Donde el sol resplandece con un nítido y fluorescente amarillo, donde la lluvia humedece las diversas montañas y llanuras de ese paraíso recóndito, donde las formaciones rocosas adornan los valles formados por el extenso y cristalino río Catatumbo, donde la cordillera de los Andes se extiende y cruza la frontera con Venezuela sin pedir permiso, donde los páramos son más que sinónimos de agua y vida; ahí nace el Catatumbo.
Como en diversas regiones de Colombia, el Catatumbo ha sido blanco del gran genocidio que ha ocasionado el conflicto armado. En el Catatumbo más de 3 décadas han acompañado la mutilación de los derechos humanos, del espantoso holocausto que aún viven las víctimas de esta batalla que aún no ha cesado.
Por eso, exhaustas, y con secuelas adheridas a su memoria, 32 lideresas campesinas deciden crear el Comité de Mujeres Unidas por Equidad y Progreso. Esta iniciativa nació con la intención de la restructuración de valores ya olvidados por esta población. Ideológicamente, y con las esperanzas ya agrietadas, estas mujeres aglomeran la ilusión, la ocasión y el amor innato por su tierra para dar un toque de barniz a los recuerdos estruendosos de la guerra.
El concatenar de la defensa de los vulnerados derechos femeninos, la apatía de la comunidad al conocimiento de la capacidad en temas de liderazgo, la constancia perniciosa de no depender del hombre para dar un paso hacia al frente, los diversos temas que abarcan el agro que es muy fértil en estas montañas, entre otros; es el verdadero rol que asumen estas protagonistas. En otras palabras: el sostenimiento y resistencia a desligar la vagabundería masculina dominada a su arbitrariedad.
“El comité nació hace 5 años, nos reunimos una vez al mes en nuestra casa, esta es de nuestra propiedad; fue comprada con ganancias obtenidas de las actividades que realizamos en dicho encuentro. Nuestra morada se encuentra ubicada en la vereda San José del Tarra, a 30 minutos del municipio de Hacarí, ahí realizamos los programas que vamos a desarrollar en el mes: campañas, visitas a otras zonas rurales, agasajos en conmemoración a la mujer y acciones para el conocimiento de nuestro emblema. Adicional a ello, preparamos nuestros productos para el sustento económico: exquisitos yogures con fruta de nuestros cultivos, bisutería para ostentar la belleza femenina y pomadas a base de coca para el alivio de las dolencias osteomusculares” Así lo confirma una de sus integrantes, la señora Nelly Sanguino.
“Inculcar a nuestros hijos los principios y valores de la conservación de la tierra, el defender y conservar el suelo, el dar gracias a las riquezas obsequiadas por las fructíferas tierras catatumberas, también hace parte de nuestro legado. Incluso, ellos conformaron un colectivo que por medio de actividades de recreación incentivan a la comunidad a la participación de estas actividades” Otra de las declaraciones de la señora Sanguino.
“Maniobrar con videos, folletos y proyecciones de video dando conocimiento a la población, enriquece nuestra labor, porque a pesar de no contar con reconocimientos locales ni espaldarazos de entes gubernamentales, seguimos en la lucha visualizando nuestro entorno y la gran responsabilidad que nos identifica como lideresas campesinas”: Nelly Sanguino.
Por otro lado, y como es de reconocer y enaltecer la ardua labor de un líder en este país, tienen como insignia la defensa de la tierra, pues en sus múltiples programas de motivación, poseen la veracidad y conocimiento óptimo para hacer tributo a las infinitas relaciones que adhieren al hombre y su hábitat. En pro de defender la tierra, estas líderes recorren el casco urbano y rural en motocicletas visitando los municipios de San Calixto, Convención y El Tarra. Estas escondidas y enmarañadas zonas que claman paz, están sedientas de ver brotar la riqueza de sus golpeados derechos.