A pesar de los cambios sociales que se han producida en la sociedad en la última década, las mujeres seguimos carentes de representación en los medios de comunicación, y cuando se nos muestra se nos reduce mayormente a anuncios publicitarios de belleza, higiene, belleza o espectáculo. Este hecho no es casualidad: los patrones de conducta social siguen existiendo en nuestros días a pesar de la transformación del sistema.
Las mujeres que son fuentes o cabezas de las noticias en prensa, radio y televisión, solo representan el 28%, de acuerdo con los datos del Proyecto Monitoreo Global de Medios de 2015 (GMMP). Los hombres representan, por tanto, el 72% restante. Aunque en los diarios digitales este porcentaje es un poco más positivo para ellas, con un 33% del total.
Además, en los medios audiovisuales, cuando se trata de temas relacionados con violencia o crimen la mujer representan el 51%. Esto no sería llamativo si no fuese porque todas las demás secciones como economía, deportes o internacional están dominadas por hombres y los medios las priman sobre cualquier otra. En la sección de deportes de élite, al que se le dedica un 25% del tiempo informativo, escasas veces se habla de mujeres, o en economía los rostros femeninos apenas llegan al 17%. Lo mismo ocurre en ciencia y salud, mientras que los varones son expuestos en un 57%, las mujeres un 43%.
Como si esta infrarrepresentación no fuese suficiente, resulta interesante leer los titulares en los que se habla de las mujeres en la ciencia. En 2017 Forbes España, publicaba el siguiente titular: “Harvard ha encontrado a la nueva Einstein” para hablar de una de las físicas más conocidas y prometedoras de los Estados Unidos. Con ello queda claro que, en los medios de comunicación, como en muchos otros ámbitos donde domina el sistema patriarcal, cuando se valoran las aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos se destaca su sexo antes que sus méritos y su labor. Y siempre se plasma con un gran paternalismo, como si las mujeres tuviesen que ser comparadas con sus colegas de profesión hombres para validarse y ser aceptadas socialmente.
Las secciones de Opinión tampoco viven una situación diferente. Siguen siendo hombres y blancos los que firman, por amplia mayoría, las columnas y los análisis. Esto trae consigo dos graves consecuencias: son ellos los que generan opinión y doctrina y marcan los temas. Además de que se siguen reproduciendo pensamientos propios del patriarcado y se siguen posicionando en su espacio de privilegio. Por tanto, las mujeres siguen siendo marginadas de los espacios que les dan visibilidad e influencia para para empoderar a muchas otras y que sean sus referentes. Esto provoca igualmente que la visión de la sociedad sea menos abundante.
En las tertulias, principalmente políticas es muy similar. En la medida en que se pretende contar con la opinión de un individuo que desempeña un cargo de responsabilidad en la comunicación, las cadenas televisivas principalmente, recurren a los hombres. Este hecho no tiene otra explicación más allá de que son ellos quienes dominan los altos cargos, como directores y redactores-jefes de los grandes grupos de comunicación. Por lo que es el propio sistema comunicativo el que tienen una gran responsabilidad para cambiar esta situación de injusticia hacia las mujeres.
En el campo político- otro ámbito marginal para las mujeres-, los hombres son los cabecillas de los partidos, por lo que, a la hora de entrevistar a altos miembros de algún grupo político, resulta difícil encontrar la voz femenina de primeras ministras y secretarias generales. Como medios que deben dar pluralidad de voces, no debería ser primordial contar solo con los miembros de la cúpula del partido y sí debería ser esencial ampliar la representación por sexo en la política en cualquier tipo de información.
Tampoco lo ponen fácil los medios cuando son mujeres expertas en algún ámbito las que dan su punto de vista: solo representan el 9% del total que vemos en televisión, radio o prensa. A pesar de que en España ellas son el 46,6% de los médicos de la sanidad y el 37,5% de docentes universitarias, su protagonismo se limita a la opinión popular y la experiencia personal. Se podría dar a entender así que el sexo femenino solo tiene capacidad para tratar temas banales, pero lo cierto es que, resulta difícil recurrir a expertas femeninas cuando las noticias previas y fuentes solo cuentan con testimonios masculinos.
Otro obstáculo son las jerarquías: los puestos más altos, y de especialización suelen estar ocupados por varones adultos y blancos, lo cual no es casualidad si tenemos en cuenta la cantidad de trabas que debe superar la mujer para ocupar el mismo puesto. Y, por tanto, cuando se recurre a una fuente de alto rango, los hombres son predominantes.
En el ámbito de la ficción, tanto en series como en películas de televisión, los hombres y las mujeres no se representan de la misma manera y se continúan reproduciendo los patrones de desigualdad: ellas poseen menos nivel adquisitivo, desarrollan actividades laborales menos cualificadas, y se les asocia al ámbito privado de los hogares. Esto se ejemplifica de modo que a ellas se les presenta haciendo tareas del hogar en el 77,8% de los casos, frente al 56,3% de los hombres o asumiendo las tareas de cuidado, con un 22,2% frente a la nula representación masculina en este papel.
La era de Internet y las redes sociales parecen haber roto con esta dinámica. Sin embargo, nos encontramos muy lejos de lo que se quiere hacer creer. En ciencia y salud el 100% de la representación es adjudicada a los hombres, así como el 19% de social y legal, y lo mismo sigue sucediendo con las artes – a pesar de que la mayoría de las estudiantes de la rama artística son mujeres-. En los deportes, ellos tienen un peso del 55%, frente al 45% del sexo femenino.
La infrarrepresentación de las mujeres tiene graves consecuencias en la sociedad. Primeramente, solo fomenta la continuidad y primacía del sistema patriarcal que domina todos los ámbitos que conocemos. Esto conlleva que los roles y estereotipos de género se sigan reproduciendo y persistan en la sociedad. Además, la falta de referentes femeninos solo provoca la desmotivación de las niñas hacia sectores tradicionalmente asumidos para hombres, y, por tanto, seguirán siendo ellos quienes los dominen.
No podemos olvidar que los medios de comunicación tienen entre sus principales funciones educar y generar conciencia social, por lo que, señalar la falta de interés por parte del sector femenino hacia ciertos temas, no es un argumento legítimo, ya que de ellos depende también la transformación del sistema que dicta el peso de las mujeres en el mundo.