En esta emisión de Mujeres que Impactan, Amparo Lega Posse, consultora en impacto social, nos habla acerca del consumo responsable y el camino que tomó para llegar allí.
Vivimos en una sociedad capitalista, eso nadie lo puede negar. Y la base de este capitalismo es un consumo desenfrenado que termina en una generación de desechos igualmente proporcional a nuestro nivel de consumo. Plásticos de un sólo uso, el desperdicio de agua, la utilización de aerosoles, etcétera.
Para Amparo Lega Posse, consultora en impacto social, el darse cuenta de esto, significó una señal de hacer cambios en su vida personal, en sus propias formas de consumo e, incluso, en su trabajo. Estuvo involucrada, por 17 años, en la planeación estratégica en comunicación, área que se enfoca, básicamente, a persuadir a otros a consumir y consumir.
Sin embargo, al trasladarse a Palomino, La Guajira, se encontró experimentando los efectos de la existencia humana sobre la naturaleza. “Cuando me entendí en la escasez de agua pude ver que mi vida debía transformarse”, cuenta la consultora, “hacerme reflexionar, para vincularme con personas y saberes de otras formas de vida”.
Es entonces cuando se inspira para gestar y liderar el Convivium Slow Food Palomino, siendo Slow Food una apuesta internacional para promover la soberanía alimentaria y un alimento bueno, limpio y justo. Esta iniciativa consistió en la gestación de un mercado local que, por cuatro años y medio, involucró la participación de productoras de alimentos, que en su mayoría fueron mujeres cabeza de hogar campesinas, indígenas y desplazadas.
Así mismo, su iniciativa la Alacena Consciente también funciona bajo una apuesta de empoderamiento productivo, cohesión social y de poder a las mujeres. Surge como un fortuito encuentro con los alimentos, de manera que se pueden diseñar y desarrollar acciones, metodologías, que nos permita reflexionar sobre nuestro real entorno y nuestra integración a él.
Para Amparo, esto reside en una lucha contra lo masivo, un mundo de la publicidad y el mercadeo. Aquel que nos desprende de la posibilidad de ser uno con nuestro entorno, y de co-crear con estos ecosistemas que nos rodean, en vez de reducirse a una relación de abuso con ellos. Como también de adquirir una claridad frente a los alimentos y productos que adquirimos.
Pero esto es también un llamado a la atención sobre nuestras formas de consumo, tener claro que, al consumir un producto de un solo uso, no significa que su existencia termine cuando hayamos dejado de utilizarlo. La decisión de usar platos desechables, por ejemplo, debe también tener en cuenta el después de su uso, no sólo el durante, y sobre todo, pensar desde antes en su viabilidad.
De esta manera, Amparo resalta los modelos regenerativos, que se basan en el potencial de los territorios, los saberes, los ecosistemas. Que, en vez de enfocarse en una problemática que es muy difícil de abarcar y solucionar de una sola vez, se basa en lo que puede desarrollarse a partir de lo que ya existe. No busca soluciones, busca desarrollo.
“La naturaleza tiene mucho poder y sabiduría para darnos”, reflexiona la consultora, “en vez de persuadir a consumir, mejor persuadir a rescatar el valor que hay en esos saberes y recursos. A preservar”.