Junio llegó y con él las grandes celebraciones, carnavales, fiestas y desfiles y aunque todo en el mes del orgullo sea tan hermoso como el arcoíris, es importante que dentro de la fiesta y la celebración hagamos balances generales, como los que se hacen a final del año, donde revisamos lo aprendido, los avances y los retrocesos.
Capitalismo arcoíris
Con la llegada de junio las grandes corporaciones, instituciones y personas se visten de arcoíris para festejar el “mes del orgullo y aunque esto surge como una conmemoración por la lucha de los derechos de las personas LGBTTTI, gracias a la primera protesta en el Stone Wall Inn[1], en Nueva York a finales de los sesentas, en los últimos años se ha capitalizado el discurso y lo que empezó como una protesta se ha convertido en todo un mes de ventas, ventas y más ventas focalizadas a la comunidad LGBTTI .
Con lo anterior no quiero invisibilizar ninguna lucha que actualmente se está dando, en México y algunas otras partes del mundo se continúa trabajando por la aprobación del matrimonio igualitario, adopción homoparental y derechos que hasta el momento siguen siendo negados. Sin embargo, es importante puntualizar que es distinto exigir derechos sea de la forma que sea (festival, en una protesta o en un carnaval) a consumir y “solo ser parte de la comunidad en el mes del orgullo”.
¿Quiénes son los que tienen mayor poder adquisitivo?
En cuanto a la comunidad LGBTTI se refiere, los varones homosexuales son quienes tienen mayor poder adquisitivo, a diferencia de las mujeres lesbianas o las personas trans. Lo anterior sucede por varias razones: 1. Los varones homosexuales forman mayores parejas con doble ingreso, no hijos, por sus siglas en inglés: DINK[2]. 2. A diferencia de las mujeres lesbianas quienes forman familias con hijos. 3. Las mujeres trans en su mayoría obtienen trabajos precarizados, los cuales no permiten tener el mismo poder adquisitivo. Es por esto que es importante señalar las diferencias dentro de una misma comunidad, las necesidades, experiencias e intersecciones son distintas y no necesariamente nos dividen.
Lo personal ¿Es político?
Cuando Kate Millet, afirmó en los años setenta que lo personal es político, no solo hablaba de la incorporación de las mujeres a la vida política, sino también de cómo la sexualidad es terreno político. Lo anterior aplica principalmente para los cuerpos de mujeres o para otros cuerpos disidentes. Las mujeres que deciden relacionarse sexo-afectivamente con otras mujeres viven en constante escrutinio social, porque son aquellas que deciden salirse de la norma y desobedecer la función principal para la que fueron educadas, la reproducción.
La política de la sexualidad afecta principalmente a las mujeres cuando tenemos que cuidarnos en los espacios públicos, como se vivió a lo largo de las semanas anteriores, donde mujeres lesbianas de diversas partes del mundo recibieron ataques por el hecho de ser lesbianas. O bien, cuando no se puede posicionarse como lesbiana abiertamente en los espacios de trabajo, por represalias en los mismos, como le sucedió a la senadora mexicana, Citlali Hernandez.
Reflexiones finales
La invitación que queda en el aire es entonces, festejar y gozar/exigir derechos de la forma que se prefiera, pues ya sea en protesta o en carnaval la lucha es la misma, esto sin dejar de lado las reflexiones en torno a: la crítica al capitalismo que solo se solidariza con la comunidad LGBTTI en el mes del orgullo. Asimismo, la reflexión también gira en torno a las precisiones que es importante realizar al momento de hablar de la comunidad LGBTTI y que se entienda que hacer estas precisiones no necesariamente es un intento de generar divisiones, sino dar a cada experiencia una voz propia o un intento de visibilización. Finalmente, hago una invitación a reflexionar: ¿Qué tanto la palabra lesbiana sigue siendo una palabra tan prohibida que nuestra vida corre peligro por ello?
[2] Double income, no kids.