Ni Sofía Gómez, ni Yuri Alvear, ni Jackeline Rentería, ni la “Chechi” Baena han logrado derrumbar esa cultura futbolística en las franjas deportivas de los medios de comunicación colombianos. Vergonzoso y excluyente la parrilla noticiosa de Colombia al no dar relevancia a competiciones femeninas, que sin parapetos, y al final, ahí, en el podio, enarbola la bandera tricolor.
Las amañadas noticias de encuentros vandálicos entre los finalistas de la copa libertadores, la disputa por la sede finalista de este clásico argentino, la euforia caribeña por la final de la copa Sudamericana en Barranquilla, los cuadros nacionales que ya son finalistas de la Liga Águila, entre otras, fueron algunas histerias y ecos noticiosos de los medios nacionales que sacudieron a sus espectadores con sutil mensaje; lo que desmoronó esta sutileza informativa el pasado domingo nocturno fue la gran victoria del Deportivo Huila en la final de la Copa Libertadores Femenina: ¡Qué sacudida!
¿Conocía Colombia la trayectoria de este equipo en el mencionado torneo?
Justamente, el empate con las brasileras 1-1 fue llevado a definiciones desde el punto penalti, la aclamada y victoriosa selección opita fue la vencedora. Desde ahí, se desencadenaron una serie de controversias que terminaron por fin en los titulares de los medios informativos. Luego de un acuerdo bipartidista entre las jugadoras y los directivos del equipo, lograron apaciguar la estruendosa problemática que tiene un singular resultado monetario.
Gambetear el machismo, cabecear los complejos y hacer el gol a los estereotipos: son algunos los desmarques realizados de las jugadoras del fútbol femenino. Estas desvanecidas y olvidadas deportistas arañan insolentemente la carencia de patrocinios, sacan de taquito los señalamientos de la cultura machista, la desigualdad por intereses sociales y la discriminación sistemática de las grandes élites futboleras.
Comenzando con un toque toque en el medio campo, la discrepancia se evidencia al mercantilizar la figura deportista que son dominados por el gol, la compra de derechos de jugadores masculinos y ostentarlos en esos majestuosos clubes futboleros, dan un marcador desfavorable con goleada a bordo sobre las ignoradas estrellas femeninas. Los diversos negocios futboleros sacan tarjeta roja a los fructíferos sueños de estas jugadoras que sudan la camiseta por pasión y no sus precarias condiciones laborales.
Por otro lado, la indiferencia de los miles de seguidores que tiene este deporte no es compatible con los pases goles que tienen las jugadoras femeninas de fútbol, si aterrizamos esta ambigua y apática escena en Colombia, no alcanza siquiera un minuto a rodarrodarse la pelota; porque los prototipos masculinos están alineados a querer ver solo hombres en el campo de juego, porque es incomprensible que un par de ovarios puedan anotar un golazo; así quede en tela de juicio como el famoso “era gol de Yepes”
Adenda: Majestuoso el galardón a Caterine Ibargüen. La Federación Internacional de Atletismo eligió a la atleta colombiana como la mejor del año 2018; sus estiradas zancadas gustaron, deleitaron y apremiaron a todo sus espectadores; demorados estaban en otorgarle este premio. Caterine, ufana está esta nación de haberte parido