Dentro de la literatura colombiana existen numerosas historias y exponentes que revelan lo que ha significado desde los inicios de la “Nación”, pertenecer a cualquiera de los géneros socialmente reconocidos en cada época (Por mencionar algunos ejemplos: La Manuela en los inicios de la República, La Marquesa de Yolombó en el siglo XIX, ¡Que viva la música! en los 70 o Un beso de Dick en los 90); muchas de estas obras literarias han sido un retrato fiel del acontecer de pueblos, familias y vidas individuales, que como parte de la corriente costumbrista intentaron reforzar y romantizar los valores conservadores sobre los cuales se constituyó la cultura colombiana (Muy a pesar de que se hable de Colombia como república independiente gracias a las ideas del liberalismo ilustrado, las cuales, sobra decir, fueron promovidas en principio por personalidades que hacían parte de esas familias tradicionales y conservadoras.)
No me corresponde entrar a criticar a esos clásicos de la literatura colombiana como la María o El amor en los tiempos del Cólera por promover ideas insanas frente al amor y las relaciones al amparo del género idílico pero si quisiera evidenciar los casos especiales de dos autoras que marcaron una ruptura con la escritura de su época, problematizando la situación de las mujeres de su clase.
La primera de ellas es Elisa Mújica, bumanguesa nacida en los inicios del siglo XX, pionera en ocupar cargos que parecían diseñados por defecto para ser ocupados por hombres, fue secretaria del expresidente Carlos Lleras Restrepo, posteriormente fue nombrada en el mismo cargo pero en la embajada en Ecuador y hasta terminó por gerenciar un banco, lo que de entrada dilucida su carácter y la manera en que encaró su condición de mujer. Si bien Mújica es reconocida dentro del mundo literario como la escritora colombiana más importante del siglo XX poco resuena su nombre y su obra entre quienes se encuentran fuera de los círculos de conocedores literarios.
Pero ¿Cómo es que Mujica se convierte en pionera en evidenciar las cuestiones de género? El momento histórico en el que desarrolló su obra, que abarca desde cuentos hasta novelas, es un momento de tensión social porque coincide con el periodo de la guerra fría; la misma Mujica militó en el Marxismo aunque luego se distanció de él tras su experiencia personal viviendo en Europa, sin embargo este cuestionamiento del orden establecido que viene asociado a la lucha revolucionaria de la que en su momento hizo parte, le permitió reconocer y cuestionar las inequidades sociales entre el género femenino y masculino de aquel momento y expresarlo por medio de sus escritos.
Una obra en particular que revela la percepción de Mujica frente al desequilibrio que se daba en todas las dimensiones sociales entre los roles ocupados por hombre y mujeres es su novela Catalina; allí se puede realizar un recorrido por múltiples expresiones de las relaciones matrimoniales, teniendo como punto de partida el propio matrimonio de la protagonista y narradora, un claro ejemplo del tan retratado matrimonio por conveniencia y movido por intereses económicos, con una característica especial, la obligación que se impuso la mujer de sentir amor ante la falta de otras alternativas y que se va desvaneciendo en la cotidianidad y ante las adversidades que obviamente por su condición de género parecen ser culpa de ella.
También quienes la lean encontrarán el ejemplo del matrimonio con una mujer dominante capaz de doblegar y maltratar a su marido; el ejemplo de la mujer que despierta el pesar y la preocupación por no conseguir con quien unirse en matrimonio y por supuesto, el caso de la pareja que en apariencia es perfecta y vive feliz; en todas estas representaciones se encuentran alusiones a las múltiples facetas que podía tener la mujer en el escenario principal al que estaba llamada en aquel entonces: el hogar. Elisa Mujica al ser capaz de ilustrar y denunciar esta situación con su obra, generó un precedente para debatir con argumentos, como es que ese plano privado de la vida en pareja está atravesado por prácticas culturales que son producto y a la vez sustento del patriarcado.
Albalucía Ángel Marulanda es otra escritora colombiana que desde su producción literaria ha contribuido a la visibilización de los diversos fenómenos que generan inequidades en los roles asumidos por los géneros en el plano social. Esta pereirana nacida en una familia acomodada hizo de su propias vivencias como miembro de la misma y de una sociedad terriblemente compleja como la colombiana, la materia prima para su novela “Misiá Señora”, una obra trascendental para el feminismo colombiano que encuentra en el relato una descripción de la situación de un grupo de mujeres nacionales en el siglo XX y que inevitablemente pone de manifiesto las afectaciones que sufrían a causa del patriarcado.
La propia Albalucía reconoció en algunas entrevistas que escribir esta novela fue un ejercicio liberador porque le permitió reconocer que su propia identidad era en parte un producto heredado de las identidades de las mujeres que fueron trascendentales en su vida, su madre y su abuela, además de los referentes culturales de la época con toda su carga patriarcal; la genialidad de Ángel radica en ser pionera en explorar y hacer evidente en su obra, este ejercicio de introspección y reflexión genealógica junto con la convicción de que la identidad no es algo estático y por tanto abre la puerta a la deconstrucción de esos roles socialmente asignados a los géneros, de manera que hace una aporte muy significativo para quienes se introducen en el estudio y análisis de las inequidades de género, los mecanismos que las soportan y las medidas para transformarlas, en otras palabras, para el feminismo.
En Misiá Señora se retrata como en pocas obras literarias del repertorio nacional, las afectaciones que ha causado la violencia en la formación de la idiosincrasia femenina del país y por tanto se consolida también como referente histórico; en este sentido vale la pena revisar su obra más “Reconocida”:“Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón” (Lastimosamente el reconocimiento lo han hecho solo otros grandes escritores como Julio Cortázar en su momento y por supuesto críticos literarios aunque principalmente aquellos cercanos a la academia anglosajona). En esta obra Ángel relata desde la perspectiva femenina lo que ha sido la historia colombiana atravesada por la violencia.
Evidentemente hay muchas otras autoras y otros autores que abordan las cuestiones de género en sus producciones a nivel nacional y por supuesto se aplauden aquellas obras que invitan al debate y la reflexión social, no obstante tanto Elisa Mujica como Albalucía Ángel merecen un reconocimiento especial por lo que significó en su contexto histórico y social el plasmar sus vivencias a manera de crítica en los relatos que elaboraron y es lamentable que sus obras no tengan actualmente la valoración que merecen por su aporte en función de la mejora de las condiciones de las mujeres colombianas, así que nos corresponde conocerlas, difundirlas y darles el lugar que merecen en el acervo cultural del país.