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Foto recuperada por María Fernanda Molano

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta (...)

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.

(Poema de Henley adoptado por Nelson mandela)

Equipo de invictas, mujeres diversas que hoy hacen historia, es la final de un mundial de fútbol, pero el comienzo de una gran conquista, el derrumbe de los estereotipos, de los sesgos y el machismo. Mujeres invictas ante los azares de la vida, abren el portal de un gol que representa un gemido visceral de libertad femenina.

No es sólo un evento deportivo, es un giro del destino, como lo fue la final de la selección de rugby de Sudáfrica, tras la abolición del apartheid y el ascenso al poder de Nélson Mandela, quien a través del deporte logró la reconciliación entre las razas. “Sólo el que sabe perdonar es verdaderamente invicto”.

La selección colombiana femenina que por primera vez en toda su historia,  llega  a una final de un mundial, representa el cambio, y la fuerza de un grupo de mujeres diversas, en una sociedad en la que persisten los avatares de la guerra, la violencia y la discriminación por razones de sexo, género y etnia. No es sólo un partido de fútbol, es una cuestión de derechos humanos y derechos de las mujeres.

Ellas son invictas porque meten goles de igualdad, unión y solidaridad; son invictas porque defienden el cambio y la reconciliación, porque atajan la dicriminación y la exclusión; porque corren tras sus sueños con la fuerza de guerreras. Son invictas porque con su juego invitan a la unión y construyen paz con su fair play. Seguramente Nelson Mandela les diría:  “la Nación del arcoiris comienza aquí”.

Un arcoiris amarillo azul y rojo, pintado por un equipo de mujeres invictas que encontraron inspiración en  su persistencia, su lucha y  su fuerza, lo que contrasta con el cambio que necesita esa Colombia tan golpeada por la violencia, la desigualdad y la exclusión social. Ellas representan las diferentes regiones del país, las historias de sobrevivencia, la diversidad étnica y cultural. Ellas son y serán campeonas.

INVICTAS NO ES UNA HISTORIA DE NOVENTA MINUTOS, ES UNA HISTORIA PARA NUNCA OLVIDAR; NO ES UNA HISTORIA DE 11 JUGADORAS EN LA CANCHA ES LA HISTORIA DE TODO UN PAÍS. NO ES LA HISTORIA DE LA DISPUTA DE UN CAMPEONATO, ES LA HISTORIA DE JÓVENES MUJERES QUE HICIERON HISTORIA.

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Foto recuperada por María Fernanda Molano

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta (...)

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.

(Poema de Henley adoptado por Nelson mandela)

Equipo de invictas, mujeres diversas que hoy hacen historia, es la final de un mundial de fútbol, pero el comienzo de una gran conquista, el derrumbe de los estereotipos, de los sesgos y el machismo. Mujeres invictas ante los azares de la vida, abren el portal de un gol que representa un gemido visceral de libertad femenina.

No es sólo un evento deportivo, es un giro del destino, como lo fue la final de la selección de rugby de Sudáfrica, tras la abolición del apartheid y el ascenso al poder de Nélson Mandela, quien a través del deporte logró la reconciliación entre las razas. “Sólo el que sabe perdonar es verdaderamente invicto”.

La selección colombiana femenina que por primera vez en toda su historia,  llega  a una final de un mundial, representa el cambio, y la fuerza de un grupo de mujeres diversas, en una sociedad en la que persisten los avatares de la guerra, la violencia y la discriminación por razones de sexo, género y etnia. No es sólo un partido de fútbol, es una cuestión de derechos humanos y derechos de las mujeres.

Ellas son invictas porque meten goles de igualdad, unión y solidaridad; son invictas porque defienden el cambio y la reconciliación, porque atajan la dicriminación y la exclusión; porque corren tras sus sueños con la fuerza de guerreras. Son invictas porque con su juego invitan a la unión y construyen paz con su fair play. Seguramente Nelson Mandela les diría:  “la Nación del arcoiris comienza aquí”.

Un arcoiris amarillo azul y rojo, pintado por un equipo de mujeres invictas que encontraron inspiración en  su persistencia, su lucha y  su fuerza, lo que contrasta con el cambio que necesita esa Colombia tan golpeada por la violencia, la desigualdad y la exclusión social. Ellas representan las diferentes regiones del país, las historias de sobrevivencia, la diversidad étnica y cultural. Ellas son y serán campeonas.

INVICTAS NO ES UNA HISTORIA DE NOVENTA MINUTOS, ES UNA HISTORIA PARA NUNCA OLVIDAR; NO ES UNA HISTORIA DE 11 JUGADORAS EN LA CANCHA ES LA HISTORIA DE TODO UN PAÍS. NO ES LA HISTORIA DE LA DISPUTA DE UN CAMPEONATO, ES LA HISTORIA DE JÓVENES MUJERES QUE HICIERON HISTORIA.

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