El reto de educar en la equidad de género
El reconocimiento de las mujeres como sujetas de derechos y más aún, del conjunto de Derechos humanos vigentes, ha sido un proceso lleno de tropiezos y una lucha lejos de acabarse. La formación básica en género permite a cualquiera reconocer las conquistas históricas de diversos movimientos de mujeres a lo largo del mundo y cómo estas han ido conformando el cuerpo de derechos que se han ido extendiendo al resto de habitantes del globo, de una manera más o menos rápida y eficiente de acuerdo a las disposiciones políticas - y por qué no, a las posibilidades del mercado- de los gobiernos de turno.
Sin embargo, esta situación ha llevado a arduos análisis y debates, en torno a la relación entre el derecho a la educación y el favorecimiento de la equidad de género, convocando a un número considerable de instituciones gubernamentales, organismos de cooperación y organizaciones de la sociedad civil. Producto de esta preocupación, han surgido múltiples iniciativas que le apuntan a democratizar el acceso y permanencia de mujeres a los sistemas educativos, bajo la premisa de que la educación es garantía para el ejercicio de una ciudadanía activa, el goce efectivo de derechos y por ende del bienestar, se asume además, que la educación genera una continuidad intergeneracional de la cultura de reconocimiento y promoción de la equidad.
Por mencionar algunas de estas iniciativas, en donde se evidencia lo expuesto anteriormente, tenemos el “Plan de acción para la equidad de género” de Unicef, para el periodo 2018 - 2021 que identifica como mecanismo para la consecución de la equidad de género el empoderamiento de mujeres en el sector educativo formal, dando relevancia a las adolescentes y enfocándose en temas como la formación en educación sexual o la adquisición de competencias en áreas como Ciencia y Tecnología. Igualmente se puede mencionar el documento “Enfoque e identidades de género para los lineamientos de política de Educación Superior inclusiva” del Ministerio de Educación Nacional que además de un análisis de las problemáticas que surgen en el nivel de educación superior en Colombia y que impactan negativamente en la equidad de género, incluye un conjunto de recomendaciones orientadas a la realización de acciones afirmativas para las mujeres por medio de cupos diferenciales o revisión de materiales oficiales con sesgo en detrimento de nosotras.
Si bien no se puede desconocer la importancia de estas iniciativas para el favorecimiento de la posición de la mujer en la sociedad, no es suficiente con formar a las mujeres para desenvolverse en contextos que son eminentemente desfavorables para ellas y que reproducen la inequidad en un gran número de las relaciones que se establecen (Afectivas, laborales, comerciales y obviamente, educativas); de esta manera, se reafirma un tipo de pensamiento que sitúa la responsabilidad en la lucha por la equidad del lado de las partes tradicionalmente afectadas y no como una tarea socialmente compartida. Es por ello que se identifica como un reto el educar en nuevas masculinidades que propendan por la apertura equitativa de oportunidades en todos los sectores del quehacer humano.
Cabe destacar que muchas de las iniciativas existentes y a favor de la inclusión de la mujer en el sector educativo formal o para el desarrollo de habilidades laborales, reconocen la importancia de transgredir por medio de propuestas educativas los roles tradicionales de cada género y que son aprendidos en los escenarios convencionales de educación, sin embargo en cuanto a propuestas o programas concretos que brinden herramientas a los educadores para ello, no se encuentran avances significativos; de momento el énfasis está puesto en la capacitación de las mujeres y el cambio de actitud de los diversos actores que influyen en el sector educativo hacia la adquisición de conocimientos y competencias por parte de ellas; de hecho, el mismo “Plan de acción para la equidad de género” de Unicef, menciona como uno de los aprendizajes del plan para la vigencia anterior 2014- 2017, que debe darse prioridad a rutas de acción que generen un mayor compromiso de hombres y niños con la equidad de género.
Sin embargo hay varios obstáculos que impiden en la práctica que el sistema educativo oficial le brinde a los niños desde las etapas iniciales del proceso de formación, los elementos necesarios para una construcción de identidad proclive a la búsqueda de la equidad entre los géneros; tal vez el más importante es la falta de preparación del personal docente en el abordaje pedagógico de estas temáticas y que se explica por la poca oferta que brindan las Instituciones de Educación Superior en sus programas de Pedagogía de herramientas para desarrollar procesos educativos con enfoque de género.
En segundo lugar está el vacío jurídico que existe, por lo menos en el caso Colombiano, en cuanto a las obligaciones que tienen las instituciones educativas de garantizar la promoción de una cultura que abrace la equidad y la diversidad, tanto así que no hay directrices para la inclusión de un enfoque para la equidad de género o el respeto a la diversidad en los Proyectos pedagógicos Institucionales (PEIs) de instituciones educativas del sector oficial. Lo más cercano a una medida en favor del reconocimiento de la importancia de las variables del género ligadas a los procesos educativos, es el “Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía” que se traduce en el mandato a las instituciones educativas de desarrollar un proyecto pedagógico obligatorio y transversal, de educación sexual y que en la práctica, en un porcentaje considerable de instituciones educativas, no ha pasado de ser una obligación que se cumple a medias y a discrecionalidad de directivas y docentes o el compendio de unos módulos propuestos para adelantar el proyecto.
Finalmente está la dificultad que representa la resistencia al cambio que en varias ocasiones ha demostrado gran parte del gremio docente del sector oficial y que se explica en parte por la poca actualización del conocimiento para ejercer las tareas propias del campo de la docencia y la poca atracción que despierta entre las nuevas generaciones las labores de educación. De igual manera, vale la pena recordar la polémica nacional que suscitó en su momento, el intento de la ex ministra Gina Parody de generar un marco instructivo para el abordaje de la diversidad de género y que permitió que se difundiera la falsa amenaza de una supuesta ideología de género. Con esto queda más que claro que la sociedad colombiana tiene mucho camino por recorrer, tanto en la consecución de mayores niveles de equidad de género por medio de propuestas educativas para las mujeres y aún más, en la educación de niños y hombres que son corresponsables de dicha equidad.