Los expertos lingüistas de Babbel, la plataforma premium para el aprendizaje de idiomas, analizaron la importancia del lenguaje para crear y fomentar un nuevo concepto de masculinidad.
Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el próximo viernes 25 de noviembre, los expertos lingüistas de Babbel, la plataforma premium para el aprendizaje de idiomas, analizaron la importancia del lenguaje para aprender y vislumbrar nuevos modelos masculinos. Ellos son la otra cara de la moneda para solucionar el problema de la violencia de género y, por eso, hay que fomentar la eliminación de hábitos que se han normalizado siendo dañinos para todos y todas, derribando roles y estereotipos de género.
El concepto de “nuevas masculinidades” es un término que engloba muchas formas diferentes de resolver el interrogante “¿qué es ser un hombre?”. Además, tiene que ver con el deseo de muchos varones de crear y vivir en una sociedad igualitaria, cambiando determinados elementos de la masculinidad tradicional, visibilizando el rol del varón en las tareas de crianza; y la conexión y expresión de las emociones, eliminando la fuerza como característica de lo masculino.
“El lenguaje es una herramienta muy importante para trabajar sobre las nuevas masculinidades: es a través de las palabras y frases que pueden construirse nuevas ideas y construcciones sociales, aún sin darnos cuenta. Por lo tanto, nada mejor que promover nuevas formas de comunicarse y expresarse fomentando la empatía, equidad e igualdad de género, sin estereotipos y encasillamientos de roles o funciones”, comentó Esteban Touma Portilla, maestro de Babbel Live, la plataforma online con clases de idiomas en vivo. Y agregó, “la palabra, como motor para la reflexión y medio para construir sociedades mejores, sigue siendo hoy en día una de las herramientas más poderosas”.
A continuación, se detallan algunas de las frases y reflexiones comúnmente escuchadas para referirse al rol de los varones en las tareas de cuidado y crianza como en la expresión de sus emociones:
Mientras que de los hombres se espera tradicionalmente que sean fuertes, valientes, seguros, decididos, líderes y racionales. Aunque ningún hombre es totalmente así y ese encorsetamiento es intrínsecamente tóxico e irreal, creando insatisfacción. De las mujeres se espera todo lo contrario: que sean dulces, emocionales, pasivas, hogareñas. Expresiones como “los hombres no lloran” o “llorar es de nena” fomentan la no demostración de las emociones, omitiendo la vulnerabilidad del varón. Y frases como “sea hombrecito” visibilizan la relación con la masculinidad, contraponiendo a la imagen de la mujer débil que, por ejemplo, no puede jugar al fútbol o cargar un mueble.
¿Cómo sería juzgado un varón por otros varones, por ejemplo, si tiene una decepción muy grande en el trabajo y rompe a llorar delante de otras personas? ¿Y si explicara sus inseguridades a sus amigos? El concepto de masculinidad se basa en cómo te ven otros hombres y, de forma consciente o inconsciente, eso es muy importante para ellos. ¿Cuáles serían las consecuencias sociales de su llanto público, es decir, de la expresión de sus emociones? A día de hoy, mostrar las emociones tiene consecuencias sociales como la burla, incluso que se cuestione su valía profesional. Los hombres no pueden llorar porque el modelo tradicional defiende la agresividad, la invulnerabilidad y el posicionamiento de poder por encima de las mujeres y de otros varones. Y eso, además de injusto, es una carga que genera dolor, frustración e insatisfacción.
Por otra parte, las mujeres, además, deben desarrollar el rol de madre y esposa con actitudes de cuidado, presencia y entrega absoluta. “Yo te ayudo” o “¿Qué hay que comprar en el supermercado?, son expresiones que denotan la falta de toma de decisión o acción proactiva de los varones en las tareas del hogar. La planificación y gestión de los quehaceres son una carga mental que asumen principalmente las mujeres. Y “pregúntale a mamá”, “no me avisaste, no sabía” o “llora el bebé”, son frases que expresan un alejamiento y no responsabilidad en las tareas de cuidado de los hijos, como si esta fuera una función exclusiva de la mujer.
El espacio público es pensado como exclusivo de los hombres y es el espacio privado o doméstico el que está destinado a las mujeres. La sociedad jerarquiza lo masculino por sobre lo femenino, lo que provoca una distribución desigual de poder, desfavorable para las mujeres.
Así que, desde Babbel, animamos a los hombres a que exploren sus vulnerabilidades, a que expresen sus sentimientos, a que den rienda suelta a esa afectividad que a veces está contenida o que solo aflora, en ocasiones, en el ámbito de la pareja o en el ámbito de la familia.
La masculinidad tóxica invita a comportarse como hombres fuertes y superiores a las mujeres. Y así es difícil construir el respeto. Los hombres deben ser educados para ser más libres y que les dé igual lo que piense el mundo. Esos son valores de la nueva masculinidad. Hay que conseguir una empatía real con las mujeres para alcanzar una sociedad más igualitaria. Los varones deben tomar la responsabilidad de informarse y formarse, de escuchar y ponerse en la piel de sus parejas, de sus amigas, de sus compañeras, etc. y, en general, de todas aquellas mujeres que tienen a su alrededor.