El Informe Mundial sobre las Ciencias Oceánicas indica que el “38% de los investigadores en las ciencias oceánicas son mujeres, alrededor de un 10% más que en las ciencias en general” Sin embargo, en la escala de oficios asociados a la pesca (uno de los pilares económicos de los mares) la brecha salarial es preocupante, también, la desigualdad laboral. El reporte de la FAO (2016) indica que las mujeres ganan un 40% menos que los hombres y las grandes empresas pesqueras no tienen mujeres en cargos directivos.
Otro tema relevante que requiere estudio y tomar las medidas de protección es la trata de mujeres y niños en altamar y, puertos costeros. El turismo costero es relevante y creciente en la economía azul y la mujer tiene una alta vulnerabilidad asociada a la prostitución.
Cada vez se discute más sobre la protección de los océanos sin detener la productividad y la riqueza económica que aporta a los países especialmente europeos y asiáticos, pues el aporte al PIB mundial es del 2,5% (OCDE) y solo se ha explotado el 5% de los océanos. La ONU, indica que “3 mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera para su subsistencia” Por tal razón, se habla de una economía azul, asociada a los recursos de los océanos como: el acceso al ADN de plantas y animales para la biotecnología, desarrollo de medicamentos, energía mareomotriz, extracción de gas, petróleo y minerales, también, el transporte marítimo y el turismo costero, por mencionar algunos.
En un contexto de conciencia superficial sobre la naturaleza como sociedad mantenemos una visión ambiental unidimensional, acarreando insuficiencia en los tratados y las regulaciones a la hora de frenar los daños irreversibles que viven los océanos. Sin embargo, no se desconoce en comparación a una década atrás, los avances reflejados en las deliberaciones ciudadanas sobre la contaminación, el uso del plástico y los movimientos sociales que escalan los discursos a prácticas sostenibles y economías verdes. Por ello, se hace inexcusable la regulación de la economía azul en un marco de protección de los océanos y de la diversidad, igualmente, necesario el acceso a las agendas económicas de los países y multinacionales con el fin de encaminar los esfuerzos y hacer los llamados de atención al capitalismo devorador que va por el resto de los océanos.
Para que las alternativas y las políticas comprometan todas las partes beneficiadas y afectadas es necesario continuar el camino de liderazgo de las mujeres científicas, promoviendo el acceso a las ciencias desde la temprana edad, fondos de investigación que involucre un enfoque de género, más aún, vincular las mujeres que históricamente han sido marginadas de este tipo de discusiones y decisiones.
Así mismo, todas aquellas que de una u otra forma están relacionadas con la economía azul. Comprender cuáles son sus necesidades y potencialidades. Incluir la diversidad de cada lugar, entender sus valores culturales para que el desarrollo no desborde lo que son. Se trata de involucrar a las mujeres en la gobernanza oceánica desde una ética ambiental.
Considerando que la gobernanza alude a las instituciones, actores y los instrumentos de regulación, gestión, administración a corto, mediano y largo plazo; armonizando perspectivas para converger en acuerdos. En este sentido, desde todos los sectores se debe promover la participación y la toma de decisiones igualitarias entre hombres y mujeres con una visión cambiante, respetuosa de las identidades particulares del territorio y el abandono de la visión de los océanos como una mercancía para los poderosos, es decir, el replanteamiento masculino de lo ambiental. Entonces, interiorizar la feminización desde lo ambiental aportando una visión holística e integradora también de lo masculino.
Referencias
FAO. Good practice policies to eliminate gender inequalities in fish value chains. 2016
UNESCO. Informe mundial sobre las ciencias oceánicas: el estado actual de las ciencias oceánicas en el mundo. 2017
UNDP- WRM Gender Resource Guide. 2006