Nosotras:  La Cara Oculta del Tejido.

June 9, 2019
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“Al hablar de las mentiras, llegamos inevitablemente al tema de la verdad.  No hay nada simple o fácil acerca de esta idea.  No existe “la verdad” – la verdad no es una sola cosa, ni siquiera un sistema.  Es una complejidad creciente.  El dibujo de la alfombra es una superficie.  Si miramos detalladamente, o cuando nos volvemos tejedoras, conocemos las pequeñísimas múltiples tramas invisibles en el patrón general, los nudos de la cara oculta de la alfombra.”
Mujeres y honor, Adrienne Rich.

Nosotras es un documental que le da la vuelta a la alfombra y revela así verdades ocultas de nuestra Historia.  La pretensión de Emilce Quevedo, la directora, no es derribar mentiras, sino descubrir las verdades que palpitan en las vidas de las mujeres de su familia materna. Tejida en sus vidas está la trama de la guerra, la trama de la Historia, la trama del poder.  Ellas son quienes siembran y cosechan frutas, café, cacao; quienes desgranan y muelen el maíz de los envueltos y de las arepas.  Ellas son quienes han parido soldados para todos los bandos de la guerra.  Ellas son quienes alimentan, cuidan, lavan; quienes sostienen la vida que otros arrasan.  

Emilce apunta la cámara hacia su ascendencia femenina para buscarse.  ¿Por qué ha sido tan difícil ser mujer?  ¿Por qué le parece que las mujeres de su familia abandonan sus vidas cuando se casan?  ¿Qué opciones tiene?  ¿Qué opciones tuvieron ellas?  A primera vista, son familias tradicionales y estables.  Han luchado contra la precariedad de la vida campesina en un país que sistemáticamente explota a los desheredados.  Han sobrevivido a las distintas etapas de una guerra que parece eterna.  La abuela tuvo que correr al monte con sus hijas e hijos, esconderse días y días en una trinchera porque, dice, “iban matando, no preguntaban.”  Su familia liberal fue desplazada durante La Violencia.  Más adelante, las FARC, el ELN, los paramilitares y el ejército combatieron en su territorio.  Algunos de los hijos fueron reclutados por el ejército, que siempre ha alimentado con jóvenes del campo la guerra infinita en las que ellos son apenas soldados rasos obligados a morir por defender los intereses de otros.  Otros fueron reclutados por las guerrillas.  Wilson, el hermano de la directora, fue reclutado con once años por las FARC.  Le dieron una pistola, lo hicieron sentir fuerte y poderoso.  Abandonó así, siendo un niño todavía, el hogar del padre maltratador.

El dibujo que teje la cara visible muestra hombres con pistolas o escopetas, hombres haciendo la guerra o, más bien, poseídos por la guerra.  Sus nombres no tendrán un lugar especial en la Historia, porque el país no le da importancia alguna a las muertes de los campesinos.   La memoria de la guerra los mencionará sin nombrarlos:  sus acciones formaron parte de una violencia social histórica.  Hacen parte de la Historia de Santander, han sido “actores del conflicto”, de los múltiples conflictos que tuvieron que vivir o que viven sus habitantes.  No así las mujeres.

La cara oculta del tejido, esa que amasa, cocina y cose, es la que Nosotras muestra.  El matrimonio tradicional y estable de los abuelos, que puede ser objeto de envidia para quienes creen que la duración de una relación refleja su importancia, es la historia de un secuestro que duró 58 años.  Por supuesto, no se considera que entregar a una joven en matrimonio en contra de su voluntad sea equivalente a un secuestro.  Pero esos son los hilos de verdad tras el dibujo:  la abuela Sixta Tulia no deseaba casarse con Aníbal, ni siquiera lo conocía bien.  Una vez se fue obligada a vivir con él, no pudo regresar, aunque lo intentó.  Su familia la rechazó:  ya pertenecía a ese hombre.  Parió primero un varón y luego cinco niñas.  Aníbal, en señal de protesta, se fue a dormir a otro cuarto desde que nació la primera niña.  La abuela dice que, si no la hubieran obligado, posiblemente “se hubiera quedado niña, no quería querer hombre.”  Su rostro, surcado por una vida en la que también fue capaz de reír, se deja observar, se abre a la mirada de su nieta.

Hay una intimidad muy especial en los relatos de las mujeres, en la disposición con que le dan la vuelta al tejido para ser por una vez protagonistas de la historia.  Sixta Tulia siente que su madre no la quiso y por eso la entregó a ese hombre que ella apenas si conocía.  Sin embargo, fue capaz de entregar a su primera hija Extraminda a un hombre viudo, del que se creía había matado a su anterior esposa.  Dicen que Extraminda no lo conocía, que la entregó a cambio de una máquina de coser, entre otras cosas.  Dicen que Sixta Tulia les cosía los dos vestidos que tenía cada niña. No recibía ningún dinero por todo el trabajo que realizaba desde antes del amanecer hasta bien entrada la noche y las hijas eran su responsabilidad.  Tenía que robar huevos y sacar libras de cacao a escondidas para comprar tela para coserles los vestidos.  Los hombres, en cambio, eran vestidos por el padre, lo acompañaban al pueblo en días de mercado, podían recibir una pistola a los doce años o un pedazo de tierra para cultivar cuando crecieran. Los hombres tenían una voz que debía ser escuchada y respetada.  A las mujeres nada se les consultaba, sólo se les ordenaba.

Esta división de los sexos, la construcción de los géneros, tan marcada y contrastada, es una de las revelaciones del documental.  Revelación parece ser una palabra exagerada, pero así son las verdades que sostienen el tejido, así son las verdades del lado oculto de la alfombra.  Están allí, cotidianas, ordinarias, tan comunes que no parecen verdades sino aire.  Hay que mirarlas, observarlas con cuidado y nombrarlas para que los nudos que esconden sean por fin visibles.

Una de las tramas más crueles del tejido obliga a las mujeres a reproducir el orden que las somete.  Tendrán que cuidar la virginidad de sus hijas, controlar sus ciclos, limitar sus movimientos, porque si alguna es tocada por un hombre perderá la decencia, lo que equivale a perder todo valor y respeto.  La que quede embarazada, así sea menor de edad y haya sido violada, pierde toda protección de la familia y pasa a pertenecer al hombre que la tocó.  Si él no la quiere, puede quedar a su suerte, lo que en ese contexto puede significar verse obligada a prostituirse para sobrevivir. Incluso la sospecha puede bastar, como en el caso de Lucrecia, la madre de la directora, que con quince años huye del maltrato y corre a casa de su novio.  El padre y el tío del novio la acompañan a la casa materna donde su propios padres la rechazan, diciendo que ya es de ese hombre.  Decir que las mujeres son objetos para ser transados entre hombres y que los hombres pueden poseerlas con sólo tocarlas, suena arcaico y lejano sólo porque no miramos con más detenimiento el tejido de nuestra sociedad.

Nosotras es un documental valiente que se atreve a mirar de frente todas esas injusticias que tejen las vidas de las mujeres y las hacen tan duras, tan limitadas, tan dolorosas.  El maltrato en el hogar es un tema que se replica insidiosamente, como si cada generación fuera clonada de la anterior y sólo existiera una posibilidad:  la unión forzada de un hombre maltratador y dueño de todo con una mujer maltratada y dueña de nada.  Incluso cuando la mujer en un primer momento desea la unión, al cabo de los años dirá que simplemente se acostumbró a ese hombre.  Quizá calle que tiene miedo de dejarlo y que los derechos, que alguien le habrá mencionado, no parecen aplicarse a ella.  ¿Qué, de toda su vida, le ha corroborado que tenga derechos y pueda ejercerlos?  Algunas logran separarse e inmediatamente se cortan el pelo, señal de una recién adquirida autonomía tras años de ser obligadas a llevarlo largo.  La apropiación y el control de los cuerpos de las mujeres por parte de los hombres es asfixiante.  Las transgresiones se interpretan como invitaciones a la violencia.

Emilce observa este tejido, cercano como la sangre, y se pregunta:  ¿cómo se puede ser mujer en Colombia y ser libre y tener una voz y seguir siendo dueña de sí a pesar de estar casada y ser madre?  A pesar de, es una concesión, como si la libertad de una mujer fuera robada de lo que la sociedad considera natural.  Contra esa naturalización y normalización de las violencias contra las mujeres, de su opresión e invisibilidad, se construye Nosotras, un documental en el que me siento muy orgullosa de trabajar.

Aunque la precariedad de la vida en el campo y en la ciudad atraviesa todas las violencias, que nadie se confunda:  la opresión de las mujeres que muestra el documental es común a todas las clases de nuestra sociedad.  Necesitamos ver los nudos que nos atan, que nos callan, que nos invisibilizan, que restringen nuestras vidas al ámbito de lo privado para que no sepamos que aquello que sufrimos es parte de un sistema que nos afecta a todas en alguna medida. El documental podría ser usado como herramienta para crear consciencia sobre la opresión, para que podamos empezar a destejer esta trama que nos victimiza constantemente.

Escribe Adrienne Rich en Mujeres y Honor: “Cuando una mujer dice la verdad, está creando la posibilidad de más verdad a su alrededor.”  Esa es la apuesta de Nosotras, crear más verdad, encarnar las verdades de las mujeres.  Las historias de las mujeres no han sido silenciadas por ser poco interesantes, lo han sido porque al narrarlas surge el peligro de cambiar el tejido que nos conforma.  Al narrar las historias de las mujeres de su familia, Emilce les da un lugar especial:  el lugar de aquella que puede ser escuchada porque tiene una voz; el lugar de aquella que puede ser narrada, porque su historia es importante para la sociedad.  Cuando reconocemos las vidas estas mujeres le damos dignidad a su sufrimiento, reconocemos como sociedad que no han debido sufrir lo que han sufrido, que el trato que han recibido es inhumano.  El siguiente paso es trabajar por tejer otra historia.

El documental ha recibido numerosos premios y reconocimientos que se pueden ver

Nos encontramos en la etapa de post-producción y hemos abierto un crowdfunding para conseguir los medios para terminarlo.  Cualquier aporte nos ayuda a terminar la edición del documental para que las historias de Nosotras sean contadas.

https://vaki.co/vaki/nosotrasdocumental

Nosotras:  La Cara Oculta del Tejido.

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February 15, 2019

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“Al hablar de las mentiras, llegamos inevitablemente al tema de la verdad.  No hay nada simple o fácil acerca de esta idea.  No existe “la verdad” – la verdad no es una sola cosa, ni siquiera un sistema.  Es una complejidad creciente.  El dibujo de la alfombra es una superficie.  Si miramos detalladamente, o cuando nos volvemos tejedoras, conocemos las pequeñísimas múltiples tramas invisibles en el patrón general, los nudos de la cara oculta de la alfombra.”
Mujeres y honor, Adrienne Rich.

Nosotras es un documental que le da la vuelta a la alfombra y revela así verdades ocultas de nuestra Historia.  La pretensión de Emilce Quevedo, la directora, no es derribar mentiras, sino descubrir las verdades que palpitan en las vidas de las mujeres de su familia materna. Tejida en sus vidas está la trama de la guerra, la trama de la Historia, la trama del poder.  Ellas son quienes siembran y cosechan frutas, café, cacao; quienes desgranan y muelen el maíz de los envueltos y de las arepas.  Ellas son quienes han parido soldados para todos los bandos de la guerra.  Ellas son quienes alimentan, cuidan, lavan; quienes sostienen la vida que otros arrasan.  

Emilce apunta la cámara hacia su ascendencia femenina para buscarse.  ¿Por qué ha sido tan difícil ser mujer?  ¿Por qué le parece que las mujeres de su familia abandonan sus vidas cuando se casan?  ¿Qué opciones tiene?  ¿Qué opciones tuvieron ellas?  A primera vista, son familias tradicionales y estables.  Han luchado contra la precariedad de la vida campesina en un país que sistemáticamente explota a los desheredados.  Han sobrevivido a las distintas etapas de una guerra que parece eterna.  La abuela tuvo que correr al monte con sus hijas e hijos, esconderse días y días en una trinchera porque, dice, “iban matando, no preguntaban.”  Su familia liberal fue desplazada durante La Violencia.  Más adelante, las FARC, el ELN, los paramilitares y el ejército combatieron en su territorio.  Algunos de los hijos fueron reclutados por el ejército, que siempre ha alimentado con jóvenes del campo la guerra infinita en las que ellos son apenas soldados rasos obligados a morir por defender los intereses de otros.  Otros fueron reclutados por las guerrillas.  Wilson, el hermano de la directora, fue reclutado con once años por las FARC.  Le dieron una pistola, lo hicieron sentir fuerte y poderoso.  Abandonó así, siendo un niño todavía, el hogar del padre maltratador.

El dibujo que teje la cara visible muestra hombres con pistolas o escopetas, hombres haciendo la guerra o, más bien, poseídos por la guerra.  Sus nombres no tendrán un lugar especial en la Historia, porque el país no le da importancia alguna a las muertes de los campesinos.   La memoria de la guerra los mencionará sin nombrarlos:  sus acciones formaron parte de una violencia social histórica.  Hacen parte de la Historia de Santander, han sido “actores del conflicto”, de los múltiples conflictos que tuvieron que vivir o que viven sus habitantes.  No así las mujeres.

La cara oculta del tejido, esa que amasa, cocina y cose, es la que Nosotras muestra.  El matrimonio tradicional y estable de los abuelos, que puede ser objeto de envidia para quienes creen que la duración de una relación refleja su importancia, es la historia de un secuestro que duró 58 años.  Por supuesto, no se considera que entregar a una joven en matrimonio en contra de su voluntad sea equivalente a un secuestro.  Pero esos son los hilos de verdad tras el dibujo:  la abuela Sixta Tulia no deseaba casarse con Aníbal, ni siquiera lo conocía bien.  Una vez se fue obligada a vivir con él, no pudo regresar, aunque lo intentó.  Su familia la rechazó:  ya pertenecía a ese hombre.  Parió primero un varón y luego cinco niñas.  Aníbal, en señal de protesta, se fue a dormir a otro cuarto desde que nació la primera niña.  La abuela dice que, si no la hubieran obligado, posiblemente “se hubiera quedado niña, no quería querer hombre.”  Su rostro, surcado por una vida en la que también fue capaz de reír, se deja observar, se abre a la mirada de su nieta.

Hay una intimidad muy especial en los relatos de las mujeres, en la disposición con que le dan la vuelta al tejido para ser por una vez protagonistas de la historia.  Sixta Tulia siente que su madre no la quiso y por eso la entregó a ese hombre que ella apenas si conocía.  Sin embargo, fue capaz de entregar a su primera hija Extraminda a un hombre viudo, del que se creía había matado a su anterior esposa.  Dicen que Extraminda no lo conocía, que la entregó a cambio de una máquina de coser, entre otras cosas.  Dicen que Sixta Tulia les cosía los dos vestidos que tenía cada niña. No recibía ningún dinero por todo el trabajo que realizaba desde antes del amanecer hasta bien entrada la noche y las hijas eran su responsabilidad.  Tenía que robar huevos y sacar libras de cacao a escondidas para comprar tela para coserles los vestidos.  Los hombres, en cambio, eran vestidos por el padre, lo acompañaban al pueblo en días de mercado, podían recibir una pistola a los doce años o un pedazo de tierra para cultivar cuando crecieran. Los hombres tenían una voz que debía ser escuchada y respetada.  A las mujeres nada se les consultaba, sólo se les ordenaba.

Esta división de los sexos, la construcción de los géneros, tan marcada y contrastada, es una de las revelaciones del documental.  Revelación parece ser una palabra exagerada, pero así son las verdades que sostienen el tejido, así son las verdades del lado oculto de la alfombra.  Están allí, cotidianas, ordinarias, tan comunes que no parecen verdades sino aire.  Hay que mirarlas, observarlas con cuidado y nombrarlas para que los nudos que esconden sean por fin visibles.

Una de las tramas más crueles del tejido obliga a las mujeres a reproducir el orden que las somete.  Tendrán que cuidar la virginidad de sus hijas, controlar sus ciclos, limitar sus movimientos, porque si alguna es tocada por un hombre perderá la decencia, lo que equivale a perder todo valor y respeto.  La que quede embarazada, así sea menor de edad y haya sido violada, pierde toda protección de la familia y pasa a pertenecer al hombre que la tocó.  Si él no la quiere, puede quedar a su suerte, lo que en ese contexto puede significar verse obligada a prostituirse para sobrevivir. Incluso la sospecha puede bastar, como en el caso de Lucrecia, la madre de la directora, que con quince años huye del maltrato y corre a casa de su novio.  El padre y el tío del novio la acompañan a la casa materna donde su propios padres la rechazan, diciendo que ya es de ese hombre.  Decir que las mujeres son objetos para ser transados entre hombres y que los hombres pueden poseerlas con sólo tocarlas, suena arcaico y lejano sólo porque no miramos con más detenimiento el tejido de nuestra sociedad.

Nosotras es un documental valiente que se atreve a mirar de frente todas esas injusticias que tejen las vidas de las mujeres y las hacen tan duras, tan limitadas, tan dolorosas.  El maltrato en el hogar es un tema que se replica insidiosamente, como si cada generación fuera clonada de la anterior y sólo existiera una posibilidad:  la unión forzada de un hombre maltratador y dueño de todo con una mujer maltratada y dueña de nada.  Incluso cuando la mujer en un primer momento desea la unión, al cabo de los años dirá que simplemente se acostumbró a ese hombre.  Quizá calle que tiene miedo de dejarlo y que los derechos, que alguien le habrá mencionado, no parecen aplicarse a ella.  ¿Qué, de toda su vida, le ha corroborado que tenga derechos y pueda ejercerlos?  Algunas logran separarse e inmediatamente se cortan el pelo, señal de una recién adquirida autonomía tras años de ser obligadas a llevarlo largo.  La apropiación y el control de los cuerpos de las mujeres por parte de los hombres es asfixiante.  Las transgresiones se interpretan como invitaciones a la violencia.

Emilce observa este tejido, cercano como la sangre, y se pregunta:  ¿cómo se puede ser mujer en Colombia y ser libre y tener una voz y seguir siendo dueña de sí a pesar de estar casada y ser madre?  A pesar de, es una concesión, como si la libertad de una mujer fuera robada de lo que la sociedad considera natural.  Contra esa naturalización y normalización de las violencias contra las mujeres, de su opresión e invisibilidad, se construye Nosotras, un documental en el que me siento muy orgullosa de trabajar.

Aunque la precariedad de la vida en el campo y en la ciudad atraviesa todas las violencias, que nadie se confunda:  la opresión de las mujeres que muestra el documental es común a todas las clases de nuestra sociedad.  Necesitamos ver los nudos que nos atan, que nos callan, que nos invisibilizan, que restringen nuestras vidas al ámbito de lo privado para que no sepamos que aquello que sufrimos es parte de un sistema que nos afecta a todas en alguna medida. El documental podría ser usado como herramienta para crear consciencia sobre la opresión, para que podamos empezar a destejer esta trama que nos victimiza constantemente.

Escribe Adrienne Rich en Mujeres y Honor: “Cuando una mujer dice la verdad, está creando la posibilidad de más verdad a su alrededor.”  Esa es la apuesta de Nosotras, crear más verdad, encarnar las verdades de las mujeres.  Las historias de las mujeres no han sido silenciadas por ser poco interesantes, lo han sido porque al narrarlas surge el peligro de cambiar el tejido que nos conforma.  Al narrar las historias de las mujeres de su familia, Emilce les da un lugar especial:  el lugar de aquella que puede ser escuchada porque tiene una voz; el lugar de aquella que puede ser narrada, porque su historia es importante para la sociedad.  Cuando reconocemos las vidas estas mujeres le damos dignidad a su sufrimiento, reconocemos como sociedad que no han debido sufrir lo que han sufrido, que el trato que han recibido es inhumano.  El siguiente paso es trabajar por tejer otra historia.

El documental ha recibido numerosos premios y reconocimientos que se pueden ver

Nos encontramos en la etapa de post-producción y hemos abierto un crowdfunding para conseguir los medios para terminarlo.  Cualquier aporte nos ayuda a terminar la edición del documental para que las historias de Nosotras sean contadas.

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