Una de las barreras u obstáculos que está perjudicando la integración latinoamericana y que le está generando costos por los retrocesos producidos, es la marcha atrás en materia de supranacionalidad, pilar fundamental de un verdadero proceso de integración, que supone superar el ámbito local y nacional, para pasar a construir en comunidad, por encima de soberanías y de fronteras nacionales, un espacio ampliado con reglas aplicables por igual de manera preferente e inmediata.
La insistencia en priorizar la noción de soberanía corresponde al entorno actual de gobiernos personalistas, a quienes no les conviene ni sirve una integración soportada en una institucionalidad supranacional, sino que requieren una integración construida desde los intereses soberanos y particulares de cada Estado. El problema es que así será mucho más difícil construir integración. Así no se pueden superar los intereses puramente nacionales, ni se logrará la fusión de éstos en el interés de una comunidad humana más amplia, como corresponde a una integración supranacional, que representa una integración profunda y comunitaria y que debe ser esencialmente un proceso jurídico.
Uno de los mayores costos asumidos por la integración latinoamericana se da en el ámbito social, ante la falta de medidas y de resultados en este campo, al concentrarse demasiado tiempo en lo económico y comercial, con el grave descuido de una variable que es fundamental en nuestro continente, por ser una de las regiones del mundo con mayores problemas de distribución inequitativa del ingreso, como lo es Colombia.
La dimensión del desarrollo económico tradicional va a incorporar una modalidad específica: “el desarrollo económico local”, en el cual el papel principal va a corresponder a las pequeñas y medianas empresas especializadas en la producción de determinados bienes, donde las economías de escala contribuirán al crecimiento de cierto territorio. Esta modalidad de desarrollo económico local no se ha tenido en cuenta en los dispositivos acordados en los procesos de integración en América latina, y mientras se incorpora, seguirá representando uno de los costos de su no integración.
En síntesis, la integración latinoamericana puede alcanzar mejores estándares de desarrollo social y de reparto de los beneficios de la integración a través de una política efectiva de desarrollo desde las regiones, pues un desarrollo soportado en regiones implica conformar aglomeraciones territoriales que no actúen aisladamente, sino que interactúen en la búsqueda de sinergias en materia de capital humano, de afinidades culturales, de aptitudes gerenciales, de escenarios cooperativos gubernamentales y de alianzas estratégicas que permitan sacar provecho de lo positivo de cada región.
Siguen siendo enormes los retos que debe afrontar institucionalmente y de manera sostenida la integración de América Latina, para superar los costos en que está incurriendo por no integrarse adecuada y profundamente. Las acciones por realizar quedan esbozadas, pero sin suficiente voluntad política y aceptación de su carácter comunitario y solidario, será difícil obtener resultados.
La primera barrera que enfrenta un exportador potencial es la información. La incertidumbre sobre la demanda del mercado, las preferencias de los consumidores y la normativa pueden impedir que las empresas entren en mercados extranjeros o exporten nuevos productos, como es el caso de los emprendimientos desde la ruralidad o las fronteras agrícolas. En ese sentido, las políticas para reducir los costos de información pueden tener un impacto considerable, y da una idea de la magnitud de sus efectos sobre el comercio
El avance de la región en la firma de acuerdos comerciales generó una superposición de normativa y regímenes reglamentarios divergentes para diferentes socios comerciales, especialmente en un área de fundamental importancia como las normas de origen que tiene el potencial de no solo aumentar los costos sino también de desviar patrones de intercambio e impedir el desarrollo del comercio intrarregional y las cadenas de valor regionales.
En relación con los procedimientos aduaneros cuando estos son ineficientes imponen a las empresas costos de cumplimiento y de tiempo adicionales, que perjudican su competitividad. Las políticas para mejorar y racionalizar dichos procesos pueden aumentar la capacidad de las empresas de participar en el comercio exterior. Asimismo, el traslado físico de mercancías constituye una porción importante del costo del comercio en América Latina y el Caribe (ALC), debido a la pobre infraestructura física y a los servicios de transporte a menudo ineficientes de la región.
se puede decir que los aranceles y otras medidas de política comercial ya no constituyen la principal barrera al comercio para ALC. Algunas de las medidas que permitirán obtener máximas ganancias comerciales son la inversión en una promoción bien focalizada de las exportaciones para superar los costos de información, la mejora de la infraestructura física, la eficiencia de la actividad portuaria y los servicios de transporte para reducir los costos de transporte, la mejora de las instalaciones y los procesos aduaneros, y el trabajo en pro de la convergencia regulatoria en el marco de los acuerdos comerciales existentes.
Estas políticas abordarán simultáneamente las limitaciones más importantes para la participación de América Latina y el Caribe en las cadenas globales de valor. Solo mediante el abordaje de esta agenda podrá la región beneficiarse verdaderamente de las oportunidades que presentan el comercio y la economía global, pero permitiendo el desarrollo de la comunidad campesina, los emprendedores y las minorías, el auge va de adentro hacia afuera.
Referencias:
La comunidad de estados latinoamericanos y caribeños (CELAC).