre el espacio que las escuelas de ingeniería tenía para las personas diversas. Este estudio demuestra que en las escuelas de ingeniería existe un clima hostil hacia las personas LGBT+, que se ve reflejado en una disminución en el acceso a las oportunidades que tienen los estudiantes en este medio. Esto se da como consecuencia una incongruencia entre las competencias técnicas y una identidad devaluada y estereotipada sobre lo que es ser homosexual. Además, muestra que la credibilidad de los pares y por la ingeniería misma se ve disminuida, dando la impresión de que son menos capaces. Además, estudios subsiguientes mostraron que ser heterosexual se cuenta como un privilegio y te da poder ante sus pares. Al final de cuentas, lo que importa no es ser un “ingeniero gay” sino un “ingeniero que resulta que es gay”.


La pregunta, por tanto, sobre la justicia social en ingeniería también debe tomar rostro y bandera de comunidad LGBT+ de una manera más equitativa. Aunque sea una lucha invisible, que además compartida con otros grupos sociales, se debe convertir en un motivo de reflexión constante y llevar a la acción. Como ingenieros y educadores tenemos que asegurar un respeto hacia todas la formas de expresión, todas las formas de ser y sentir, todas las formas de amar. Por tanto, todos los mecanismos para generar espacios seguros dentro de la práctica profesional de la ingeniería y la educación en ingeniería deben ser pensados, planeados y aplicados. Aunque la sociedad y la ingeniería no quieran, las personas LGBT+ existimos y lo seguiremos haciendo, y esta es nuestra forma de lucha silenciosa, poner en palabras lo que la vida nos quitó y que queremos reivindicar.  

Autores Invitados


Andrés Acero

Profesor asistente, programa de Ingeniería Industrial, Universidad Sergio Arboleda

Estudiante doctoral, facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes


Pedro Melendez

Estudiante de pregrado, programa de Ingeniería Industrial, Universidad Sergio Arboleda

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