Somos conscientes de la importancia del cuidado ambiental del planeta tierra y constantemente nos levantamos con alguna noticia de desastre natural o alerta de una posible afectación ambiental a causa de una acción humana. Pero, ¿quién es el sujeto autor de su protección?
Latinoamérica es una región donde la sociedad apenas está en proceso de movilizarse de manera masiva y eficaz por el cuidado del medio ambiente. Los actuales cambios sociales en América Latina están íntimamente relacionados con la naturaleza y sus recursos[1]. Al ser una región rica en recursos, la relación naturaleza-sociedad proporciona tanto oportunidades como desafíos en el logro de un desarrollo más justo, equitativo y sostenible. Sin embargo, ¿qué papel juega la mujer colombiana en la protección del medio ambiente?
Una evidente respuesta es que la mujer es rigurosa, comprometida y dedicada a las labores que se propone, de eso no hay duda, y es el imaginario social que se ha impuesto en nuestra sociedad. La mujer, al dedicarse desde su hogar, barrio, ciudad y país al involucrarse en el cuidado del medio ambiente lo hará con el mayor compromiso y dedicación. Pero, la mujer no solo se destaca por ser cuidadora y protectora.
La protección social y ambiental, desde una perspectiva de género, puede incentivar a que la mujer sea el eje central de un avance y progreso del país. La experiencia de las mujeres es una fuente invalorable de conocimientos y pericia en lo que respecta a la gestión del medio ambiente y las medidas ambientales apropiadas.
El Ejemplo
Nashira, una comunidad de 400 mujeres que se autogobiernan y se autoabastecen. Según una de sus fundadoras, en una entrevista sostuvo que, el proyecto consiste en empoderar a las mujeres cabeza de familia para liderar un proceso comunitario de creación y crecimiento en una eco aldea en el corregimiento de El Bolo En Palmira, Valle del Cauca.
Los núcleos de trabajo de la comunidad Nashira producen cerámica, cultivos de noni, vinos, jaleas, piscicultura, cultivo de plantas medicinales, centro de acopio y reciclaje del corregimiento, producción de pollo y toda la parte de ecoturismo en restaurantes.
El colectivo demuestra que un grupo de mujeres puede unirse a favor del cuidado ambiental para desarrollarse como comunidad. El empoderamiento femenino crea bases sólidas y eficientes para el progreso.
“Soy parte de aquellas mujeres que usan el amor maternal para cuidar su territorio como espacio de vida; de quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, de los bosques, de los páramos.” Francia Márquez
Por otro lado, encontramos a Francia Márquez, la líder comunitaria del departamento del Cauca, en el municipio de La Toma quien recibió el Premio Goldman 2018. Premio que otorga a activistas comunitarios por sus esfuerzos en el cuidado del medio ambiente.
A nivel internacional, el movimiento Cinturón Verde, en Kenia es uno de los primeros ejemplos de mujeres que colectivamente incorporaron los vínculos entre el género y los recursos naturales dentro de una campaña ambiental a nivel popular.
El colectivo incentivaba a las mujeres para que plantaran árboles autóctonos. El movimiento ha creado una red nacional de 6.000 viveros a nivel de aldeas, con el objetivo de combatir la deforestación, restablecer la salud del suelo y proteger las cuencas hidrográficas.
Así como ellas, hay muchos más ejemplos de mujeres líderes en la protección ambiental. La mujer y el movimiento feminista puede fundar las luchas, para que en cada uno de sus territorios logren generar cambios, y visibilizar sus potencialidades.
La participación activa de las mujeres en todos los niveles de adopción de decisiones sobre el medio ambiente, la integración de sus preocupaciones y sus perspectivas en políticas, es fundamental para el desarrollo de un país que busca proteger los Derechos Humanos.
[1] De Castro et. al. (2015). Gobernanza Ambiental en América Latina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO-ENGOV .