“A nivel mundial el 47% de las mujeres tiene una cuenta bancaria formal” (CEPAL, 2017). ¿Y Tú? “No he tenido la necesidad”, “¿para qué?”, “Perderé mi plata”, “Yo no entiendo ese sistema”, “no me interesa”… Son algunas de las respuestas que se escuchan al conversar con personas excluidas de la red bancaria. Es posible que esas reacciones sean producto del desconocimiento, así que empecemos por lo básico. Si consideras tener la suficiente información sobre las “empresa(s) dedicada(s) a realizar operaciones financieras con el dinero procedente de sus accionistas y de los depósitos de sus clientes” (Real Academia Española, 2019), entonces te invito a ignorar los siguientes 5 párrafos, y a continuar la lectura desde la palabra Mucha.
Desde que la humanidad empezó a organizarse, tuvo necesidad de realizar operaciones de cambio y crédito para desarrollar sus ideas. Fue en Grecia, siglo IV a.C. que se constituyeron los bancos públicos, administrados por personas dedicadas a esa labor, mientras que los romanos ya tenían un tipo de crédito mutual llamado “mutuum” (Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras de Chile, 2019). Ese origen es anterior al de la religión católica, más viejo que Matusalén. Bancafacil.cl (2019) nos cuenta que, en el siglo VI, ya los romanos estaban dando préstamos y cobrando intereses, entre los siglos XII y XVI los italianos ya hacían transacciones en monedas extranjeras a través de corresponsalías, en el siglo XIX nacieron las instituciones para-bancarias con el objetivo de atender necesidades específicas de los clientes, y actualmente contamos con bancos estatales, regionales, locales, privados, especializados y universales, además de cooperativas, fondos de crédito mutual, y algunas otras figuras que prestan servicios financieros de una u otra manera.
Algo de beneficio tiene que haber en los bancos, ya que no solo han estado en nuestra historia desde la Antigüedad, sino que han evolucionado sin perder su esencia, así como lo ha hecho la ciencia al intentar entender el mundo, o como lo hace el lenguaje en boca de sus hablantes. Y, ¿qué será eso positivo que tú todavía no les has encontrado? ¿Será que los 3800 millones de personas que tienen una cuenta bancaria (Banco Mundial, 2018) están sufriendo? Es improbable, ya estaríamos en una guerra mundial. Al contrario, deben estar sacándole provecho a los distintos servicios bancarios que hoy existen: cuentas de ahorro, depósitos, transferencias, aplicaciones de celular, entre otros.
¿Para qué sirve una cuenta de ahorro, o una transferencia? “Eso me va a gastar toda la memoria del smartphone”. Fácil:
· Cuenta de ahorro: instrumento para guardar el dinero. Es preferible acumular el dinero en un banco, donde aumentará el monto, será más difícil de alcanzar para los ladrones, y estará allí cuando el cliente vaya a utilizarlo, con algunos céntimos de más (intereses).
· Depósito: entrega de dinero a la custodia del banco, quien tiene la obligación de responder por él cuando el cliente lo exija. No es necesario ir hasta la oficina del banco para depositar, también es posible a través de cajeros automáticos u otros canales.
· Transferencia: envío de dinero entre cuentas. Útil para hacer o recibir pagos sin manipular billetes o monedas, nacional e internacionalmente.
· Banca móvil: herramienta que permite gestionar servicios bancarios desde un smartphone o una tablet, generalmente disponible 24h, con altas medidas de seguridad. En cuanto a la memoria, si el cel aguanta Facebook, Instagram o Spotify lo más seguro es que no tenga problemas con la aplicación del banco.
Por lo general, la mayoría de esos servicios son gratuitos. Es decir, con una cuenta bancaria se puede acumular y recibir dinero en un lugar seguro, también se puede enviar plata sin tocarla y llevar un control minucioso de todo eso desde el celular, a las 3 de la mañana, a las 5:35 de la tarde o a la hora que el cliente prefiera. No habrá que pagar nada, y por el contrario, se recibirán céntimos que valen más que el moho que adquiere naturalmente la plata guardada en la casa.
El Banco Mundial asegura que “la inclusión financiera es un factor clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad” ya que “el acceso a servicios financieros facilita la vida cotidiana y ayuda a las familias y a las empresas a planificar para todo, desde los objetivos a largo plazo hasta las emergencias imprevistas” (2018). Si eres del 53% de mujeres que no ha facilitado su vida diaria a través del sistema bancario a causa de desinformación, con lo que has leído hasta aquí ya tienes las bases para impulsar tu prosperidad bancaria. Si sigues con dudas al respecto, lo que sigue te interesa.
Mucha de la exclusión de la red bancaria se debe a barreras culturales (machismo, inseguridad femenina): son los hombres de la casa quienes se encargan de gestionar las finanzas familiares, las mujeres tienen que rendirles cuentas a ellos y necesitan de su firma para cualquier movimiento bancario (Juna V., citada por Serrano, D., 2018). A través de una publicación de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina, antigua Corporación Andina de Fomento), Azar, K. (2018) destaca que “la inclusión financiera constituye un factor importante para el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres, en la medida en que les permite ampliar sus posibilidades de desarrollo productivo, personal y familiar.” Así, incluirse en el sistema bancario pasa a ser un medio de emancipación para las mujeres. —Detén la lectura si eres de las personas que piensa que las féminas son inferiores a los hombres, muchas gracias por tu atención durante las líneas anteriores—.
—¿Continuas aquí? ¡GENIAL!— No es obligatorio ser empleada, tener ingresos altos o estar casada para abrir una cuenta bancaria. Lo que necesitas es voluntad de ser libre financieramente y de tabúes sociales. “Jamás la utilizaré, mi esposo/novio/padre/hermano se encargan”. ¿De verdad? ¿Y no sería útil para guardar la platica ganada en ese concurso o en ese trabajo pequeño el año pasado? ¿O para acumular los ahorros de cada semana? ¿O para que los familiares consignen alguna vez? ¿O para recibir el sueldo y tenerlo guardado de manera segura? ¿O para que la beca hasta gane algunos intereses antes de que se acabe? Una estudiante, ama de casa, empleada, trabajadora independiente, tía, hija, jubilada, desempleada, hermana podrá usar a los bancos para su beneficio, ya sea para ahorrar, pagar deudas, viajar, cobrar, recibir donaciones, etc. Es que inclusive como referencia le podría servir en alguna ocasión, ya que tener una cuenta bancaria evidencia sagacidad social y deseos de superación.
Está claro que los banqueros no son nuestros mejores amigos. Como en cualquier otro negocio, ellos tienen el objetivo de obtener ganancias. Pero, no por eso es imposible encontrar una opción beneficiosa, libre de pérdidas. Tal vez no será con la institución bancaria más grande o antigua del país. Pero, por ejemplo, podría ser con la que dio crédito a la Asociación Pulinguí Razcuñan, compuesta por mujeres que manufacturan artículos y textiles, cuya presidenta ahora declara: “eso nos cambió la vida. El capital que obtuvimos nos permitió construir un centro comunitario para nuestras reuniones y talleres. Ahora tenemos nuevas metas” (Serrano, D., 2018). O con la que prestó dinero a Blanca, una campesina colombiana, quien así pudo equiparar su contribución a la de su marido en la finca familiar, para beneficiar a la familia completa, o la que, en Jordania, con un préstamo de $69 ayudó a Anga a comenzar su empresa de alimentación, que ahora da empleo a otras mujeres (Hart, M. 2017).
El BBVA (2015) reconoce que “una mujer que tiene acceso a una cuenta bancaria cuida de su familia, de sí misma y puede cambiar el futuro”, motivos impulsores de iniciativas latinoamericanas que ya tienen éxito al ofrecer alternativas financieras dedicadas a la inclusión de las mujeres. Es el caso del Banco W, en Colombia, cuya cartera activa está compuesta en 62% por féminas y mantiene espacios cómodos e higiénicos como salas de lactancia dentro de algunas de sus sucursales. En Bolivia tienen a CRECER –Crédito con Educación Rural– concentrado en mujeres de áreas rurales, que ha logrado que el 49% de las beneficiarias afirmen tener el poder de decisión sobre sus asuntos económicos. Además, está el Banco de México ofreciendo el Crédito Mujer pensado para que féminas mejoren su situación económica a través de la creación o ampliación de negocios (CAF, 2018).
A pesar del éxito de esas iniciativas, la CAF (2018) informa que la mayoría de los países de América Latina continúa rezagada en cuanto a la educación financiera y al acceso a crédito por parte de las mujeres, y que sólo las instituciones microfinancieras han aprovechado el potencial emprendedor de las féminas latinas. Esto quiere decir que realmente no hay demasiadas opciones bancarias que beneficien especialmente a las mujeres, pero que existe la posibilidad de encontrarlas. Es cuestión de evaluar el panorama y dar el salto que revierta la apreciación de que “las mujeres tienen mayor aversión al riesgo y a las pérdidas” (CAF, 2018), que posiblemente las mantenga autoexcluidas de servicios financieros como: crédito, asistencia técnica, acceso a una cuenta corriente, de ahorro, depósitos a plazo en dólares, modalidades de préstamos —personales, de vivienda—, pago de servicios públicos, de impuestos o envío y recepción de dinero, entre otros. Las mujeres son mejores planificadoras y tienen un mejor comportamiento de pago, según uno de los más grandes bancos del mundo, el BBVA (2018). Es decir, si es temor al riesgo lo que las mantiene fuera del sistema bancario, no es más que otro tabú, ya que en concreto, las mujeres tienden a responder mejor a sus deudores.
En conclusión, incluirse en el sistema bancario es una manera de hacerse la vida más fácil, de coger impulso hacia el desarrollo económico y de romper tabúes culturales que disminuyen la importancia de la mujer en nuestra sociedad. Basta de desinformación, de dependencia y de miedo. Las mujeres somos capaces de generar y gestionar nuestros recursos financieros, y los bancos son una herramienta para ello, nos ayudan a crecer como miembros activos de la sociedad al permitirnos gestionar nuestros recursos de manera autónoma, sin tener que arriesgarnos a desplazarnos con grandes cantidades de efectivo, como lo hacen los criminales —que no usan los bancos para no dejar huellas de sus transacciones— o rendir cuentas a ningún hombre sobre nuestro capital.
Este llamado no es sólo para la comunidad femenina, también es para las instituciones financieras. Es hora de que se sumen al esfuerzo por mejorar el desempeño económico de nuestra sociedad, para lo que la CAF (2018) les sugiere: “crear nuevos productos financieros para las mujeres y ampliar la disponibilidad de los recursos, diseñar más programas de educación financiera con perspectiva de género que potencien las capacidades de las mujeres, usar indicadores que midan más eficientemente las necesidades de financiamiento de las mujeres y de sus empresas o emprendimientos.”
REFERENCIAS:
Azar, K., Lara, E., Mejía, D. (2018). Inclusión Financiera de las mujeres en América Latina. Situación actual y recomendaciones de política. Consultado el 10/02/2019 en
Bancafacil.cl, Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras – SBIF, Chile (2019). Historia de los bancos. Consultado el 10/02/2019 en
Banco Mundial (2018). La inclusión financiera es un factor clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad. Consultado el 10/02/2019 en
Banco Mundial (2018). Según la base de datos Global Findex, la inclusión financiera está aumentando, pero aún subsisten disparidades. Consultado el 10/02/2019 en
BBVA (2015). Las brechas de la bancarización. Consultado el 10/02/2019 en
CAF (2018). En América Latina los productos financieros no están pensados para las mujeres. Consultado el 10/02/2019 en
CEPAL, 2017. Foro Internacional para el empoderamiento económico de las mujeres: alianzas estratégicas. Encuentro sobre Políticas Financieras y Género: Brechas y Oportunidades. Consultado el 10/02/2019 en
Hart, Maura (2017). Bank on Her: 5 Women Prove Why They Belong in the Formal Financial System. HuffPost. Consultado el 10/02/2019 en
Serrano, Diana. Banca busca ampliar inclusión financiera de las mujeres. El Comercio. Consultado el 10/02/2019 en
Real Academia Española (2018). Banco. Consultado el 10/02/2019 en