Ser mujer en Colombia no es fácil. Sólo en 2020, 630 mujeres (Statista) fueron asesinadas por su género. Las madres se enfrentan a la violencia de sus familiares, las jóvenes tienen dificultades para encontrar trabajos remunerados y el acceso a la educación y a las instituciones políticas suele ser limitado si son mujeres.
Sin embargo, ser mujer en Colombia también puede ser singularmente bello. Al encontrar su propio valor al margen de los hombres y a través de un maravilloso viaje de autodescubrimiento, las mujeres pueden aprender lecciones sobre cómo emanciparse de la cultura sexista.
En la ciudad de Medellín, el Proyecto Florecer es uno de esos lugares que trabaja en el empoderamiento de mujeres y niñas. Al dotarlas de importantes habilidades prácticas y devolverles la autoestima que merecen, el proyecto consigue mucho más que una simple ayuda a la autoayuda: Crea una comunidad en la que cada miembro puede prosperar y cumplir sus sueños.
Por qué se fundó el Proyecto Florecer
En medio de la crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19, tres mujeres, Erin, Mar y Sheridan, observaron la creciente extensión de la pobreza en Medellín. En 2020, Colombia reconoció un aumento del 269 % en el número de personas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria severa en comparación con 2019.
En respuesta a la urgencia inmediata que generaba la crisis alimentaria, las tres empezaron a buscar voluntarias que proporcionaran alimentos a las personas más necesitadas.
"El Proyecto Florecer se creó inicialmente para educar a las mujeres jóvenes en áreas de liderazgo, servicio a la comunidad y confianza en sí mismas. La pandemia nos hizo reevaluar nuestra misión y la forma en que podíamos servir mejor a nuestra comunidad. La pandemia y las cuarentenas afectaron más a las mujeres que a los hombres porque las mujeres tenían que enfrentarse a la realidad de que sus hijos no podían ir a la escuela. Llevar la comida a la mesa se hizo aún más difícil, especialmente para las madres solteras".
Además, cerca del 50% de la población colombiana trabaja en el sector informal, que incluye desde la limpieza de casas hasta la venta de aguacates en la calle. El trabajo informal no proporciona ninguna red de seguridad cuando la gente no tiene acceso al trabajo. Como las mujeres suelen tener más empleo informal, el número de mujeres empleadas informalmente es aún mayor que el de los hombres.
Por ello, en diciembre de 2020 los fundadores de Proyecto Florecer decidieron centrar sus esfuerzos en apoyar a las mujeres vulnerables, como las madres solteras y las refugiadas venezolanas, haciendo hincapié en la seguridad alimentaria, la empleabilidad y el servicio a la comunidad.
Abordar dos problemas al mismo tiempo con el servicio comunitario
Los tres no sabían el impacto que iban a crear cuando empezaron a compartir alimentos con la comunidad local: "Desde que cambiamos nuestro enfoque a la seguridad alimentaria, hemos proporcionado cerca de 15.000 comidas a la comunidad y docenas de talleres al equipo", explica Mar.
En pocos meses, el comedor social pasó de ser unas pocas voluntarias que cocinaban toda la mañana para distribuir alimentos, a una organización sin ánimo de lucro muy organizada. La iniciativa está llamando la atención en Estados Unidos y en Europa, así como entre el Consejo Consultivo de Colombia y el Alto Consejo de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Sin embargo, el objetivo principal del Proyecto Florecer es empoderar a las mujeres de las comunidades de Medellín: Proyecto Florecer es español y significa Proyecto Floreciente o Floración. Las voluntarias ayudan a cocinar y servir la comida. A cambio, reciben apoyo en talleres, en los que expertos comparten sus conocimientos con ellas. Además, reciben ayuda de psicólogos y trabajadores sociales voluntarios.
Talleres que empoderan de verdad
Los talleres son especialmente interesantes para las mujeres participantes, ya que aprenden a aumentar su autoconciencia y su inteligencia emocional. Discutir temas y aprender a mejorar la comunicación abierta mejora sus relaciones interpersonales. Las voluntarias son las que organizan la cocina de alimentos y la distribuyen entre las personas que viven en el Barrio Antioquia. Por lo tanto, también aprenden importantes habilidades de gestión y de equipo durante el propio trabajo de voluntariado.
Al preguntar a Katty, una de las voluntarias, qué es lo que más le gusta del Proyecto Florecer, responde: "Creo que todo el mundo necesita un lugar como éste: Un lugar donde puedas compartir tus experiencias, tus miedos y tus emociones con las mujeres. Aprendes que no estás tan sola como pensabas". A través del Proyecto Florecer, me uní a otros para hacer el mundo un poco mejor".
Katty tiene una historia especial, al ser una mujer trans en Colombia luchó por encontrar empleo durante mucho tiempo. "Muchos empleadores no quieren contratar a personas trans en Colombia. Durante mucho tiempo, no pude contribuir a los ingresos de mi familia, y me sentía mal comiendo y desperdiciando nuestros recursos en casa. Desde que empecé con el Proyecto Florecer, por fin puedo llevar alimentos como arroz, panela y verduras a mi familia, cocinar para ellos y sentirme valiosa".
La receta del éxito de la ONG en tan poco tiempo muestra la suficiente flexibilidad para pivotar la forma de prestar los servicios necesarios a la comunidad sin dejar de ser fiel a su misión principal.
En pocos meses, lo que empezó como un grupo de desconocidos se ha transformado en un equipo plenamente operativo. Algunas de las mujeres han dado un paso adelante como líderes, turnándose como "jefas de cocina", y ahora proporcionan las recetas para el servicio de comidas. Otras se han inclinado como colaboradoras individuales, asumiendo la responsabilidad de áreas específicas del propio proyecto. Sobre todo, han utilizado la cocina para crear amistades y una fuerte comunidad.
El Proyecto Florecer no sólo da esperanza, sino un plan de acción
Carolina, madre soltera de cuatro hijos, ha visto a sus amigos y familiares pasar hambre en Venezuela. Decidió abandonar su hogar, pues ya no podía pagar la educación de sus hijos y los bienes esenciales, como la ropa y la comida.
"El Proyecto Florecer fue una de las mejores cosas que me han pasado desde que llegué a Medellín. Viniendo de Venezuela, sé lo rápido que nos encontramos en situaciones en las que no vemos salida. A cualquiera le puede pasar de un día para otro, a no poder pagar ni siquiera cosas sencillas. Soy madre soltera de cuatro hijos, lo cual es un reto imposible de afrontar en un país como Venezuela. Cuando decidí salir del país, al llegar aquí conocí a personas increíbles que me ayudaron a poner un pie en la ciudad. Ahora por fin puedo cuidar de mis hijos como quiero y enviarlos a una buena escuela", dice con lágrimas en los ojos.
El futuro del Proyecto Florecer
En el futuro, el proyecto de voluntariado quiere ampliar su oferta a las mujeres y atraer a un mayor número de beneficiarias tanto de los talleres como del comedor social. Su objetivo es mejorar la autosostenibilidad del proyecto y capacitar a las mujeres participantes para encontrar un empleo estable. Por último, las fundadoras quieren ofrecer una formación continua y de liderazgo. Uno de sus sueños es poner en marcha un programa de inglés que pueda aumentar las oportunidades de empleo del equipo y darles acceso a trabajos mejor remunerados.
Pasar todo el sábado en el Barrio Antioquia es una de las cosas más satisfactorias para el pequeño grupo de Proyecto Florecer. Cada una de las mujeres coincide en que poder ayudar a otros en situaciones difíciles es una parte muy importante de su vida: "Se trata de devolver lo que se recibe cada día", concluye Carolina.