Caminamos entre Monstruos Misóginos: “Abominaciones de una Sociedad Cruzada por la Violencia”
“ Un niño fuiste, un hombre eres
Y en monstruo te convertiste
La sociedad ya no se aterra
Tus aberraciones son naturales
Caminas entre nosotros y nosotras
Sin saber de tus terribles males
Monstruo feminicida y misógino
Nacido en una tierra violenta”
TIERRA DE ABERRACIONES
En esta columna retomo un episodio de un anterior escrito (Colombia sin Censura: Monstruos Misóginos, Militares Impunes, Suicidios y hasta la Desaparición de un Río). Desafortunadamente, nuestra sociedad además de ser hostil y violenta, se convirtió en una cuna de monstruos misóginos que torturan, violan y asesinan, motivados por el odio y la necesidad de ejercer control sobre mujeres y niñas, se disfrazan con una aparente normalidad.
Los feminicidios y la violencia contra las mujeres son fenómenos tan frecuentes que en Colombia se conmemoran fechas como: el 25 de mayo día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en el Marco del Conflicto Armado o se recuerdan tristemente otras como el 24 de mayo, día en el cual fue empalada y asesinada Rosa Elvira Cely por el Monstruo Javier Velasco, hecho por el cual se creó en Colombia el tipo penal de FEMINICIDIO. Estas fechas rememoran actos abominables naturalizados tanto en el contexto cotidiano como en el de conflicto armado.
También nos recuerdan que los monstruos existen en las aterradoras formas de: “El Monstruo de los Andes” “El Sádico del Charquito” “El Monstruo de Monserrate” “El Monstruo Velasco” “El Monstruo Uribe Noguera” “El Monstruo del Bostezo” “El Monstruo de Fundación” “El Monstruo Valderrama”, “El Monstruo Díaz” entre otros depredadores que caminan con nosotros y nosotras camuflando su maldad.
Los monstruos son el producto de una sociedad que naturaliza las violencias, engendrados en una tierra indiferente que desconoce sus propias culpas, son hijos de la rabia, el odio, la indiferencia, el rencor, todos sentimientos implícitos en la cultura patriarcal. Tras su normalidad aparente esconden una realidad monstruosa: convierten en sus víctimas a inocentes niñas y mujeres.
¿QUÉ OTRA DENOMINACIÓN PUEDEN RECIBIR SINO MONSTRUOS MISÓGINOS?
Todos estos monstruos sin importar su condición social tienen algo en común son depredadores sexuales, misóginos que cosifican a las mujeres y a las niñas, uno de los primeros en Colombia según registros históricos fue el monstruo de los Andes, un temido asesino en serie de la década de los sesenta que acabó con la vida de más de 300 niñas entre 8 y 9 años de edad en la cordillera de los Andes, en países como Colombia, Perú y Ecuador. Hoy en el 2019, este monstruo posiblemente se encuentra libre caminando entre nosotros y nosotras, nadie sabe su paradero.
En esta misma línea temporal el sádico del Charquito fue acusado de violar y asesinar a más de 170 niñas en Colombia y Ecuador, sus crímenes de acuerdo a las autoridades datan desde 1967. Diez años después fue enviado a una cárcel en Gorgona de donde logró huir a Ecuador a seguir sumando víctimas, niñas entre 15 y 16 años vírgenes, en su mayoría indígenas. Sus últimos años los pasó en una cárcel en Quito, en donde fue asesinado por un compañero de celda que resultó ser familiar de una de las víctimas.
Más recientemente, Fredy Valencia el conocido monstruo de Monserrate, fue capturado en el año 2015 confesó con frialdad los feminicidios de por lo menos 18 mujeres en su cambuche en los Cerros de Monserrate, escogía mujeres que tenían una vida en calle y que según él nadie extrañaría; ejercía violencia sexual sobre ellas y luego las ahorcaba. Lo más escalofriante en sus relatos es la forma en la que el mismo se percibe “Yo no soy un monstruo, no me gusta que me digan así. Tampoco soy un asesino en serie” Esta frase da cuenta de la aterradora normalización de la conducta de un hombre que ocultaba un cementerio de mujeres.
Así mismo, no se puede olvidar el caso del Monstruo Uribe Noguera, “el pudiente arquitecto” que raptó, abusó y asesinó a la niña Yuliana Samboni de tan sólo 7 años de edad, en Chapinero Alto en el año 2016. Tres años después, hoy en el 2019, se reabre el caso contra sus hermanos Francisco y Catalina Uribe, por el presunto encubrimiento de esta atrocidad, pareciera más importante la apariencia social y el estilo de vida de esta familia, que el impacto del horrible crimen cometido por su hermano, lo que es realmente escalofriante.
En el año 2018, aparece Cristian Camilo Ruíz, el monstruo del bostezo, que si bien, difería de Noguera en su condición social y económica, compartía el desprecio por la vida femenina, más grave aún, su víctima fue una bebé de apenas 13 meses a quien golpeó, violó y asfixió mientras sus padres dormían, una verdadera pesadilla para sus familiares. Cómo el, Adolfo Enrique Arrieta el presunto monstruo de Fundación quien fue hallado según las autoridades incinerando el cadáver de Génesis Rúa de 9 años de edad, el hombre tenía antecedentes de violencia intrafamiliar, lo que evidencia que un maltratador se puede convertir en un monstruo feminicida.
Los hechos aberrantes se volvieron cotidianos, el caso más reciente fue la desaparición forzada y el feminicidio de la Chilena Ilse Amory perpetrado por el monstruo colombiano Juan Valderrama, quien presuntamente habría pagado $ 200 mil pesos para incinerar “el cuerpo de una vaca” que realmente pertenecía a la mujer. Aterra la frialdad con la que este hombre salía en los medios de comunicación para ocultar su crimen. Se trata de una historia de terror que involucra “amor”, engaño y muerte.
A este crimen de odio se suma el feminicidio de la niña Eimy Suleiny de 11 años de edad, quien fue encontrada desmembrada en Santander de Quilichao en el mes de mayo de 2019, presuntamente por un nuevo monstruo “Luis Javier Díaz” quien fue capturado según informó la policía con pruebas contundentes que lo llevaron al reconocimiento de este macabro crimen.
Como estos son muchos los monstruos que rondan en Colombia, su principal móvil es la misoginia caracterizada por el desprecio, discriminación y violencia contra el género femenino. Estamos en una tierra de monstruos producto de una sociedad indiferente y violenta; un día fueron niños maltratados en su mayoría, algunos abusados; un día desarrollaron su aversión a las mujeres y su desprecio por la vida, un día la sociedad se convirtió en cómplice patriarcal, machista y misógina.
No más Rosa Elvira, Yuliana, Ilsy, Eimi, Géminis, ni en Colombia, ni el mundo. # NI UNA MÁS NI UNA MENOS.