En plena zona de cafés y restaurantes en la ciudad bonita me encontré con un lugar muy particular que en su pared, aún fresco de pintura decia “Mujeres Cannabicas de Santander”, es algo fuera de lo común en la ciudad de Bucaramanga a decir verdad, así que me acerque a conocer; se trata de “Cannabia” un Café Green Shop donde se puede encontrar desde elementos referente al autocultivo y consumo del cannabis hasta asesoría sobre el tema. Pero lo que realmente me interesaba de todo esto es el hecho del mensaje del muro, “Mujeres Cannabicas”, así que me dispuse a reunirme con ellas y que me contaran acerca de esta iniciativa.
Se trata de cinco mujeres diversas, que se conocieron en el camino a través de los mismos intereses, el autocultivo y consumo general de la propiedades de la planta, ellas son Diana Macias madre, economista, dueña y administradora de Cannabia, Paula Trech argentina, politóloga que reside en la ciudad de Bucaramanga desde el 2014 y es dueña junto a su pareja de un Green Shop llamado Shala. También está Silvia Barco, estudiante de Ingeniería Civil de la UIS con un amplio conocimiento del tema y apasionada por el instagram donde tiene un perfil llamado ms-weed, Natalia Mier quien lidera una fundación llamada Piedra Papel y Tijera, en donde trabaja entrenando ultimate a niños en en barrio Girardot de Bucaramanga y Máxima St. artista visual y creadora de Máxima ediciones, libretas para creativos artesanales echa a mano.
La idea comenzó cuando Diana en su búsqueda de información sobre el autocultivo conoce a Pilar Sánchez, mujer que lidera el grupo de Mujeres Cannabicas en Colombia, una organización que se creó en la época de los 50ts en España y que pretende entre otras generar un espacio abierto al autocultivo y la importancia del cannabis en los tratamientos médicos alternativos, idea que retumba en en la cabeza de Diana, así que decide presentar la idea y concretar en la ciudad de Bucaramanga con el objetivo de romper las ideas mal concebidas sobre la planta y por el contrario abrir a la discusión, al compartir e interactuar sobre el consumo del cannabis y sus diferentes usos.
En un país como Colombia que el tema de las drogas ha sido tan estigmatizado y satanizado y donde la guerra contra el narcotráfico ha tenido muchos altibajos, sólo hace dos años se hablaba sobre el consumo como un tema de políticas de salud pública y la forma de combatir el narcotráfico era con la legalidad, ahora en este gobierno hemos retrocedido mucho, sus políticas prohibicionistas y retrógradas han generado una alta violación a los derechos humanos, además de una persecución contra el consumidor donde se les sanciona, penaliza y violenta por medio de discriminación y estigmatización, hechos que además amplían el negocio de las grandes mafias.
En Canadá, Uruguay y algunos países de Europa se ha legalizado su uso, en Colombia a pesar de todo, y afortunadamente se reglamentó por medio de la Ley 1787 de 2016 donde se da un acceso legal y seguro al uso médico y científico del cannabis y sus derivados, refiriéndose en este caso al autocultivo y uso personal siendo legal siempre y cuando se demuestre que su cannabis se produjo a través del autocultivo, máximo 20 plantas sin licencia y portar como dosis personal un máximo 20 gramos de marihuana y 5 de hachís.
Pero lo que realmente quieren estas mujeres es proyectar ideas a otra mujeres sobre las cualidades y beneficios de las plantas, a través de talleres y charlas que realizan semanalmente donde se les enseña sobre formas de cultivo, de extracción y otros conocimientos partir de la planta de marihuana. Esto ha sido muy satisfactorio para ellas, porque más allá de reproducir estos conocimientos la experiencia ha llevado a que más mujeres se abran a compartir el diálogo de lucha y resistencia feminista desde un punto diferente de amor al autocultivo de marihuana, a las plantas y sus beneficios.
Y es que en verdad que el uso del cannabis en Colombia va en aumento como alternativa sostenible , sana y legal que también quiere generar un frente liberador a la cadena del narcotráfico, yugo constante en nuestro país. Ellas desean que se entienda que con el hecho de cultivar tu propia planta puedas autoprovisionarte a producir sin fertilizantes ni diferentes agroquímicos, sin incurrir y promocionar la ilegalidad, la explotación laboral, la delincuencia y la violencia. Que por el contrario aprender a consumir una buena cosecha, a conocer del tema, cuidar y aprender los beneficios de cada tipo de semilla plantada, puede brindar posibilidades de negocio propio, de conocimiento en temas médicos, de la salud, cosméticos y demás productos generados a partir de ella.
Fotografías - NATALIA PINILLA