En esta emisión de Mujeres que Impactan, la emprendedora y fundadora de Mamás al Ataque señala las similitudes entre ser madre y emprendedora, y cómo hay que aproximarse a estos ejercicios con la misma actitud.
Para que lo extraordinario pueda ser extraordinario, necesitamos antes de lo ordinario, el extra viene después. Juliana Molina, como toda mujer, tiene sueños y metas, pero también, como toda mujer, tiene la misma historia de muchas otras mujeres del mundo, una que vale la pena contar.
“Ser emprendedora es como ser madre”, señala la administradora de empresas y fundadora de Mamás al Ataque, que prosigue explicando que, tal como un bebé, un proyecto se gesta, nace y se nutre. Porque, como toda crianza, es un trabajo de tiempo completo.
De esta manera, un aspecto importante que resalta la empresaria es que, en este mundo del emprendimiento, se aprende mientras se avanza en el camino. Ya sea la primera vez o no que se emprende, siempre hay nuevas oportunidades de aprendizaje.
Esto puede caber dentro de la misma filosofía de que emprender es como maternar. Pues, con cada ejercicio de crianza, las lecciones aprendidas son con la marcha, a medida que se van superando etapas, la manera de aproximarse a la construcción de un ser integral, o un proyecto estable, presenta estrategias de momento.
Esto significa que, como bien señala Molina, se puedan cometer errores sin siquiera estar conscientes de ello. “Uno como padre puede ejercer muchas violencias sin saberlo”, admite ella, “porque esta sociedad lo tenemos tan normalizado que ni nos damos cuenta hasta después”.
Por esto, ella promueve el diálogo para no sólo construir, sino reparar. Explica que, muchas veces, no se dan estas conversaciones entre padre e hijos, donde se habla de actos hirientes y se crean estrategias de cooperación, lo cual lleva a relaciones familiares incómodas.
“A veces son cosas como hacerles sentir vergüenza por algo que no corresponde sólo porque esa es la primera reacción mía”, cuenta Molina, “luego me doy cuenta que no es justo con ellos, y allí es cuando tenemos que hablar”.
Así mismo, ella explica que, tal como un proyecto, se necesita de un equipo que trabaje de forma horizontal, potenciar las habilidades de cada integrante para maximizar el resultado. Por lo que, con su pareja, siempre buscan la manera de trabajar en conjunto, ser un apoyo mutuo.
Pues, uno como madre o líder de equipo tiene que, como bien dice Molina, “aprender a soltar”. A pesar de que el líder es quién tenga más facilidad de llevar a cabo la mayoría de las las tareas, no significa que deba cargarse con la toda la responsabilidad. Para eso existe un equipo y, así mismo, una pareja con quien se realiza la crianza.
Ella también señala que en el emprendimiento se necesita de pasión. Pues es un ejercicio de constante energía, de dar todo de sí y que, a veces, no da los frutos esperados. Es lo mismo con maternar, “muchas veces uno dice que su proyecto es su bebé”, reflexiona la emprendedora, “es prácticamente lo mismo”.
Adicionalmente, ella deja como consejo las bases fundamentales de su accionar;
- Los desencuentros siempre pasan, nunca puedes estar totalmente de acuerdo con una persona, nunca se tienen las mismas perspectivas. Por esto, no hay que desmotivarse ante los desencuentros, sino aprender de ellos.
- Escuchar con curiosidad es una de las claves para aprender de estos desencuentros. Como también nutrirse, en general, de nuevas perspectivas. La escucha activa promueve diálogos sanos y oportunidades de aprendizaje.
- Conversar abiertamente, honestamente y con la disposición de comprender al otro. Esto da espacio para el cambio y del cambio se puede llegar al avance. Ya sea en relaciones interpersonales como también en proyectos de emprendimiento, es importante dialogar.