Érase una vez, en un municipio de Cundinamarca no muy lejano de la caótica Bogotá, una princesa con una historia de vida admirable, llena de adversidades pero con un talante inquebrantable para superar las pruebas que, sin duda, la han convertido en una mujer valiente...
Siempre que leemos un texto con un “érase una vez” al inicio y que tiene como protagonista a una princesa, nos imaginamos una mujer con una larga cabellera, con un vestido que realza sus medidas “perfectas” y que espera pacientemente a que el príncipe azul llegue a su enorme castillo de torres puntiagudas e imponentes paredes que demarcan su poder.
Pero, ¿qué pasaría si desmontamos ese perfil y le diéramos un enfoque más realista?, es decir, nos diéramos la oportunidad de encontrar un princesa o un príncipe a la vuelta de la esquina; ¿qué tal en la señora cabeza de hogar que deja limpiecita la calle antes de que salgamos a cumplir nuestras obligaciones, o el señor que se levanta tempranito para montar en su carro amarillo a los que van tarde a su destino, con el fin de pagarle la universidad al futuro profesional de la familia?
Si nos salimos por un momento de los estereotipos sociales nos daríamos cuenta de lo afortunados que somos en conocer gente valiosa o convertimos en esa princesa valiente o príncipe aguerrido que valora lo que tiene y hace de su vida, con sus altas y bajas naturales, un “cuento de hadas”.
Ésta teoría me la confirmó mi viaje a Nocaima, fui con la intención de conocer el “Tropical Bio Hostel”; un simpático hostal que tiene entre sus propuestas de valor la conexión con la naturaleza. Su privilegiada ubicación en medio de las montañas nocaimeras permite que su concepto ecológico se disfrute a través de una comida hecha con cariño e ingredientes orgánicos cosechados en sus jardines, una relajante ducha con vista al cielo abierto, un concierto propio de la naturaleza o ser parte de diversas actividades o disciplinas que conectan nuestra mente y cuerpo con el fin de salir de la rutina y valorar la paz interior que genera su práctica y disfrute.
Allí pude conocer a la princesa de esta historia, la dueña del Tropical Bio Hostel y a su familia.
Se trata de Nazareth Luna una de las mujeres más inspiradoras que he tenido frente a mi. Nacida en Nocaima en el seno de una familia que mantuvo como fuente de vida y trabajo duro la cosecha del café, no contaba con un alentador panorama de salud cuando era tan solo una niña, la artrogriposis múltiple congénita que vive en ella hizo que sus padres la sobre protegieran en exceso y que, más adelante esa misma actitud, la empujaría a irse de la casa, decisión que formó a la mujer que hoy cuenta sus vivencias con pericia.
Con 70.000 pesos en el bolsillo y una maleta llena de sueños y metas por cumplir, Nazareth salió sin rumbo fijo, perdió la estabilidad que puede dar lo material, pero a cambio, ganó la libertad que tanto anhelaba y que le demostraría a sus padres el empeño por no vivir su condición como una limitación envuelta en miedos y temores para ser una mujer que pasaría a la historia de Nocaima.
Comenta que no fue un inicio fácil; pasar las noches en la plaza, engañar al estómago con tinto para estirar su presupuesto y mantener su imagen pulcra para despistar las miradas de los curiosos del pueblo, fue algunas de las experiencias que vivió Nazareth en su golpe de realidad.
“Las personas con esta enfermedad llegan hasta los cinco años, pero afortunadamente siempre recibí el apoyo de mi abuelita Carmen, a través de sus conocimientos chamánicos que me sirvieron como herramientas vitales para mantenerme con vida en este plano, donde tengo mucho que aprender y dar para hacer de este mundo un lugar mejor”, afirma orgullosa y saboreando una taza de café humeante.
Pasaba el tiempo y Nazareth buscaba la manera de conocer el mundo, surgir, crecer y mejorar. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana y luego de crear un vivero que se vio obligada a cerrarlo luego de un año, en medio de la tristeza recordó que no solo había crecido en medio de la sabiduría cafetera sino en el aroma del olor a vino de naranja artesanal, rememoró la receta de su abuela y lo dio vida a ese proyecto que le trajo muchas satisfacciones: trabajó fuertemente en darlo a conocer y su vino, auténtico y hecho con naranjas orgánicas, fue el primer producto en recibir una licencia sanitaria de comercialización en todo Nocaima.
Su espíritu emprendedor la dio la oportunidad de ser activista política en su municipio, y conocer buenas y no tan buenas personas que encarnan los entes públicos administrativos.
Luego de convertirse en una mujer empoderada y claramente exitosa con su proyecto impulsado por la calidad durante años, vivió un duro momento cuando un fuerte vendaval destruyó lo que estaba a su paso, incluyendo su fábrica de vino artesanal. 200 botellas de este preciado líquido lleno de esfuerzo fue lo único que quedó para el recuerdo.
Nazareth, una vez más, sacó a la luz la perseverancia que la caracteriza, afirma “no tener miedo a nada, o mejor dicho, a casi nada”, y con el trabajo de hormiguita y buena compañía del que siempre fue su amigo pero que hoy en día se convirtió en su alma gemela y el compañero que la hace reír a diario, son los que le inyectan vida a lo que hoy es “Tropical Bio Hostel”, el paraíso del que les hablé al inicio y el que convirtieron en el primoroso castillo de su historia de amor.
Ellos no solo viven para embellecer este lugar ubicado en el corazón panelero de Colombia con el cuidado de sus floridos jardines, siembra y cosecha de árboles frutales, fomento de caminatas ecológicas, baños en pozos de agua de manantial, espacio ilimitado para que las mascotas también sean huéspedes felices, retiros espirituales, prácticas de yoga, tai chi, o hasta ceremonias de reconexión con el principio femenino universal, sino que son promotores de humanidad; convocan y emplean a mujeres vulnerables de Nocaima en época de cosecha de ingredientes que luego hacen parte de las ricas recetas que también son sazonadas por el gusto de estas valiosas mujeres, además de encontrar en sus jefes, buenos amigos y consejeros.
En fin, fue un viajecito gratificante y emocionante el haber atravesado el sembradío de caña de azúcar hasta llegar a este santuario natural, les pregunto ¿les queda dudas de visitar un lugar como este?