La versión del Mundial de Fútbol masculino en Rusia 2018, tuvo una particularidad acentuada, la reflexión sobre el papel de la mujer en este espacio deportivo, hallando situaciones polares que merodean entre la inspiración y la desolación, empecemos con cifras para ilustrarlo. La FIFA, en el análisis de audiencia en la final del Mundial 2014 en Brasil, reveló que el 45% de la audiencia mexicana eran mujeres, para Colombia el 43% y para Argentina el 48%. Por lo tanto, vender fútbol solo para hombres además de ser obsoleto es falócrata, esto lo explico con los siguientes hechos en la versión 2018 de esta competencia pues, ver el mundial para una mujer desde la casa ya posee desafíos, solo imagínese asistir a él.
Periodistas y comentaristas transmitiendo en vivo desde las calles de Rusia, acosadas por fanáticos quienes sin consentimiento las besan, las rozan sexualmente y les hablan con morbo por sus atributos físicos. La parte inspiradora y el gol de ellas está en la denuncia, Julieth González Teherán (Corresponsal colombiana), Mariana Zacarías (periodista mexicana), Julia Guimarães (reportera brasileña), María Gómez (periodista española), Malin Wahlberg (reportera sueca), entre otras alzaron la voz en sus redes sociales y solicitaron sin titubeo a los hombres parar el acoso sexual y ser valoradas desde su profesionalismo. Es imperante que los hombres dejen de excusarse en lo jocoso, en el jolgorio o celebración para actuar de una manera no consensuada y sentir que el cuerpo de una mujer les pertenece para agredirlo y opacar su labor profesional. Ahora nos queda al resto de personas que somos espectadores, rechazar públicamente este tipo de conductas para dejar de normalizarlo y lograr que ellas sean las últimas periodistas acosadas en un Mundial y por qué no, en otros escenarios.
Por otro lado, las dos primeras semanas se viralizó casos de violencia machista, donde un colombiano, un argentino, peruanos, mexicanos y varios brasileños se aprovecharon de mujeres que no hablaban el español o el portugués para hacerles repetir frases humillantes y obscenas haciéndoles creer que estaban enviando un saludo fraterno a sus respectivos países. Afortunadamente, cada país condenó estas situaciones y la organización del mundial les impidió el acceso a los partidos y, ONU Mujeres también lo rechazó a través de un comunicado "Estos individuos violan los derechos de las mujeres, fallan a la representación digna de los valores de sus sociedades y nos muestran que la misoginia no conoce fronteras". Sin duda, la sanción social tiene la capacidad de fomentar una pedagogía para el respeto, pero el cambio cultural es un proceso con acciones a largo plazo y lograrlo requiere la sumatoria de todos, de ellas, de ellos y LGBTI.
Por su parte la AFA (Asociación de Fútbol Argentino), escribió un manual denominado Rusia y sus Mujeres, en este se les enseña a los hombres como tener oportunidad con una rusa, con técnicas de conversación, sugerencias de comportamiento para poder ligar con ellas y ser inolvidables. Un manual de conquista repudiable que objetualiza a la mujer y perpetúa su cuerpo como botín para afirmar las proezas básicas de un hombre. Por ello, amiga futbolera, pregúntate si algún hombre de tu círculo familiar y social está en línea con estas prácticas, pues llegó el momento de ser escuchada y con una pedagogía hacia el cambio cultural nos transformemos a una humanidad que refleja su estado natural, es decir, el de la igualdad y la libertad.
Esta Copa del Mundo, nos enseña que las acciones denigrantes deben tener una sanción social y por ello son nuestras herramientas para golear las prácticas machistas y la violencia de género. Además, está el empoderamiento femenino que permite participar desde espacios que antes eran imposibles, casos como Viviana Vila, primera mujer comentarista para Telemundo y Liz Tagliani primera transgénero en cubrir los partidos para Telefé. Iva Olivari, jefa de equipo de Croacia, quien en el mundial 2014 tuvo que ver los partidos desde las gradas, pero para esta versión pudo ocupar el lugar que le corresponde, el banco de suplentes junto a todo el equipo técnico. También, el avance de Irán de permitir a las mujeres ver el partido en un espacio público como el estadio local en una pantalla gigante. Y la presencia ejemplar, festiva y cálida de la presidenta de Croacia, quien se descontó de su salario los días que estuvo en el Mundial y su estadía fue financiada por sus recursos y no los gubernamentales como lo hacen la mayoría.
La FIFA también hizo su aporte, implementó una regla para evitar que los medios y las cámaras solo enfocarán mujeres guapas, lo cual, aporta porque el rol de la mujer en el mundial no es adornar los estadios, virar ello permite resaltar la diversidad de los asistentes, que tiene la capacidad de ser una muestra de nuestra alteridad humana.
Por su parte, un movimiento denominado Igualdata, puso el reflector en las brechas de los países participantes, asegurando que de los 32 países que participaron en el Mundial el 46% contempla entre sus leyes la despenalización del aborto. Seis países de los 32 participantes tienen más del 40% de participación política femenina. Y en temas de igualdad el campeón Mundial es Islandia.
Queda comprobado que el Mundial de Fútbol masculino es un espacio para la reivindicación, el respeto de los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Aún no ganamos la copa de la igualdad, pero estamos anotando a favor y la aritmética puede mejorar si desde los espacios cotidianos los hombres también empiezan a transformar sus valores en búsqueda de una paridad.