“Las clases sociales
Pobreza, riqueza
Las razas, las etnias
Arquetipos de género
Belleza, fealdad
Delgadez, obesidad
Izquierdas y derechas
Son sólo una creación
Del siniestro ardid
Del encasillamiento
Para dividir, dominar
Y sostener la explotación”
CUANDO EL ARDID NOS ENCASILLO ...
Está allí, no lo ves, es un master del engaño, fraguó el ardid milenario, todo fue muy bien pensado para encasillar a las personas y controlar al mundo. Se encargó de crear celdas invisibles para dividir y hacer creer en falsas ideologías y mezquindades. Instaló ideas de control sobre la población, y así, se inventó la división de clases, creó los privilegios para algunos y algunas y las necesidades para otros y otras. Su poder para engañar fue tal que fue capaz de dominar conciencias, lavar mentes, oprimir a las masas, sembrar la diferencia y la discriminación.
Históricamente el encasillamiento se instaló en la sociedad, se crearon las casillas de las clases sociales, en ellas, la riqueza tiene una posición de privilegio y la pobreza un lugar de abandono estatal. La pobreza le sirve a la riqueza, incluso es la mano de obra que incrementa su abundancia. En este ardid, el trabajo se convirtió en la excusa para satisfacer necesidades y seguir enriqueciendo a quienes más tienen.
El ardid, orquestó un perfecto plan, basado en el capital y la productividad, nos encasillaron en un mundo salvaje, allí, están quienes ordenan y quienes siguen órdenes, quienes ganan millones y quienes en el mejor de los casos solo reciben un salario mínimo, además y como si fuera poco, quienes sufren el desempleo o desocupación están en la casilla de “Las y los Nadie”. El trabajo, el dinero, las dádivas del capital sólo logran encasillar a la población, generar división y dominación, en la era de la explotación.
La misma sociedad se encargó de alimentar el encasillamiento, las personas juzgan a quién no tiene trabajo, no escala, no tiene bienes, no ejerce un rol, y todo lo reducen al fracaso y a la crítica social implícita en los aborrecibles discursos del “éxito y la superación”. En los acercamientos sociales las primeras preguntas son ¿A qué te dedicas? ¿Qué haces? ¿En qué trabajas?, pero pocos y pocas preguntan ¿Quién eres tú? ¿Qué amas? ¿Eres libre? una persona no se reduce a lo que hace o lo que tiene.
Piensa, ¿Qué es realmente pobreza o riqueza? ¿De qué sirve el dinero? Si no lo compartes, ¿De qué sirven los privilegios? Si no sientes empatía social. ¿De qué sirve escalar en una empresa? Si no escalas en bondad. ¿De qué sirve ejercer un rol o tener un trabajo? Si no eres feliz con lo que haces. ¿De qué sirve acumular bienes? Si al final eres sólo un prisionero o prisionera más del ardid del encasillamiento.
Y SIGUE EL SINIESTRO ARDID ...
Que más siniestro que el encasillamiento de razas, etnias y género, cruel ardid de quién quiso dominar a las mujeres solo por ser mujeres, y a otras personas sólo por su color de piel o pertenencia étnica. Estas casillas fueron y son utilizadas para someter a poblaciones enteras y sembrar ideas de falsa superioridad. La verdad es que este mundo está poblado por personas de todas las formas y colores, y aunque diferentes somos iguales, nadie está por encima de nadie.
Pero la sociedad sigue su carrera del siniestro ardid del encasillamiento, a las mujeres se les encasilla en el arquetipo de esposa y madre, sino no ejerce este rol es severamente juzgada y viene la pregunta ¿para cuándo los hijos o las hijas? El juicio social es inclemente, las mujeres que no siguen esta casilla son duramente criticadas, la sociedad sigue perpetuando los prejuicios y la discriminación. A pesar de las conquistas y las luchas por destruir las casillas, estás, todavía subsisten.
Además, se suma la casilla de la belleza una construcción social basada en la apariencia como sinónimo de “éxito”, ser bello o bella se asocia a una mejor posición social, en esta sociedad la “fealdad” es objeto de crítica y prejuicio, sin embargo, “belleza o fealdad” no son más que otro resultado del ardid del encasillamiento. Es cruel, calificar a una persona por cómo se ve y peor aún descalificar por su apariencia, en realidad la belleza es un tema más complejo que trasciende al simple hecho de mirarse en el espejo. Los estándares de belleza son una casilla siniestra.
Todos y todas, seamos como seamos, nos vean como nos vean o nos veamos como nos veamos, estamos en este mundo para valorar la vida en todas sus formas, las casillas solo generan división. La belleza está en la posibilidad de vivir de la mejor forma sin hacer daño a nadie. Belleza es respetar las diferencias, ayudar a otros y otras, admirar el mar, una tarde de sol, un día lluvioso, fraternar con cada especie y amar sin prejuicios. La fealdad es el juicio social, la critica despiadada, la prevalencia de la apariencia y los discursos de odio y discriminación.
ENCASILLAMIENTO A DIESTRA Y SINIESTRA
El ardid también pretendió dividir entre derechas e izquierdas, quién fraguó este plan logró dividir todavía más a la sociedad, bajo este encasillamiento, a los y las manifestantes se les califica irresponsablemente en términos de insurgencia, rebeldía, vandalismo y vagancia. Quién es de izquierda se le considera un enemigo o enemiga del Estado, y quién es de derecha se asume como dictatorial.
Lo cierto es que estas casillas solo exacerban la violencia y fragmentan el tejido social. La protesta social es un derecho y encasillar a los y las protestantes atenta contra el ejercicio libre de la democracia. Exigir derechos no es un acto vandálico, defender la paz no es sinónimo de insurgencia, apoyar las marchas no es vagancia. El encasillamiento político es peligroso y puede causar un daño ignominioso.
Estas casillas han generado asesinatos sistemáticos de defensores y defensoras de Derechos Humanos, líderes y lideresas, ambientalistas, excombatientes, estudiantes y jóvenes inocentes. Esto va más allá de estar en la casilla de la izquierda o la derecha, no perpetuemos los encasillamientos a diestra y siniestra, no hay mejor pensamiento político que aquel que comprende las necesidades humanas y suma acciones para defender la vida, la libertad y la dignidad.
OLVIDA EL ARDID DEL ENCASILLAMIENTO
No juzgues sin conocer, no critiques para destruir, no vivas del que dirán, no etiquetes a las personas, no hables mal de otros y otras, no vivas de apariencias, no hagas daño ni con palabras ni con actos y no seas parte de los prejuicios sociales. Invéntate, reinvéntate, sé tú mismo o tú misma, viste como quieras, respeta las diferencias, amate como eres. Desencasíllate, nada es lo que parece y sólo tú puedes hacer la diferencia. ¡No pierdas más el tiempo, ni la vida tratando de encasillar en una sociedad prejuiciosa!. ¡Olvida el ardid del encasillamiento!