En esta emisión de Mujeres que Impactan, la baterista y productora de eventos Carolina Mejía reflexiona sobre el impacto que ha tenido en su vida ser una mujer líder en un espacio altamente masculinizado.

La producción de eventos es una labor ardua que conlleva mucha habilidad. Para que todo salga perfecto en el escenario, es fundamental que detrás de escenas estén previstos todos los detalles. En esto se desempeña Carolina Mejía, baterista y directora de CaroMeja Eventos.

Para la profesional, es fundamental tener un buen equipo de trabajo, de manera que haya una fluida comunicación basada en el respeto y la amabilidad. Sobre todo porque, en este sector tan masculinizado, la premisa suele ser que el respeto se gana con brusquedad. Sin embargo, ella no ha visto la necesidad de masculinizarse y ha preferido, sin complejos ni disculpas, empoderarse más en su feminidad. 

Este es un concepto que cada vez más se está combatiendo, pues tradicionalmente se ha pensado que para tener éxito como mujer en un mundo de hombres, es esencial tomar características masculinas en nuestra persona laboral. Esto también ha terminado por reforzar estereotipos de género que, en realidad, no tienen validez. 

Carolina ha demostrado que no es necesario el trato rudo que muchos de sus pares masculinos han propiciado en este tipo de ambientes, con una amable y acertiva comunicación, logra sus objetivos. El carácter no excluye su feminidad, de hecho, esta es parte fundamental de él. 

Tanto cómo en su personalidad se ha dedicado a deconstruir estos preceptos, ha sido también una lucha en el ámbito interrelacional. Muy pocas veces una mujer está a cargo de la dirección del montaje y producción de eventos, por lo que ha tenido que enfrentarse a comentarios de menosprecio de parte de hombres que comparten su espacio de trabajo.

La discriminación y menosprecio que ha experimentado sólo da cuenta de las nociones que han sido implantados en la mente de los hombres sobre las mujeres, de manera que tienden a tratar a sus pares femeninas como menos que ellos. Esto también se ha visto reflejado en ámbitos educativos o, inclusive, espacios meramente sociales.

Por esto, Carolina considera que más allá del rol de género asignado, debe tratarse a la otra persona con humanidad. Esto fomenta un flujo de trabajo, relacionamiento interpersonal y cultura laboral más ameno. Así mismo, evita conflictos innecesarios en un espacio meramente para la creación.

Así mismo, deja una mensaje de superación frente a aquellas barreras estructurales y de no dejarse vencer por pensamientos limitantes e impulsar espacios de equidad. Pues los imaginarios sociales impuestos por el machismo son sólo eso, imaginarios.