No items found.

Este mes conmemoramos un importante hito en la lucha por el respeto de la diversidad en el mundo: el Orgullo LGBTIQ+. Hace 53 años, por primera vez, un grupo de personas alzó la voz por los derechos de la comunidad, le dijo no más a los abusos y puso en marcha un largo camino de visibilización que aún no acaba. 

De acuerdo con la ONU, el número de personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) en el mundo está entre el 10% y el 15% de la población. Hoy, Colombia cuenta con aproximadamente 51.8 millones de habitantes, esto significaría que en el país habría entre 5.2 y 7.8 millones de personas de la comunidad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), solo 648 mil de los 36 millones de adultos en Colombia se considera parte de la población LGBTIQ+. 

Estas cifras evidencian que, si bien hemos avanzado muchísimo desde entonces, aún hay bastante por hacer para erradicar los prejuicios hacia las personas que se salen de las “normas tradicionales de género”. Quienes “no encajan” en estos modelos, han sido objeto de un gran escrutinio; incluso hoy, después de todo el trabajo que han realizado activistas y numerosas organizaciones por los derechos de la comunidad, hay quienes no se sienten tranquilos de expresar libremente su orientación sexual e identidad de género; las cifras no mienten.  

Sin embargo, durante las últimas dos décadas, el mundo se ha dado a la tarea de reconocer a las personas por cómo son, dándole especial atención a conceptos como la diversidad y la inclusión -que básicamente abogan por reconocer al otro, aprender y celebrar las diferencias-. Las organizaciones no pueden ser ajenas a estos cambios; hacer un ejercicio de reconocimiento de la amplitud del espectro de género y sexual es tan importante como cualquier otro aspecto del negocio. 

La gente debe estar en el centro de cada una de las actividades y las empresas deben entender que cada vez son más los colaboradores que se incorporan al lugar de trabajo con identidades y expresiones de género, que pueden ser diferentes de lo que solemos pensar cuando hablamos de género. Y no está bien que estén sujetas a que otros intenten constantemente leer o averiguar su género, si su presentación no es lo suficientemente masculina o femenina. 

Aunque muchas personas trans se identifican en una escala binaria -como hombre o mujer- algunas no lo hacen y pueden referirse a sí mismas como queers, de género fluido, no binarios u otros términos. Por esto, cuando hablamos de crear un lugar de trabajo diverso e inclusivo, una parte importante de la ecuación incluye dedicar tiempo a abrir conversaciones sobre los pronombres de las personas.

Los pronombres de género más comunes son "él/ellos” y “ella/ellas", pero las personas que se identifican como no binarias pueden optar por utilizar pronombres diferentes que se adapten mejor a su identidad, como "elle/elles". Los pronombres son adyacentes a nuestros nombres y forman parte del modo en que la gente se refiere a nosotros en casa, en el trabajo y en los espacios en comunidad. Asegurarse de que los pronombres de alguien son correctos es una señal de respeto tan importante como deletrear y pronunciar el nombre de alguien correctamente. Es su identidad, y es importante. 

Según un estudio de Gallup Workplace de 2021, los ambientes laborales incluyentes aumentan 39% la satisfacción del cliente; 22% la productividad y 27% la rentabilidad. Tener iniciativas en pro de fortalecer ambientes de trabajo seguros, donde los colaboradores se sienten aceptados y reconocidos, es un gana-gana. 

Como profesionales del área de recursos humanos, es nuestro deber empezar con pequeñas acciones -como incluir los pronombres en la firma del correo electrónico-, esto no va a cambiar la vida como la conocemos, pero es un primer paso para salir de la caja que la sociedad nos ha impuesto durante todos estos años y que superemos esas nociones obsoletas de lo que debe ser un buen lugar para trabajar.

Galería

No items found.

Este mes conmemoramos un importante hito en la lucha por el respeto de la diversidad en el mundo: el Orgullo LGBTIQ+. Hace 53 años, por primera vez, un grupo de personas alzó la voz por los derechos de la comunidad, le dijo no más a los abusos y puso en marcha un largo camino de visibilización que aún no acaba. 

De acuerdo con la ONU, el número de personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) en el mundo está entre el 10% y el 15% de la población. Hoy, Colombia cuenta con aproximadamente 51.8 millones de habitantes, esto significaría que en el país habría entre 5.2 y 7.8 millones de personas de la comunidad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), solo 648 mil de los 36 millones de adultos en Colombia se considera parte de la población LGBTIQ+. 

Estas cifras evidencian que, si bien hemos avanzado muchísimo desde entonces, aún hay bastante por hacer para erradicar los prejuicios hacia las personas que se salen de las “normas tradicionales de género”. Quienes “no encajan” en estos modelos, han sido objeto de un gran escrutinio; incluso hoy, después de todo el trabajo que han realizado activistas y numerosas organizaciones por los derechos de la comunidad, hay quienes no se sienten tranquilos de expresar libremente su orientación sexual e identidad de género; las cifras no mienten.  

Sin embargo, durante las últimas dos décadas, el mundo se ha dado a la tarea de reconocer a las personas por cómo son, dándole especial atención a conceptos como la diversidad y la inclusión -que básicamente abogan por reconocer al otro, aprender y celebrar las diferencias-. Las organizaciones no pueden ser ajenas a estos cambios; hacer un ejercicio de reconocimiento de la amplitud del espectro de género y sexual es tan importante como cualquier otro aspecto del negocio. 

La gente debe estar en el centro de cada una de las actividades y las empresas deben entender que cada vez son más los colaboradores que se incorporan al lugar de trabajo con identidades y expresiones de género, que pueden ser diferentes de lo que solemos pensar cuando hablamos de género. Y no está bien que estén sujetas a que otros intenten constantemente leer o averiguar su género, si su presentación no es lo suficientemente masculina o femenina. 

Aunque muchas personas trans se identifican en una escala binaria -como hombre o mujer- algunas no lo hacen y pueden referirse a sí mismas como queers, de género fluido, no binarios u otros términos. Por esto, cuando hablamos de crear un lugar de trabajo diverso e inclusivo, una parte importante de la ecuación incluye dedicar tiempo a abrir conversaciones sobre los pronombres de las personas.

Los pronombres de género más comunes son "él/ellos” y “ella/ellas", pero las personas que se identifican como no binarias pueden optar por utilizar pronombres diferentes que se adapten mejor a su identidad, como "elle/elles". Los pronombres son adyacentes a nuestros nombres y forman parte del modo en que la gente se refiere a nosotros en casa, en el trabajo y en los espacios en comunidad. Asegurarse de que los pronombres de alguien son correctos es una señal de respeto tan importante como deletrear y pronunciar el nombre de alguien correctamente. Es su identidad, y es importante. 

Según un estudio de Gallup Workplace de 2021, los ambientes laborales incluyentes aumentan 39% la satisfacción del cliente; 22% la productividad y 27% la rentabilidad. Tener iniciativas en pro de fortalecer ambientes de trabajo seguros, donde los colaboradores se sienten aceptados y reconocidos, es un gana-gana. 

Como profesionales del área de recursos humanos, es nuestro deber empezar con pequeñas acciones -como incluir los pronombres en la firma del correo electrónico-, esto no va a cambiar la vida como la conocemos, pero es un primer paso para salir de la caja que la sociedad nos ha impuesto durante todos estos años y que superemos esas nociones obsoletas de lo que debe ser un buen lugar para trabajar.

Prohibida su reproducción parcial o total, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su autor y Revista Level.

COPYRIGHT © RevistaLevel.com.co

Arriba