Algunas nociones del comportamiento de la vida en comunidad y sociedad surgen en correspondencia a los sistemas de valores y creencias que predominan según la época. La interpretación y reinterpretación de los juicios de valor está sujeta a los constantes hallazgos científicos divulgados, los vertiginosos cambios en los imaginarios derivados de nuevas comprensiones del entorno, la experiencia de la globalización que influye en la velocidad con la que se puede compartir información, la creciente conciencia ciudadana capaz de asumir un papel protagónico en la construcción de un proyecto compartido de futuro. Proyecto que cuestiona las bases estructurales del patriarcado en el que nos hemos insertado como mujeres que cumplen un rol determinado. Proyecto que incursiona en acepciones más amplias de lo que significa ser niño, joven, creyente, ateo, campesino, funcionario. Proyecto en el que converge una ciudadanía conciliadora que reconoce las múltiples expresiones del ser y en lugar de coartarlas, las impulsa, las visibiliza y las dignifica. Proyecto que posiciona el respeto ante la diferencia, trabaja por la equidad de género y se sustenta en la libertad.
Este proceso de feedback en el que el sistema de valores culturales se acopla a nuevas condiciones, experiencias y aprendizajes, implica aproximarse a los fenómenos sociales desde otra perspectiva, una que no es reduccionista, ni unidireccional, sino por el contrario, holística y contempla la complejidad del entramado de la vida social. Aquí cobran especial interés algunos planteamientos que se han postulado en el mundo de las ciencias naturales y que también podrían aplicar a las ciencias sociales (sin pretender que éstas deban estar supeditadas a las ciencias exactas).
Entremos en detalle… Ante un disturbio natural como un incendio, un ecosistema boscoso del trópico puede resultar gravemente afectado. Sin embargo, es importante hacer explícito que el fuego también cumple una función regeneradora al interior del mismo ecosistema de modo que después del suceso, se alienta la proliferación de semillas, la reestructuración de las propiedades edáficas, el control de plagas, entre otras consecuencias que puede ocasionar. En definitiva, “el fuego acelera los procesos de cambio y evolución de la materia orgánica”. En ese sentido actúa como detonante de la sucesión ecológica y la resiliencia; la primera contempla la renovación natural de los organismos que integran cierto ecosistema, mientras que la segunda consiste en procesos acumulativos de memoria adaptativa ante adversidades, amenazas, tensiones y/o disturbios. Este nivel de resiliencia depende estrictamente de la diversidad sistémica, la complejidad y la interconexidad de los factores bióticos y abióticos constitutivos del ecosistema.
Así que darle un vuelco a los actuales sistemas de creencias y valores requiere de una serie de estímulos apropiados y capaces de desencadenar un efecto dominó tal como el fuego, que nos invite a recapacitar lo que hemos normalizado y que bien merece ser repensado, reformulado y reconstruido de manera autónoma. Yo estoy convencida de que nuestros valores cuentan con la capacidad de regenerarse y adaptarse, así lo haga a un ritmo mucho más lento que un bosque del trópico que en todo caso puede tardar años. Yo estoy convencida además de que un conjunto de alteridades es mucho más enriquecedor que la suma de iguales para aportar en la consolidación de un mundo en el que quepan muchos mundos, donde las dinámicas colaborativas prevalezcan y la complejidad sea la norma.
Si de verdad somos agentes activos del cambio social y nos consideramos parte fundamental en la construcción de un proyecto compartido de futuro, no esperemos que los estímulos provengan de arriba (el gobierno, los medios masivos de comunicación, las corporaciones, las empresas; dudemos de cada uno de los actores que dice representarnos). Tampoco esperemos que cambie el año para encontrar la excusa perfecta y proponernos cambiar algunas creencias, hábitos y prácticas, pero en vista que el 2019 está por iniciar podemos empezar desde ya siendo el ejemplo del proyecto compartido de futuro que nos soñamos.
Por el respeto, la justicia y la libertad, nuestra responsabilidad es enorme y acarrea el reto de contagiar a más personas para que desafíen lo que comúnmente creen y se atrevan a ser la mejor versión de sí mismos. Ahora es el momento de resignificar esos valores.
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1. Porque habrá muchos otros que aún permanecen ocultos para quienes no hacemos parte de la comunidad científica.
2. … y no sólo de género.
3.Lo que ha sido el “paradigma dominante de la ciencia moderna cuya base sitúa en la preponderancia de polaridad binarias o dicotómicas, sujeto-objeto, mente-materia, naturaleza-sociedad, ciencias-humanidades, etc., en que se plasma la ruptura con el sentido común” (Gandarilla, J., 2009)
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Fuentes consultadas:
Gandarilla, J. 2009. Presentación del Editor En Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social.
González, F. & Almendros, G. 2011. El controvertido efecto de los incendios