El pasado 20 de noviembre comenzó el evento futbolístico más importante del mundo, la Copa Mundial de la FIFA, que se realiza cada 4 años y reúne a millones de fanáticos del fútbol, de los deportes y de aquellos que disfrutan la interculturalidad que ofrece la presencia de personas de diferentes nacionalidades. Sin embargo, esta edición ha estado plagada de inconformidades y críticas por el controversial país anfitrión de la cita, Catar.
Dicha sede está marcada por la polémica, después de que diferentes organizaciones internacionales criticaran la celebración de este campeonato en ese país al considerar que en la nación árabe se violan los derechos humanos, mayormente entre las minorías, como mujeres y miembros del colectivo LGBTI, además, durante la construcción de los estadios del mundial los trabajadores migrantes padecieron abusos laborales y presentaron inconvenientes para cambiar de empleo libremente.
En vulneración de derechos de la mujer en Catar, en un informe de 2021, la organización Human Rights Watch informó que las mujeres están siendo discriminadas en la ley y en la práctica, en un país que no se le permite a las mujeres tener la voluntad de tomar decisiones independientes sobre sus vidas. Las mujeres cataríes deben obtener el permiso de los integrantes masculinos de su familia, habitualmente su padre o un hermano para contraer matrimonio, estudiar en el extranjero con becas públicas, laborar en empleos públicos, viajar al extranjero hasta cierto rango de edad y recibir ciertos tipos de atención de salud reproductiva como controles de infecciones de transmisión sexual y la profilaxis posterior al contacto con el VIH.
En el documento presentado por Amnistía Internacional (AI) se centra en las dificultades que enfrentan los inmigrantes al cambiar de trabajo en Catar, ya que necesitan el permiso expreso de sus empleadores, además se expuso que se permitió el resurgimiento de trabajos abusivos y que la población migrante tiene totalmente prohibido crear un sindicato o hacer parte de alguno. El informe también hizo énfasis en las restricciones a la libertad de expresión en el país árabe, donde exponen el caso del activista keniano de derechos de los trabajadores inmigrantes, Malcolm Bidali, quien fue aislado durante un mes y sin asistencia legal por “publicar noticias falsas con la intención de menoscabar el sistema público del Estado”.
En materia de derechos violentados de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), el Código Penal de Qatar sanciona con hasta siete años de prisión por relaciones sexuales entre hombres mayores de 16 años (artículo 285). También prevé de uno a tres años de prisión para quien "instigue" o "incite" a otra persona a "cometer sodomía o inmoralidad" (artículo 296).
La postura de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), ente organizador del torneo, hacia la monarquía absolutista que rige Catar también ha generado numerosas protestas. Sin embargo, no es la primera vez que la cita mundialista se realiza en Gobiernos autoritarios, es el caso del Mundial de Argentina 1978 en el que el país sudamericano estaba bajo el gobierno de una dictadura militar que había llegado al poder en 1976, a través de un devastador golpe de estado. Asimismo, se desarrolló el segundo Mundial de fútbol de la historia, realizado en 1934 en la Italia gobernada por el dictador fascista Benito Mussolini, que vio en la cita futbolística la oportunidad para publicitar su régimen fascista y a través de presiones logró ser “escogida” como sede de aquel mundial.
Al momento de escoger a Catar como sede del mundial, elección que fue hace 12 años, la FIFA debería haber reconocido que, Catar no contaba con la infraestructura ni la mano de obra necesaria para el máximo evento futbolístico, sabiendo que las instalaciones necesarias eran 8 estadios, la ampliación del aeropuerto, un nuevo metro, cientos de hoteles y otros recintos, necesitarían millones de trabajadores inmigrantes para subsanar el problema.
Durante el desarrollo del mundial, se ha conocido una noticia impactante, el jugador iraní Amir Nasr-Azadani, de 26 años, ha sido condenado a muerte por el delito de "odio contra Dios" o "moharebeh", después de haber participado en protestas por los derechos de las mujeres y las libertades básicas en su país. Esta pena implica la ejecución en la horca, una condena que ya padecieron el luchador Majid Reza Rahnavard y el joven Mohsen Shekaris, ahorcados en público en la ciudad santa de Mashad por las mismas acusaciones, en un juicio sin garantías. Las reacciones no se han hecho esperar, el sindicato de jugadores FIFPRO asegura sentirse conmocionado y asqueado por la ejecución a la que se enfrenta el jugador, de igual forma, diferentes futbolistas a través de sus redes sociales han demostrado su rechazo y piden la eliminación inmediata de su castigo.
Hasta la fecha, la FIFA no ha identificado ni enmendado todos los abusos sucedidos en Catar durante su adecuación para el mundial, siendo esto su responsabilidad de acuerdo con los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos, que la FIFA acogió en sus Estatutos en 2016 y su Política de Derechos Humanos en 2017.